eleven.

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louis jamás había tenido un sueño mejor, un amanecer mejor, un descanso mejor.

era raro para un cazador como él despertar después de las nueve de la mañana, de hecho, su día a día siempre comenzaba a más tardar a las ocho con treinta, para las nueve ya tenía parte del desayuno o las trampas acomodadas en varios árboles, aveces, si tenía demasiada energía, se acercaba al lago para intentar pescar aunque nunca tenía suerte y los pescados eran pequeños.

odiaba el pescado.

harry alguna vez le había dicho que él sabía cocinar un delicioso pescado al vapor, con verduras y romero pero a louis no se le apetecía para nada, recordaba que se lo había contado algo tímido pero después un orgullo se le había instalado en el pecho cuando se enteró que muchos alfas en jengiyaka no sabían preparar el pescado y más bien se les daba la carne y los embutidos.

esa mañana por alguna extraña razón, a las once y algo, a louis le apetecía pescado seco con ese chile rojo que exportaban de bohuj, agregaría tal vez otras cosas porque el pescado a solas no le sabía bien en el paladar; se preguntó si el antojo era debido a tener el aroma salado de harry en las entrañas o que su habitación había adquirido ese mismo aroma por la actividad nocturna.

no había deseado dejar su cómoda cama donde su precioso alfa lo había estado abrazando toda la noche, le había estado mimando también cada que podía la piel desnuda y louis se sentía cohibido por ello porque ningún alfa había pasado toda la noche en su casa, mucho menos en su cama y muchísimo menos desnudo en su cama toda la noche. recordó sentir el falo ahora flácido de harry contra su muslo antes de moverse y se sonrojó.

salió apresurado a la cocina, lo intentó al menos, las piernas estaban matándolo, tal vez se había flexionando más de lo acostumbrado o tal vez harry lo había manipulado como uno de esos muñecos de trapo que los niños hacían en la escuela. maldijo y también maldijo al alfa.

su mal humor por supuesto era un invento puro, con el aroma de harry colándose por su nariz gracias a la camiseta que louis había robado, nada podía hacerle realmente enojar.

golpearon la puerta.

el omega dejó de lado el sartén donde se disponía a hacer una pasta simple para abrir, recordó que estaba desnudo de la cintura hacia abajo así que regresó sus pasos hasta la sala de estar donde un pantalón de chándal estaba botado distraídamente, se apresuró a colocárselo y finalmente abrió, sin cautela porque podía oler a kilómetros a sus amigos alfas detrás de la puerta.

se llevó una enorme sorpresa al detectar un tercer aroma mezclado entre los otros dos.

—lili, zee, buenos días, ¿qué hacen aquí tan temprano?.

—es casi medio día, hablemos dentro. — zayn lo empujó, confianzudo como sólo podía ser con su mejor amigo.

louis se quitó de la puerta, vio como liam hacía entrar a un omega cubierto de la coronilla a los pies con telas, el sombrero de paja que habían hecho a los doce años y enormes botas que claramente le quedaban igual de enormes al flacucho chico, zayn detrás de ambos. era más que evidente que escondían a alguien o algo de esa manera pero louis cerró la boca, evitando algún comentario.

recordó que debía hacer el desayuno y decidió darles privacidad a esos tres, algo le decía que lo necesitaban. se adentró a su cocina donde puso a cocer la pasta con sal y hierbas, cortó el pescado con sus pequeños dedos sobre un contenedor donde mezclaría también salsa de tomate.

no pasó demasiado cuando louis sintió la presencia de harry, sus bonitos ojos azules brillaron en dirección del pasillo, peinó su cabello como quien no quiere la cosa y bebió un sorbo de agua para enjuagar su boca e hidratar sus labios, a la llegada del alfa, el omega estaba como si nada, removiendo la pasta. se dejó abrazar por detrás como si no hubiese esperado aquello y también dejó que besara su cuello, nuca y mejilla.

MY OMEGA.Where stories live. Discover now