DAUGHTER OF APOLLO

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— ES QUE TÚ NO ENTIENDES APOLO — Los gritos de la mujer no dejaban de escucharse por la casa

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ES QUE TÚ NO ENTIENDES APOLO — Los gritos de la mujer no dejaban de escucharse por la casa. — No puedes dejarme aquí con la niña.

— Debo irme Lila, no puedo quedarme — Un chico de cabellos dorados observaba a la pequeña bebé que sonreía sin parar mientras una mariposa posaba en su pequeña nariz.

— Por favor Apolo, no quiero quedarme con la niña — El rubio se dió vuelta observandola consternado, no podían ambos abandonar a su hija.

— No irás conmigo Lila, ya lo hablamos — Paso su mano por su cabeza frustrado, ni siquiera tuvo tiempo a despedirse de la niña cuando la joven comenzó a gritar como loca. — Jamás podré quedarme y criarla, por mucho que lo quisiera no puedo romper la regla de mi padre.

— Lárgate — Dijo la chica con su voz llena de veneno y su mirada con un odio que Apolo jamás vio en ella. —Vete, solo vete.

Apolo deseaba hacer algo más o si quiera quedarse con la niña, pero no podía quebrantar las palabras de su padre, no cuando eso podía significar la muerte de ambas femeninas y el destierro de su inmortalidad.

— Solo eres un maldito estorbó — Le grito la mujer a la niña una vez que el chico marcho. — Me arruinaste la vida, mis padres me odian y ahora debo sacrificarme por tí maldita mocosa.

La pequeña niña solo la miraba con sus grandes orbes celestes, intentando entender que era eso que su madre decía con tanta furia, pero no podía balbucear sin babear.

— Eres un asqueroso monstruo — La mujer cayó de rodillas llorando. — Me lo arrebataste todo Melody, todo.

Aquel día soleado paso a ser tormentoso, mientras ella por primera vez caía en un mar de odio, desde pequeña debería aprender a saber que jamás contaría con el amor de una madre.

Luego de días y la pequeña notará la ausencia de su padre, lloraba todo el día y Lila ya no sabía cómo calmarla, más con todas sus horas de trabajo no podía verla más de tres horas por día.

Melody estaba todo el día con su vecina, aquella dulce mujer que la cuidaba y velaba por la seguridad de la bebé, aquella que Lila conoció una semana después de la huida de Apolo.

La mujer se presentó como Calisto, era una hermosa chica de cabellos castaños y ojos tan verdes como el mismo bosque, su belleza era innegable, ni siquiera podría explicarse o retratarse.

Melody parecía más contenta desde que la mujer llegó a cuidarla y solía parar de llorar por horas, las suficientes para dejar descansar a su madre.

Su madre de tan solo diecinueve años ya tenía dos trabajos con turnos de ocho horas cada uno, eso equivalía a dieciséis horas de trabajo, dos de viaje y cinco horas de sueño. No tenía tiempo para encargarse de la niña y fue por eso que cuando conocía a la castaña se sintió tranquila de saber que tenía un problema menos con el que lidiar, la castaña solía llevar a Melody a su departamento para cuidar de la niña.

LOVER - PERCY JACKSON Donde viven las historias. Descúbrelo ahora