O4 : Gossip Boys pt.2

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Hay algo tan relajante acerca de ordenar su estudio religiosamente cada semana, Charles espera con ansias el día marcado en su calendario para organizar aquel espacio privado y personal.

Por lo general, llevaría toda la tarde clasificar sus libros, mover algunos muebles, quitar cuadros de las paredes o agregar otros, además de recopilar las muchas hojas sueltas de partituras, pero gracias a su entrañable grupo de amigos, ha tenido que acelerar su paso y eliminar la solemnidad del día de limpieza.

Ahora simplemente se ha limitado a sacudir el polvo de la estantería, dar brillo a las fotografías mínimamente sucias, y acomodar todo aquello que no estaba en un lugar prudente, se deshizo de la basura en su papeleta y así acabó.

Charles mira el reloj en su muñeca, todavía tiene algo de tiempo hasta que sus amigos invadan su casa; con todo ya hecho no hay más pendientes, así que aprovecha para pasar el tiempo de su forma favorita.

El monegasco adora la música, sin embargo, el amor por el piano va más allá, comenzó desde sus tempranos seis años, cuando su padre lo introdujo al mundo de los instrumentos clásicos.

Leclerc tiene tantos recuerdos preciosos de su infancia con su papá, quizá es esa una de las razones por las que encuentra refugio en las teclas, más allá del gusto técnico, existe el fuerte lazo que le une a su padre, ya que durante su adolescencia el monegasco se aferró a cualquier cosa para sentir la presencia de su progenitor y asi afrontar la trágica muerte.

Así que, contrario a lo que su madre esperaba, tras su graduación, Charles consiguió un trabajo completamente diferente a su licenciatura, lo encontró en un prestigioso restaurante de Monte Carlo, sirviendo como pianista durante los fines de semana; uno diría que pasaba completamente desapercibido, como una decoración de fondo en el lugar, pero lejos estaba de la realidad.

Al establecimiento le sorprendió gratamente el increíble aumento de clientela que comenzaron a tener de viernes a domingo.

Tal vez el atractivo físico del monegasco es el primer factor a su favor, más de una persona sin duda voltea para mirar una segunda vez, no obstante, aquello solo es la carta de presentación, pues su habilidad musical eclipsa completamente la buena apariencia.

Charles toma asiento frente al gran piano de cola, acaricia las teclas y deja que sus manos actúen, hay magia en las melodías interpretando sonatas conocidas, de igual forma cuando se siente intrépido, y muestra más de su alma deleitando con creaciones propias.

La pasión es perceptible en cada nota, los comensales lo notan, desde el más ignorante en la materia, hasta aquellos juzgadores del talento. Todo el mundo coincide, Charles Leclerc es un completo prodigio.

No importa frente a quien o el lugar, el monegasco siempre se encerraría en su burbuja, por eso casi se le sale el corazón cuando al terminar la pieza en su estudio, un aplauso le saca de su mundo

¡Max! — Leclerc lleva una mano a su pecho debido al susto, el neerlandés le mira con una sonrisa, está de pie recargado en el marco de la puerta.

Hola Charlie — Verstappen se adentra al estudio y choca su puño con el monegasco — ¿Es tuya? — Pregunta a la par que toma asiento en el pequeño sofá rojo junto al librero.

Sí, aunque todavía está incompleta Charles sonríe mientras rasca detrás de su nuca, está algo nervioso, no suele presentar sus melodías a medias.

Suena excelente así, no puedo imaginar la joya que será al final

Gracias El monegasco se sonroja de vergüenza, los cumplidos siempre tienen ese efecto en él — Saliste temprano Charles desvía intencionalmente la atención de sí mismo.

BLIND! ❥ carlandoWhere stories live. Discover now