Camino a ciegas.

23 0 0
                                    

“Catherin”

Por más que trataron de explicar la pareja de ancianos y su dichoso hijo no lograba entender de que rayos estaban hablando y hay muchas cosas que no encajan muy bien en toda esta historia, aún no me han querido decir cómo diablos termine en un accidente y con un total desconocido, no me han dicho el porqué no aparecido mi novio en el hospital.

Son muchas las cosas a procesar y siento por momentos que de algo más me estoy perdiendo.

Y el pobre a quedado inválido, al parecer por mí, por protegerme de dicho accidente.

Solo espero lograr ver a Germán y explicarle el porqué no fui a la cita.

«Debe de estar hecho una fiera»

Miro a mi alrededor y les veo conversar a ese joven llamado Erik y a sus padres, al parecer son una familia muy unida y buena por la forma en la que se hablan, les pediré un favor.

Hago una seña para que me atiendan y captó de inmediato toda la atención de todos.

—Disculpé si les molesto, pero ¿Podrían prestarme por un segundo su móvil para llamar a mi novio? Es que no sé nada de él y parece que perdí el mío en el accidente —les digo.

Al momento veo como le cambian sus caras a los señores y a Erik se le ha transformado aún más y le veo molesto.

—Querida, pero en todo este tiempo nadie ha venido por ti —me dice la señora muy amable y con cara de angustia.

—A ver qué no quiero volver a perderme, solamente han sido cuestión de días y supongo que Germán deba estar como loco buscándome —le declaró.

—¡Ya basta! ¿Aún no lo entiendes? ¡No ha venido nadie! Y no es cuestión de unos días, llevas más de dos meses aquí y no ha venido, no solo Germán, ¡Nadie ha venido por ti, nadie! —Me grita Erik.

—¡Erik, hijo! Eso no son modales y además ella está en todo el derecho de saber el porqué nadie le ha venido a buscar, cariño dale tu móvil a la joven —le dice señalando a su esposo.

El viejo se levanta de donde está y se me acerca a mi cama, tiernamente toma mi mano y deposita su móvil en ella.

—Espero encuentres lo que tanto buscas y no te desilusiones querida, úsalo cuanto quieras —termina diciéndome.

Yo no logro entender el porqué de su molestia, pero poco o nada me interesa saber e inmediatamente marco el número de Germán.

—Espero no esté trabajado, le molestaba muchísimo que le interrumpiera, teníamos horarios para llamarnos —les digo nerviosa.

Un timbrazo, dos, tres, cuatro, cinco y nada, repito nuevamente una y otra vez, sucediendo lo mismo.

—Nada, no toma la llamada, seguramente debe de estar en alguna junta o reunión para no atender el llamado —digo estirando mi brazo con el móvil en mi mano tratando de devolverlo a su dueño.

—Quedátelo querida, quizás te devuelva la llamada cuando esté menos ocupado —me dice el señor muy amablemente.

—Ese inútil jamás la llamará y si devuelve las llamadas es por qué no sabrá de quién se trata —me dice Erik casi a gritos.

—¡Hijo, ya basta! Tienes que calmarte, las cosas para ella no son fáciles, no recuerda absolutamente nada de lo que pasó y el porqué está aquí y sola…

—¡Ella no está sola, yo estoy aquí! —Le responde frustrado.

—Lo sé hijo, pero tienes darle tiempo para que se recupere y te recuerde —le dice ahora su padre.

Atrapada Where stories live. Discover now