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Me vuelvo hacia la ventanilla del coche; no quiero ser el primero en hablar. Pasadas un par de manzanas, JungKook enciende la radio y la pone a todo volumen. Pongo los ojos en blanco pero trato de ignorarlo. Hasta que no lo soporto más. Odio su gusto musical, y me está dando dolor de cabeza. Sin pedir permiso, bajo el volumen y JungKook me mira.

— ¿Qué? —salto.

— Caray, parece que alguien está de mala leche —dice.

— No, sólo es que no quería escuchar eso, y si alguien está de mal humor aquí, ése eres tú. Antes te has portado fatal conmigo, y luego vas y me mandas un mensaje pidiéndome que me quede a dormir contigo. No lo entiendo.

— Estaba enfadado porque has sacado el tema de la boda. Ahora que ya hemos decidido que no vamos a ir, ya no tengo por qué estar de mal humor —replica en tono tranquilo y seguro.

— No hay nada decidido, ni siquiera lo hemos hablado.

— Sí que lo hemos hablado, y ya te he dicho que no voy a ir, así que déjalo de una vez, YoonGi.

— Puede que tú no vayas a ir, pero yo sí. Y esta semana pienso ir a casa de tu padre a aprender a hacer pasteles con Elizabeth —le digo.

Aprieta los dientes y me mira fijamente.

— No vas a ir a la boda. Y ¿qué pasa?, ¿de repente Elizabeth es tu mejor amiga? ¡Si acabas de conocerla!

— ¿Y qué si acabo de conocerla? ¡A ti también acabo de conocerte!

Agacha la cabeza y me siento fatal, pero es la pura verdad.

— ¿Por qué estás tan respondon?

— Porque no pienso permitir que me digas lo que debo o no debo hacer, JungKook. Olvídalo. Si quiero ir a la boda, iré, y me gustaría mucho que vinieras conmigo. Podría ser divertido, a lo mejor hasta te lo pasas bien. Significaría mucho para tu padre y para Elizabeth, aunque a ti eso parece darte igual.

No dice nada. Deja escapar una larga bocanada de aire y yo me vuelvo otra vez hacia la ventanilla. El resto del trayecto transcurre en silencio, estamos demasiado enfadados para hablar.

Cuando llegamos a la fraternidad, JungKook saca mi bolsa del asiento de atrás y se la echa al hombro.

— ¿Por qué eres miembro de una fraternidad? —le pregunto. Llevo queriendo saber la respuesta desde que descubrí que tenía una habitación aquí.

Respira hondo, echamos a andar hacia los escalones de la entrada.

— Porque, para cuando llegué aquí, todas las residencias de estudiantes estaban llenas, y ni de coña iba a vivir con mi padre. Así que ésta era una de las pocas opciones que me quedaban.

— Y ¿por qué te has quedado?

— Porque no quiero vivir con mi padre, YoonGi. Además, mira qué casa: está muy bien, y tengo la habitación más grande. —Sonríe pagado de sí mismo y me alegro de ver que se le está pasando el cabreo.

— ¿Por qué no te vas a vivir fuera del campus? —le pregunto.

Se encoge de hombros. Es posible que no quiera tener que buscarse un trabajo. Lo sigo a su habitación en silencio y espero a que abra la puerta. ¿De dónde le viene la obsesión de no dejar que nadie entre en su cuarto?

— ¿Por qué no dejas que nadie entre en tu habitación? —pregunto.

JungKook pone los ojos en blanco al tiempo que deja mi bolsa en el suelo.

— ¿Por qué siempre haces tantas preguntas? —gruñe, y se sienta en una silla.

— No lo sé... Y ¿por qué tú nunca las contestas? —replico y, cómo no, él me ignora—. ¿Puedo colgar mi ropa para mañana? No quiero que se arrugue de estar en la bolsa.

KOOKGI : DESPUÉSWhere stories live. Discover now