Bienvenida desastrosa

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—¡Jeno Lee, deja de gruñir!

Kun estaba completamente harto, cansado y estresado.

—¡Chenle, ni se te ocurra moderlo! Dios santo, parecen niños de primaria.

Desde que Taeyong se fue junto al resto de la manada de 127, Jeno y Chenle no dejaban de pelear por cualquier estupidez, desde gritarse por una sudadera hasta gruñir e intentar utilizar la voz de mando por estupideces. El líder chino ya no sabía a que recurrir con aquellos dos, había intentado mantenerlos separado, pero después de todo tenían que seguir viéndose cada día en las prácticas y horarios que tuvieran.

Por otro lado había un omega nuevo en la manada, lo que volvía a todos un poco más sensibles y malhumorados, puesto que, aunque conocen y adoran todos a Shotaro, no están acostumbrados aún a su nuevo aroma, lo que provocaba que muchas veces los omegas se sintienran amenazados y los alfas confundidos y a la defensiva.

En otras palabras, los departamentos eran una locura, y Kun no podía con todo a la vez, aún con la ayuda de Ten y Winwin, el Alfa mayor se sentía tan cansado que casi olvida correr al aeropuerto a recibir a la camada faltante, la cual llega en menos de treinta minutos, por cierto.

—Kun, solo vete, yo me hago cargo— a este punto Ten se encontraba incluso igual de cansado que él, no veía la hora de que Taeyong regrese para poder ir a tomar una siesta y volver a su rutina habitual de no preocuparse por absolutamente nada más que sus gatos y Yangyang.

—Mierda, ya voy tarde. Bien, tengan cuidado, no hagan estupideces, ¡Chenle no pelees! ¡Me voy, adiós!

Qian no se interesó en escuchar las despedidas del resto y salió corriendo para no perder más tiempo, tampoco se iría muy lejos, y lamentablemente tendría que volver en al menos 45 minutos.

El aeropuerto estaba a 10 minutos en auto aproximadamente, así que pudo llegar justo a tiempo para recibir a la camada con una cálida sonrisa y algún que otro abrazo. Realmente no se fueron por mucho tiempo, pero tener tan lejos a miembros de su manda, y sobre todo a su Alfa, se sentía como un vacío horrendo al que los idols de grupos grandes debían acostumbrarse, claro, siempre y cuando siguiaran la dinámica de manada como ellos.

Al último en acercarse fue a Taeyong, quien iba de la mano con Donghyuck esperando por recojer sus maletas. Tenía algo de miedo de reencontrarse con su líder y el omega, tendría que explicarles la situación de los últimos días, la presentación de Shotaro y el porqué debió mantenerlo oculto de ellos hasta este momento.

Era muy consiente de lo mal que podían reaccionar, sobre todo Donghyuck, quien amaba a su camada más de lo ama bailar y cantar, pero Taeyong no se quedaba atrás.

Kun tomó coraje y una gran bocanada de aire antes de acercarse al peliblanco y su omega.

—¡Kun, cielo! Te extrañé, ¿cómo te fue? ¿los niños se portaron bien?

Taeyong se acercó a su alfa para darle un abrazo, le encantaría poder darle un beso, pero no tenían permitido ese tipo de muestras de afecto en público.
El chino se tensó un poco ante la cercanía, pero el mayor lo dejó pasar y no lo mencionó, aunque lo que no se le escapó fue el dulce y nuevo aroma que Kun tenía pegado.

—También te extrañé, Hyung. Y si, fueron igual de buenos que siempre.

Kun intentó dejar la sonrisa más tranquila y linda para su líder, pero lo ponía nervioso la fija mirada de Donghyuck sobre él, parecía algo molesto.

—Hyung, necesito que hablemos, es.. es algo urgente.

—Claro, amor, cuando lleguemos a casa hablamos.

En Manada // NCTWhere stories live. Discover now