11 : Naves Perdidas

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No es un secreto que Carlos orbitando alrededor de Lando, simplemente se deja llevar por el estado más puro de sus emociones. Sin ningún aliciente particular, la sola presencia del rizado basta para que Sainz esté, de alguna forma, completamente vulnerable ante los ataques del magnetismo.

Un solo vistazo a la pareja interactuando es suficiente para verificar tal química, además de aquella peculiar atmósfera, que repele cualquier factor fuera del caos olivo y la monótona almendra.

Pero permita por un momento algo de sinceridad omnisciente. La última semana de la dupla ha sido con creces distinta a lo que suelen compartir; pese a la complicidad habitual y el jugueteo constante, ciertas nubes de confusión han invadido sus mentes, tomando tanta fuerza hasta convertirse en un tornado arrasador.

¿Hace falta mencionar cuál es el evento responsable de tal catástrofe?

Por otro lado, si las miradas hablaran, si nuestros protagonistas fueran capaces de interpretar los orbes del otro, tal vez la historia que se cuenta sería diferente; lamentablemente no es así, porque antes de comprender lo que pasa en la mente ajena, se debe aclarar lo que sucede en la propia.

Carlos sabe que está en problemas, después de unos días maravillosos en agradable compañía, al fin cae de la ensoñación y el capricho de la vida lo devuelve a su realidad, una donde lealtad y amor llevan nombre.

Posteriormente a los acontecimientos del Sábado en casa del británico, el Domingo por la noche la responsabilidad cae sobre él como balde de agua fría. Hay acción y reacción, infinidad de causas, y por supuesto: consecuencias, las cuales le orillan a dejar de ignorar el gran elefante en su sala.

Un axioma, Carlos es un mal novio mientras Lexi es el paradigma del compromiso. Aquella británica de bonito cabello rizado que aceptó con una sonrisa abnegada cada desplante de su pareja; durante una semana guardó sus sentimientos bajo el tapete, eligiendo confiar sin motivo certero más que su propia fe, aún así, ni siquiera la esperanza le alcanzó para reprimir por completo sus reacciones puntualmente fastidiadas y decepcionadas.

Sainz ahora lo nota, no obstante, solo cayó en cuenta de la situación cuando sus deseos cruzaron los límites apropiados en el verde equivocado. Condenado por la culpa, asustado por las brasas del fuego peligroso, Carlos al fin se aparta del caos olivo para recuperar estabilidad en la tranquila esmeralda.

Es una noche extrañamente fría en Mónaco, cuando el español decide tomar lugar en el ambiente sereno de su terraza. Entre divagaciones, más allá de verdaderas reflexiones, se encuentra tan pérdido en sus pensamientos como sus ojos lo hacen en el paisaje del mar imponente. Hacer un recuento de los hechos en estas condiciones quizá vendría bien, desgraciadamente, tal análisis tiene que ser retrasado, pues la conveniente melodía de su celular rompe la fragilidad del silencio.

El madrileño contesta rápidamente al comprobar el contacto en el identificador.

-Hola mamá-

-Carlos, que alegría me da escucharte- La voz de Reyes al otro lado de la línea adquiere un dulce tono, provocando que Sainz se reclame mentalmente por no haber dado señales de vida el último mes.

Es obvio que la progenitora extraña al mediano de la familia.

-Igualmente- El español pasa una mano por su cabello despeinado, creyendo que, a pesar de la evidente incapacidad para verle, Reyes todavía puede juzgar -¿Cómo estás?-

-Más ocupada que nunca, pero todo de maravilla-

-Me alegro - Realmente no tiene mucho que agregar, bien sabe que durante la temporada decembrina, cada negocio de los Sainz encuentra la forma de saturarse en el trabajo.

BLIND! ❥ carlandoWhere stories live. Discover now