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Sujetando el picaporte de la puerta, respiré pesado, el alcohol que consumí antes de llegar aquí comenzaba a hacerme efecto, ya llevo años consumiendolo y todos los días prometo dejarlo, me convenzo de que un poco no me hará daño; ¡Si claro! Un poco a cada minuto.

Terminé de abrir la puerta, quería subir y dormir de una vez, estaba hartó de insultar a gente que me hace enojar con las estupideces más grandes que se les ocurren, es como si lo hicieran para fastidiarme

Agradezco haber nacido siendo jefe porque como un simple empleado no podría soportar idioteces de nadie y claramente me habría ido mal en la vida, al menos a mis empleados no les conviene contradecirme, aquí las cosas se hacen a mi manera o no se hacen

Al entrar algo no me permitía seguir mi camino, eso solo empeoraba mi humor

Melodie, mi hija.

-¿Que quieres? -Pregunté con seriedad, mi fastidio era obvio

-Papi, te estaba esperando -Vino hacia a mí con mucha felicidad entre brinco y brinco, eso me enojaba aún más. -Te extrañé mucho, mucho -Abrazó mi cuerpo reposando su cabeza a la mitad de mi cintura, pues hasta ahí le daba su altura

-¿Que haces despierta? -solté con la intención de que se apartara de mí. -Ya te he dicho que no te quiero despierta cuando yo llegue. ¿No piensas obedecerme?

-Lo siento, papi, es que quería verte -Decía aún abrazandome. -Mi maestra me dejó una tarea y esperaba que me ayudaras, te prometo que entenderé rapido si me explicas

-Ese es tu trabajo, yo estoy cansado, deja de molestarme y ve a dormir -Con una mano la alejé y seguí mi camino

-¡Pero papá! Por favor -Tomó el extremo de mi saco y tiró de él tratando de detenerme

No es la primera vez que se queda hasta tarde para pedirme ayuda en algo ¿Tengo que ayudarla?

Alguién me dijo que lo hacía para llamar mi atención, pero me parece estupido, mi tiempo es valioso, si lo perdiera en cualquier cosa, no sería quien soy ahora

-¡Por un carajo! ¡Te dije que tus estupidos problemas no son míos! Haz tu tarea tu sola o ve a dormir, pero dejame en paz -la miré con clara molestia, me encabronaba tener que soportar esta tontería

-Papi, no me grites, solo queria verte, no te he visto en todo el día -Me miró con ojos humedos y aguados, ella tenía el rostro rojo, era claro que estaba a punto de llorar

-¡No te atrevas a llorar! Te dije que no me gusta verte llorar, si lloras te dejaré durmiendo en el maldito patio -Amenacé. -No soy tu pañuelo, mocosa, ve a tu habitación ahora ¡Si vas a llorar hazlo donde yo no te vea ni te escuche!

Ella salió corriendo casí asustada, como si estuviera huyendo de un monstruo

Yo solo me limité a subir las malditas escaleras que parecían interminables, me costó una vida llegar a mi recamara, solo iba a recostarme y descansar, olvidarme de todo

Mi oído comenzó a moverse, un molesto sonido en la habitación de al lado estaba quitandome la poca paz que empezaba a conseguir

Me levanté rapidamente con coraje, un poco más y terminaría explotando, salí de mi cuarto y me dirigí hacia la recamara de al lado; Entré tirando la puerta de un manotazo

Melodie estaba sentada en el suelo, con la cabeza entre sus rodillas, su cuerpo estaba temblando y rapidamente me dí cuenta de que estaba llorando, ese era el ruido que escuchaba

-¿Que carajos haces? -pregunté. -No te dí motivos para llorar, por un carajo Melodie ¡Quiero dormir! -Me acerqué a ella y la tomé del antebrazo para levantarla de un tiron. -Vuelve a tu cama y callate de una vez, antes de que te dé verdaderas razones para llorar

El día en el que mi niña dejó de quererme Donde viven las historias. Descúbrelo ahora