𝑬𝑳 𝑪𝑶𝑵𝑺𝑼𝑴𝑶 𝑫𝑬 𝑼𝑵𝑨 𝑽𝑰𝑫𝑨 𝑺𝑰𝑵 𝑺𝑬𝑵𝑻𝑰𝑴𝑰𝑬𝑵𝑻𝑶

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Sabemos que la gente se encuentra sin rumbo, ya sea por lo que vive o por lo que le falta vivir. Por eso, las personas buscan refugio en cosas efímeras para intentar llenar los vacíos internos que tienen en sus almas. Buscan tener algo que justifique su pequeñez, algo virtuoso que aportar, para caminar por la calle y recibir elogios, para que los llamen maestros.

Nadie entiende que debemos apreciar el valor metafísico de lo material. Como cuando éramos niños en primaria y aprendíamos algo nuevo cada día. Quiero que quede claro que no estoy diciendo que al crecer no aprendemos cosas nuevas, me refiero a que es en la más tierna e inocente infancia donde asimilamos los aprendizajes con una mirada llena de legítima ingenuidad y profunda inocencia presente.

Aquí es donde entra la tendencia al consumo que presenta nuestra sociedad moderna. Pues todo aspecto de consumo que nace a partir de la conducta humana, de las tendencias, se constituye a partir del aspecto utilitarista que afirma: "toda edificación de razón y experiencias humanas, llenas de reflexión, están constituidas de una base sensible". De ahí viene mi punto en donde la ingenuidad de la infancia es el mejor enfoque que se puede tener frente a las experiencias de la vida, los fracasos y la obtención de bienes materiales.

Nuestra sociedad fue construida de tal forma que gira en torno al dinero, al consumir, a que todo cumpla un ciclo de uso aparente. Pero en la mayoría de ocasiones esto nos lleva al consumo desenfrenado, basado en la base emocional por la cual terminamos comprando nuevos productos, servicios e incluso experiencias.

Este punto de sensibilidad siempre nos lleva a la misma pregunta que casi todos los artículos de compra intentan responder a favor de nuestra carencia de estimulación de emociones: ¿Me sentiré feliz comprando esto? Casi siempre la respuesta que buscan generar en tu subconsciente es, SÍ. De esto parte el punto en donde se define que nos hemos vuelto personas que buscamos siempre que lo material o aquello que se atribuye al mero acto de vivir una experiencia, se vuelvan nuestras pastillas momentáneas que nos ayuden a llenar por momentos todos los vacíos que tenemos.

Por eso, la gente de hoy en día tiene una visión estética más aguda que en el resto de tiempos en los que hemos estado en compañía de la moda y de las tendencias cambiantes. Pues ahora juzgamos todo a partir de la estética y de la nostalgia, tanto que incluso eso podría considerarse una etapa o también una moda nueva que ha llegado para apoderarse de nosotros y de nuestras decisiones por quién sabe cuántos años.

Por tanto, no es raro escuchar las historias de personas que ya lo tienen todo resuelto económicamente, como para decir "el dinero no compra la felicidad", esto lo afirman luego de darse cuenta de que durante un determinado tiempo sus vidas se encontraban sometidas en una espiral de deseo por más dinero. Dinero para terminar consumiendo más, cada vez más experiencias y más cosas que usar o conocer, hasta el punto en donde ese impulso por tener siempre más se vuelve en una adicción casi tan potente como una droga; sin mencionar que con ese propio dinero puede caer en la actividad de consumir una enorme variedad de sustancias.

Al final, llega al punto en donde las cosas y las experiencias empiezan a tornarse repetitivas; porque lo que sí tiene asegurado la moda y las tendencias humanas desde hace mucho tiempo es que "ya nada es completamente genuino, nada es original, todo lo has visto alguna vez solo que con otro nombre y otra cara". Haciendo que nuestra querida persona rica y completamente deseosa por siempre tener más, empiece a encontrarle menos gusto a aquellas cosas que antes mataría por tener o vivir, ya que ahora los estímulos sensoriales que lo llevaban a sentir plena felicidad por el estilo de vida que tiene, lo llevan a sentir absolutamente nada.

La búsqueda de calidad y consumo constante te llevará a caminos insatisfechos y llenos de un absurdo por todo lo que se plantea frente a ti, porque. Sabes que ese nuevo producto o esa actividad que está de moda en redes está plagada de todo para ti, menos de sentimiento.

