X - Miserable

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Nos subimos a un pequeño auto gris, que supuse que era de ella, le di la ubicación de mi casa y el camino se volvió algo incómodo. El sonido de la lluvia era nuestra música y el sonido del motor nuestra compañía.

Ver como la lluvia cae siempre me resultó fascinante, ver como las gotas chocan contra el suelo y salpican como el suelo se moja poco a poco creando charcos de agua.

__ ¿Vas a la preparación Abundance? -me pregunta Jenia haciéndome salir de mi trance-

__ Eh si ¿Cómo lo sabe? ¿Vas ahí también?

__ Lo sé porqué lo dice en tu uniforme -dijo soltando una risita- y respondiendo tu pregunta, no estoy en la preparatoria la termine hace dos años.

__ Qué bien, me alegro mucho -dije con sinceridad, la preparatoria no era una etapa muy bonito por así decirlo-

__ ¿Cuándo termines la prepa?

__ Ya, este año la terminó. -digo con algo de alivió-

__ Que bien, y ¿qué quieres estudiar?

Esa pregunta me tomó por sorpresa, pues bien sabia lo que quería pero no creó que mi padre me lo permitiera.

Jenia pareció notar mi sorpresa ante aquella pregunta y dijo: __ Esta bien, no tienes porqué decirme.

Jenia resultó ser muy comprensiva conmigo y apreció su compresión ya que ese tema era algo complicado para mi.

__ ¿Es por aquí? -pregunto Jenia ahora refiriéndose a la ubicación de mi casa-

__ Si, si puedes dejame aquí. -dije y ella paró el auto frente a mi casa mire por la ventanilla aquella casa de madera desgastada y luego dirigí mi mira a la chica que me había traído- Gracias, Jenia, por todo.

__ No hay de qué, espero volver a verte. -dijo ragalandome una sonrisa la cual le devolví antes de salir del auto-

Corrí hacía mi casa ya que aún estaba lloviendo y desde que entró me recibe mi madre con angustia en su mirada.

__ ¿Donde estabas? Estaba preocupada -cuestiono y antes de poder si quiera responder volvía a preguntar- ¿Y ese moretón?

__ No es nada.

__ ¿Y quién te trago? ¿De quién es ese auto? -siguió preguntando mi madre-

__ Mamá haces muchas preguntas, es solo una amiga.

__ Una amiga -repitió de manera pícara-

Ya se a donde va esto.

__ ¡Ay mamá!, no pienses cosas que no son.

__ Tiene razón Laurence ¿A quién le gustaría un escuencle, como ese? -dijo mi padre desde aquel sofá descolorido-

__ No le hagas caso -me susurró mi mamá- ¿Quieres cenar?

__ No, estoy muy cansado ma, me voy a dormi.

Mi madre me estuvo escaneando durante algunos segundos para luego asentir y dejame ir.

Me dirigí al baño y tomé una larga ducha reflexiva, pensé todo lo que había pasado hoy. Desde el inicio de un día monótono hasta un estruendoso moretón en mi ojo.

Salí del baño con una toalla en la cintura y fui a mi cuarto y me coloqué una bermuda y una camiseta blanca, las cuales usaba como prendas de dormir.

Vi a una versión de mi en el espejo de la esquina, una versión no muy lejana de mi, una versión de Halan. Mirando con detalle aquel elemento que decía ser mi identidad, cada parte de mi, como si fuera lo más interesante que hubiera visto. Lo recorrí desde la punta de mis dedos de los pies hasta mi húmedo cabello desordenado.

Mi cuerpo pintado con un ligero tono moreno, largas piernas delgadas con algunos rasguños llenos de anécdotas de la niñez, un plano abdomen que con solo respirar resaltaban mis costillas, brazos igual de lánguidos. Tal vez mi padre tenga razón... ¿Quién estaría con un escuelcle como yo? ... hasta mi propio reflejo me esta dando una mirada de pena, ¿me doy pena? Aquella mirada azuleja de la cual empiezan a salir lagrimad gruesas que parecen no tener fin.

Y allí en mi refugio, en mi lugar seguro, lloré... lagrimas bajaban por mis mejillas mientras me aferraba a una almohada de mi cama... Me sentía tan miserable, tan mal, tan infeliz como si una avalancha me destrosara.

Llore con la lluvia y truenos de fondo, llore porque me sentía una mierda, lloré por recordar como me golpearon, lloré porqué papá dice que los hombres no lloran y lloré más porqué dice que llorar es para débiles. Cada recuerdo dando vueltas en mi cabeza, todas esas miradas... solo esperando que me caiga para hacerme sentir peor... y luego reírse mientras yo me desmoronó.

Dicen que la melancolía es una tristeza vaga, profunda y sosegada que hace que él que la padezca no sienta, ni encuentre diversión en nada.

Creó que así me siento yo.

Creó que tengo melancolía.

Una melancólica soledad.

Qué de tanto pensarla me dormí sin darme cuenta.

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Halan: ¿Cuándo acabará la tormenta? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora