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JungKook ve a Dylan al mismo tiempo que yo y se vuelve a mirarme a mí, luego mira otra vez a Dylan y se tensa al instante.

Durante un segundo parece que va a dar media vuelta para sacarnos de aquí, pero no hay duda de que Dylan nos ha visto, y sé que JungKook no va a arriesgarse a hacerle el feo de darle laespalda y largarse. A nuestro alrededor la fiesta no para, pero yo sólo veo la risa maquiavélica de Dylan, que me pone los pelos como escarpias.

Llegamos a lo alto de la escalera, Dylan hace un gesto teatral de sorpresa y dice:

— No pensaba encontraros aquí. Como no ibais a poder veniros a los muelles y todo eso...

— Sí, sólo hemos venido a... —empieza a decir JungKook.

— No, si ya sé por qué habéis venido. —Dylan sonríe y le da una palmada en el hombro. Me muero de vergüenza cuando mira hacia mí—. Es todo un placer volver a verte, YoonGi —dice con frialdad.

Miro a JungKook pero él sólo tiene ojos para Dylan.

— Igualmente —consigo responder.

— Menos mal que no habéis ido a los muelles. Ha llegado la pasma y nos ha aguado la fiesta, así que la hemos trasladado aquí.

Lo que significa que los amigos babosos de Dylan también rondan por la casa. Genial, más gente que a JungKook no le cae bien. Ojalá nos hubiéramos quedado en mi cuarto. Por la cara que pone, sé que él está pensando lo mismo.

— Qué mal, tío —dice, e intenta avanzar por el pasillo. Entonces Dylan coge a JungKook por el brazo.—Deberíais bajar a tomar una copa con nosotros.

— Él no bebe —responde JungKook en tono molesto.

Por desgracia, lo único que consigue es alentar a Dylan.

— Ah, no pasa nada. Bajad de todas maneras a pasar un buen rato. Insisto —dice.

JungKook se vuelve hacia mí y lo miro fijamente con los ojos muy abiertos, como intentando decirle que no telepáticamente. Pero entonces asiente. «¿Por qué?»

— Ahora bajo. Dame un minuto para que... lo deje instalado —masculla.

Acto seguido me tira de la muñeca para que echemos a andar hacia su habitación antes de que Dylan pueda decir esta boca es mía. Abre la puerta, me mete dentro a toda prisa y cierra.

— No quiero bajar —le digo cuando deja mi mochila en el suelo.

— No vas a bajar.

— Y ¿tú sí?

— Sí, pero sólo cinco minutos. No tardaré. —Se pasa la mano por la nuca.

— ¿Por qué no le has dicho que no y punto? —pregunto.

JungKook afirma que no le tiene miedo a Dylan, pero lo veo bastante acobardado.

— Ya te he dicho que es difícil decirle que no.

— ¿Es que te hace chantaje o algo?

— ¿Qué? —Se sonroja—. No... Sólo es un capullo y no quiero follones, y menos estando tú aquí —dice acercándose—. No tardaré en subir, pero lo conozco y, si no me tomo una copa con él, vendrá a darnos la lata y no lo quiero cerca de ti —explica, y me besa en la mejilla.

— Está bien —suspiro.

— Necesito que me esperes aquí. Sé que no es lo ideal, con todo el jaleo y la música de la fiesta, pero tampoco quiero arriesgarme a bajar, aunque sea para marcharnos.

— Está bien —repito.

No me apetece en absoluto tener que bajar. Odio estas fiestas y no quiero ver a Yuqi ni en pintura.

KOOKGI : DESPUÉSOù les histoires vivent. Découvrez maintenant