Si lo vemos desde un punto de vista existencialista, muchas personas que se encuentran en este estado de espiral consumista y comprenden cuál es su problema de sentirse insatisfechas con el estilo de vida que están llevando, prefieren encerrarse en la negativa pesimista de no hacer nada al respecto. Pues son los primeros en estar completamente conscientes de que dicho ritmo de vida puede implicar problemas para su salud, tanto mental como física, y también en su sensibilidad emocional. Vivir en el exceso solo por el anhelo de poseer algo que nunca habían tenido.

Ahora bien, como sabemos que nada es legítimamente nuevo o único y que la nostalgia es la mejor forma de vender cosas nuevas, es a partir del acto de recordarnos a épocas que no eran tan buenas. Pero que por la magia del cerebro de descartar algunas memorias sin valor y la idealización de los momentos vividos en el pasado, nos da como resultado que terminemos viendo esa nueva versión de ese clásico del cine, la música, ese juego, juguete o cuando nos presentan diseños de modas viejas que vuelven solo porque nos sentíamos cómodos en ese momento con tenerlos de nuevo.

Partiendo de ello, veo reflejado el aspecto de la cultura paisa, una cultura que se refleja en sus decisiones más recientes y que siempre da mayor razón a la afirmación estructuralista que dice "somos el resultado de nuestra cultura". En los aspectos positivos puedo decir que los paisas somos orgullosos de nuestra tierra y nuestras tradiciones. Somos resilientes y personas muy trabajadoras, entregadas a la familia, cálidas, amables, alegres y profundamente correctas en cuanto a nuestra formación se refiere.

Pero también somos nostálgicos, groseros, violentos, corruptos, aprovechados, religiosos, extremistas, conservadores en el mal sentido y entregados a causas que solo nos destruyen a nosotros mismos. Como paisa y como colombiano, debo admitir que tengo parte de todos estos aspectos en mí, pero al mismo tiempo comprendo que no es sano para nuestra idiosincrasia, que seamos siempre los malos del paseo. Por ello entra justamente la parte consumista mezclada con ese toque nostálgico y conservador que nos caracteriza.

Somos lo que yo podría decir que son las tres C: "Coleccionistas, Conservadores y Consumistas". Pues como todo buen colombiano, heredas el viejo jarrón que lleva tres generaciones en la familia, pero que cuando se rompe lo lamentas, te desquitas de alguna forma con alguien o con el mundo en general y luego corres rápidamente al supermercado a comprar uno nuevo. Aquel padre nostálgico y proveniente del pueblo que por más que se le dice no deja ir ese viejo anaquel, pero que cuando este se encuentre tan desgastado que sea irreparable y este con la pintura desgastada, irá siempre al comercio de confianza, a comprar el más nuevo con total apuro.

Por eso siempre nos volvemos personas que debemos cambiar nuestro rumbo de vivir. Porque acabaremos ahogándonos en nuestra propia desgracia, porque si no terminamos eligiendo a los mismos en todo momento, tendremos los mismos resultados de pobreza, de miseria. Propongo que lleguemos a un punto en donde hagamos una limpieza cultural, dejar todo ese veneno que nos lleva a la profunda rutina de falta de progreso que vivimos en nuestra amada tierra. Porque si no hay que pensar en el siguiente ejercicio, si con mis palabras estás dispuesto a encasillarme en un pensamiento o bando político o intelectual, simplemente porque te arde y duele en el orgullo lo que te digo, pues entonces habrás encontrado el problema que todos tenemos como colombianos.

La pregunta es: ¿Qué harás al respecto? ¿Este es el ejemplo que quieres para tus hijos o nietos? Ser un esbirro de gente a la cual no le importas en lo más mínimo. Porque te lo aseguro, a la gente de los dos lados del espectro no le interesa ni quién eres ni que los defiendas, y estarán siempre buscando la forma de hacerte más pobre, desempleado y miserable.

Para terminar, como paisas sabemos que añoramos los tiempos que ya han pasado, por ello somos los únicos en el mundo que hacemos desfilar por un día entero carros, motos, buses y camiones de una época que ya se encuentra distante para nosotros. Sabemos que son tesoros, algunos de ellos valuados en cientos de miles de dólares. Pero que sin importar el tiempo, tratamos de mostrarle a las nuevas generaciones lo que fuimos, lo que somos y lo que tenemos pensado ser. El legítimo problema de ello es que del pasado nunca aprendemos nada y por eso terminamos repitiendo las mismas tragedias pero con nombres y rostros diferentes.

La carencia de contemplaciónWhere stories live. Discover now