IX. Medusa

251 38 6
                                    

EFECTIVAMENTE, AL FONDO DEL ALMACÉN, UN MOSTRADOR DE COMIDA RÁPIDA CON UN GRILL, UNA MÁQUINA DE BEBIDAS, UN HORNO PARA BOLLOS Y UN DISPENSADOR DE NACHOS CON QUESO. Y UNAS CUANTAS MESAS DE PICNIC.

—Por favor, siéntense— Comento la tía Eme.

—Alucinante— Percy se encontraba totalmente hambriento, me senté a su lado con cuidado.

—Hum...— Musitó Grover con duda —. No tenemos dinero señora.

Percy le dio un codazo en las costillas, Annabeth agarró mi mano presionandola.

—No, niños. No hace falta dinero. Es un caso especial, ¿verdad? Es mi regalo para unos huérfanos tan agradables— La mire con duda, nadie era generoso sin pedir nada.

—Gracias, señora— Agradeció Annabeth sonriente.

—¿No quieren saber que significa la Eme?— Murmure bajamente, intentando que la mujer no escuchara.

—No— Respondió Annabeth.

—Para nada— Lo siguió el morocho, suspiré.

—De nada, Annabeth— Respondió la mujer —. Tienes unos preciosos ojos grises, niña— Eso me hizo desconfiar completamente, no me sentía en un territorio confiable.

“No confíes” —, susurro alguien en mi cabeza.

—¿No tienes hambre, Melody?— Me pregunto mirándome, al menos lo máximo que podía hacerlo con eso en su cabeza. Me comenzaba a perturbar no poderla mirar a los ojos.

—No, gracias—. Murmure mirándola y con mi ceño fruncido —. No recuerdo haberle dicho mi nombre.

—¿Qué es ese ruido sibilante?— Pregunto Percy interrumpiendo la respuesta que pensaba darme.

—¿Sibilante?— Repitió, intentando ignorar la anterior pregunta —. Puede que sea el aceite de la freidora. Tienes buen oído, Grover.

—Tomo vitaminas...— El chico intento mentir de una forma horrorosa. — para el oído.

—Eso está muy bien—. Respondió la mujer —. Pero, por favor, relájate.

—Es normal tener desconfianza, tía Eme—. Respondí mirándola sonriente, una sonrisa falsa —. ¿Usted no desconfiaría de una desconocida?

—No, para nada—. Respondió la mujer, al mismo tiempo que recibía un suave golpe en mi mano de Percy —. Si la persona me quiere ayudar, claro.

—Así que vende gnomos— Dijo Percy, intentando sonar interesado.

—Sí— Contestó la mujer —. Y animales. Y personas. Cualquier cosa para el jardín. Los hago por encargo. Las estatuas son muy populares ya saben.

—¿Tiene mucho trabajo?

—No, mucho no. Desde que construyeron la autopista, casi ningún coche pasa por aquí. Valoro cada cliente que consigo.

—¿Tiene clientes fijos?— Pregunté curiosa —. ¿Y quiénes? Si se puede saber.

—Sí, algunos fijos— Respondió, parecía un poco harta de mí —. Y no puedo dar información de ellos.

LOVER - PERCY JACKSON Where stories live. Discover now