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Gracias, dice Eddie mientras toca la mano de Caroline

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Gracias, dice Eddie mientras toca la mano de Caroline.

Están en la habitación de la chica, están solos en casa, sentados sobre una alfombra verde pastel que resalta en el piso de madera. Los rayos del sol pasan por la ventana, ella puede ver los rasgos de Eddie, le gusta su piel y sus ojos redondos que parecen ser como los de cualquier animalito bebé, o al menos así lo piensa ella.

Las calcetas de Eddie tienen pingüinos por doquier, ella las ha estado mirando desde hace un buen par de minutos, le encanta el contraste con la playera de Iron Maiden que lleva puesta.

No tienes que darme las gracias, responde la chica. Creo que, renunciar a eso, estaba en contra de mis principios. Es como dejar que ellos ganen ¿No lo crees?

Sí, asiente, pasa su lengua por sus labios. Caroline. En ningún caso quisiera que sientas que no me importas. Incluso si es que no pasara nada entre tú y yo.

No te preocupes. Sé que no se trata de que no te importe. Pero yo estoy bien Eddie. Siempre lo he estado. Me causa gracia cómo es que todos siempre intentan encajar en un grupo. No los culpo. Creo a mí me gusta mucho la soledad. O los momentos así, la chica recuesta su cabeza en sus rodillas. Los momentos que nadie sabe que existen.

Eddie la mira con una sonrisa, toma sus manos y la acomoda encima de él, despeja su rostro y puede ver su cuello y pecho descubiertos, la falda de la chica se sube, y él toca sus piernas. Caroline muerde su labio inferior, se pone roja.

Estamos solos. Sólo relájate, dice Eddie mientras deja un beso en su cuello.

Pueden llegar de la nada, dice ella con sus ojos cerrados.

No vamos a acostarnos. No ahora, Eddie deja un beso corto en su pecho. No me tomes por tonto. También se acerca del peligro.

Creo que fuiste claro en que no pasaría nunca más. Lo dijiste ese día. En tu cama, Caroline juguetea con el cuello de la playera del chico. Dijiste que nunca más iba a pasar y a mí me parece bien. Creo que Dios está muy enojado con nosotros, dice la chica entre risas, no es una persona religiosa, podría decirse que lo es incluso menos que Eddie.

Hablas como si esto sólo dependiera de mí. Lo dije por los dos. No sería lindo si nos descubren, el chico ve a Caroline, ella se pone de rodillas con las manos en la alfombra, se ríe mientras camina hacia él, nace de ella bajar el cierre de su pantalón y tocarlo con sus manos pequeñas y suaves. ¿Qué demonios haces?

Odio que siempre te hagas el desentendido. Desde el salón de Ballet me vienes tentando. Tienes que ser consecuente de tus actos, Eddie se ríe.

Hablas como si fuera un criminal que te hace daño, siente cómo la chica se acomoda en él, entra en ella y pone sus manos en sus caderas y se ríen al sentir sus cuerpos unidos. Caroline pone sus manos en los hombros del chico, cierra sus ojos y comienza a respirar de manera agitada.

she's thunderstormsWhere stories live. Discover now