XVII.

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LAS PESADILLAS ERAN USUALES PARA NOSOTROS, LOS SEMIDIOSES.

Agradecía a mi papá con todas mis fuerzas, después de todo, él me salvaba siempre.

Mi padre, Apolo, siempre venía a salvarme en los sueños y lo agradecía. Aparecía siempre en estos y me salvaba, además de pasar tiempo conmigo.

Los distintos aspectos de él a veces me confundían, incluso aunque lo conociera de alguna forma, me mareaba.

───¿Aún con pesadillas?─── Hablo el adolescente rubio y sonreí, ese aspecto si podía reconocerlo. Apolo lo usaba usualmente y solía decir que era porque era su favorita.

───Lamentablemente─── Susurré con una sonrisa.

Ahora nos encontrabamos en un campo, estábamos siendo rodeados por girasoles. Y eso era como un arcoiris luego de una tormenta, pues, me traía la paz que tanto necesitaba luego de pesadillas.

───¿Puedo ayudarte en algo?─── Ví su sonrisa e hice una mueca, después de todo, ambos sabíamos lo que realmente necesitaba ───. Se que es lo que más te perturba pero... sabes que no puedo darte eso.

Asentí y baje mi mirada a mis manos, al menos hasta que sentí una mano en mi hombro.

───Lo sé─── Lo sabía, lo sabía perfectamente. Incluso el saberlo, no me generaba menos dolor e incluso lo hacía crecer más, sabiendo que tendría que estar acostumbrada a verlo marchar.

Cuando me enteré que era su hija, lo primero que hice fue creer que el vendría y lo hizo, pero de la misma forma se marchó.

Era un dios, alguien que viviría toda la eternidad, incluso aunque eso fuera irreal. Lo amaba, pero no lograba hacerme sentir mejor.

───Pero sabes que estaré siempre contigo, ¿no?─── Sonreí tristemente.

───¿Hasta cuándo es para siempre?─── Yo me iría, de una forma en la que el jamás lo haría.

Pude notar su expresión dolida, su ceño fruncido y su labio un poco torcido en una mueca, también la forma en que su cuerpo pareció encogerse en su lugar.

───No digas eso, hija─── Negó el.

Lo sabía, sabía que era su favorita y eso no lo mejoraba todo, pero no era sorpresa para ninguno de mis hermanos.

Múltiples veces se habían quejado de los tratos exclusivos que tenía mi padre en mí, así como el tiempo que invertia en mí y los regalos.

───¿Por qué? Ambos lo sabemos, papá─── Lo mire, ambos sabíamos lo que decía y a lo que me refería.

Me desperté sobresaltada al notar a alguien apretarme suavemente la mano, lo primero que mis ojos pudieron ver fue a un pelinegro.

───El camión ha parado, debemos escondernos─── No me dejó contestar cuando ya estaba arrastrandome detrás de un saco de comida ───. Hay que fingir ser... nabos.

───Lo eres─── Susurré.

Las puertas traseras chirriaron al abrirse. La luz del sol y el calor se colaron dentro, provocando que el olor se hiciera insoportable.

───¡Qué asco!─── Rezongó uno de los camioneros mientras sacudía la mano por delante de su fea nariz, por lo que fruncí mi cara ───. Ojalá transportáramos electrodomésticos─── Subió y echó agua de una jarra en los platos de animales ───. ¿Tienes calor, chaval?─── Le preguntó al león, y le vacío el resto del cubo directamente en la cara.

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⏰ Last updated: Mar 02 ⏰

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