11

413 47 4
                                    

Llamo a JungKook, pero me ignora. Cuando ya está a medio camino del coche, se da la vuelta tan rápido que casi choco contra él.

— ¡Joder, YoonGi! ¡¿Qué mierda has hecho?! —me grita. La gente que pasa por nuestro lado empieza a mirarme, pero él continúa—: ¿A qué clase de juego intentas jugar? —Se acerca a mí. Está enfadado, más que enfadado en realidad.

— No es ningún juego, JungKook. ¿Es que no has visto lo mucho que quería que fueras? Estaba intentando llegar a ti, ¡y tú has sido tan maleducado! —No estoy seguro de por qué estoy gritando, pero no voy a dejar que me chille sin más.

— ¿Llegar a mí? ¿Qué coño me estás contando? ¡A lo mejor tendría que haberse preocupado por llegar a mí cuando abandonó a su familia! —Las venas del cuello se le tensan bajo la piel.

— ¡Deja de decir tonteras! ¡Quizá está intentando recuperar el tiempo perdido! La gente comete errores, JungKook, y es evidente que le importas. Tiene una habitación para ti en su casa, llena de ropa por si...

— ¡No sabes una mierda sobre él, YoonGi! —chilla, y se estremece de rabia—. ¡Vive en un pedazo de mansión con su nueva familia, mientras mi madre se mata a trabajar cincuenta horas a la semana para pagar las facturas! Así que ahórrate el sermón. ¡No te metas donde no te llaman!

Se sube al coche y cierra de un portazo. Me apresuro a entrar también, por miedo a que se le ocurra dejarme tirada; está histérico. Se acabó nuestro día sin discusiones. Está hecho una furia, pero por suerte permanece callado cuando salimos a la carretera principal.

Si pudiera mantener este silencio el resto del viaje, sería feliz. Pero una parte de mí insiste en que JungKook tiene que entender que no puede gritarme así. Es uno de los puntos a favor que tengo que reconocer de mi madre: me enseñó cómo no debe tratarme un hombre.

— Está bien —digo fingiendo serenidad—. No voy a meterme donde no me llaman, pero pienso aceptar la invitación de esta noche, vayas tú o no.

Como si fuera un animal salvaje enfurecido, se vuelve hacia mí.

— No, ¡ya te digo que no!

Manteniendo la falsa calma, añado:

— No es de tu incumbencia lo que yo hago o dejo de hacer, JungKook, y, por si no te has dado cuenta, me ha invitado. Puede que le pregunte a TaeHyung si quiere venir conmigo.

— ¡¿Qué acabas de decir?!

Toda la suciedad y el polvo del coche se levantan cuando JungKook gira el volante de golpe y se detiene en la cuneta de la transitada carretera.

Sé que he ido demasiado lejos, pero a estas alturas estoy igual de cabreado que él, y le grito:

— ¡¿Se puede saber qué demonios te pasa? ¿Cómo te sales así de la carretera?!

— ¡La cuestión es qué demonios te pasa a ti! ¿Le dices a mi padre que voy a ir a su casa a cenar y luego tienes el morro de insinuar que vas a ir con TaeHyung?

— Ah, claro, perdona; ¿tus queridos amigos no saben que SeokJin es tu hermanastro y te da miedo que se enteren? —digo, y me río de lo ridículo que me parece.

— Uno, no es mi hermanastro, y dos, ya sabes que no es por eso por lo que no quiero que vaya TaeHyung. —Ha bajado mucho el tono de voz, pero sigue enfurecido.

Sin embargo, a pesar del caos que reina en el coche, vuelvo a sentir un poco de esperanza ante los celos de TaeHyung. Sé que su actitud tiene más que ver con la rivalidad que con una preocupación real por que salga con TaeHyung, pero hace que sienta mariposas en el estómago igualmente.

KOOKGI : DESPUÉSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora