O8 : Evidencia Persistente

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Es un lunes por la tarde. Carlos se encuentra en su penthouse preparando la cena después del trabajo, nada laborioso. La cocina está inundada por el rico olor de la carne que se cuece, el español tararea la suave melodía de jazz sonando desde el parlante, mientras deja caer la crema de champiñones sobre la pasta hervida.

Han sido días relativamente tranquilos desde el sábado, aunque siendo sinceros, no es que su mente de pronto haya encontrado calma, aún le hace ruido la situación con su novia, no es ciego, Carlos nota las actitudes de Lexi los últimos días, cosa que le lleva a cuestionarse ¿Qué está pasando? una parte de sí se siente abrumada, porque si compara a la chica que conoció en Reino Unido, con la chica que vive en Mónaco, la británica es una persona completamente distinta. Si debemos ser brutalmente honestos, vamos a decir que la única novedad de un tiempo a la actualidad, es precisamente la actitud de Carlos con ella.

Una pareja te cambia, eso es una verdad universal, y los cambios no necesariamente tienen que ser positivos. En este caso, la relación, de forma poco disimulada, los está llevando a un punto de no retorno, quizá en las últimas ocasiones esta situación ha cobrado más velocidad, como una bola de nieve que se precipita rápidamente por la pendiente.

Por otro lado está Lando ¿Qué pasa con su mejor amigo? No lo quiere admitir, en realidad lucha por ahuyentar ese pensamiento de su lado más razonable, sin embargo, el rizado de ojos color caotico está estrechamente relacionado con-

No obstante, tendremos que interrumpir las divagaciones del español, porque una presencia inesperada golpea la puerta principal del penthouse.

El entrecejo de Carlos se arruga un poco, no espera visitas esa noche, además es inicio de semana, ninguno de sus amigos suele aparecer un lunes, pero nadie puede acceder a su piso a menos que sea conocido...

Sainz no divaga más, baja el fuego de la parrilla, limpia sus manos con el delantal que lleva puesto y se dirige a la entrada.

- Hey - Encontrar unos rulos alborotados al otro lado de la puerta esta vez si le causa sorpresa, más aún si se recuerda la tan extraña última interacción que tuvieron.

Norris lleva una hoodie blanca sobre una peculiar camiseta de cuello alto color negro, enfundado en unos jeans holgados del mismo tono y por último, un llamativo par de tenis rojos.

- Que bien te queda el delantal, Carlos - El tono de Lando está impregnado de burla, la sonrisa divertida dibujada en sus labios es la cereza del pastel.

- ¿Qué haces aquí, cabrón? -

- ¿No estás feliz de verme? - El británico se lleva una mano al pecho dramatizando su actuación de ofendido.

- Es lunes, Lando -

- ¿Y el problema es...? -

Carlos lo mira esperando que utilice su razonamiento, sin embargo, Norris conserva una expresión obstinada; el español deja escapar un suspiro resignado antes de hacerse a un lado para permitir el acceso, y así sucede, Lando se adentra con total confianza.

- A veces olvido que realmente no tienes empleo - Carlos se devuelve a la cocina, el castaño lo sigue de cerca.

- Ya vendrá cuando mis papás se retiren, por ahora soy libre... - Alardea mientras se recarga en la isla con los brazos cruzados sobre su pecho - En más de un sentido de hecho -

Aunque esto último Norris lo dice como un discreto susurro, para el oído agudo de Sainz no pasa desapercibido.

- ¿A qué te refieres? - Cuestiona con una ceja arqueada.

BLIND! ❥ carlandoWhere stories live. Discover now