Este es un espacio dedicado a publicar fichas de campeones del videojuego League of Legends y sus apariciones en todas mis obras. Así mismo se publicarán entradas informativas puntuales a modo de blog.
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Quinn y su hermano mellizo Caleb nacieron en Uwendale, una remota aldea montañosa al nordeste de Demacia. Era un lugar próspero de cazadores y granjeros, protegido por montaraces que patrullaban los bosques y ahuyentaban a cualquier criatura peligrosa que descendiese desde las cumbres.
Cuando los mellizos eran pequeños, el rey Jarvan III visitó Uwendale en un viaje por sus dominios. Quinn y Caleb se emocionaron al ver la procesión de caballeros de su séquito, revestidos con resplandeciente y brillante acero. Su padre, un herrero de la aldea, los encontró luego jugando a defender valientemente su hogar, y fabricó un conjunto de armas sencillas para que los hermanos se divirtieran.
Conforme se hacían mayores, pasaban cada segundo que podían fuera con su madre, una vigilante de los montaraces locales. Ella les enseñó a sobrevivir en el bosque, a seguir el rastro de las bestias y, lo que es más importante, a luchar. Quinn y Caleb formaban un equipo imparable. Ella era excepcional rastreando, él era hábil atrayendo a la presa; ella tenía mucha puntería con el arco, y él gozaba de gran pericia con la lanza de caza.
No obstante, una de sus expediciones acabó en tragedia.
Quinn y Caleb, ahora montaraces de Uwendale, recibieron la misión de escoltar a un grupo de nobles de la capital mientras daban caza a un colmívoro gigante, un depredador famoso por su piel gruesa, sus largos cuernos y su naturaleza feroz. Sin embargo, no consiguieron acabar con la criatura, y la bestia herida se volvió contra ellos. Mientras uno le sacó un ojo con la lanza, la otra lo espantó con una lluvia de flechas..., pero eso no impidió que la criatura embistiese a Caleb con su mortífera cornamenta.
El líder del grupo, lord Barrett Buvelle, ayudó a Quinn a enterrar a su hermano cerca del lugar donde este había caído. La muerte de Caleb dejó a Quinn destrozada. Incapaz de pasar página, visitaba la tumba de su hermano con frecuencia. La alegría y la satisfacción que había sentido como montaraz ahora empezaban a desaparecer. Su valentía en el bosque se desvanecía y comenzaba a cometer errores: perdía los rastros más sencillos y le fallaba la puntería.
Un par de meses después, lady Lestara Buvelle hizo una visita a la familia de Quinn. La noble le dio las gracias por haber salvado la vida de su marido y quiso devolverle el favor a toda costa. Pero a Quinn no se le ocurría forma alguna. Agradeció amablemente el gesto de lady Buvelle y se despidió de ella. Un año después de la muerte de Caleb, volvió a su tumba, como había hecho tantas veces anteriormente. Sumida en su dolor, no escuchó que un colmívoro se acercaba. Quinn no pudo evitar fijarse en la cicatriz del ojo de la bestia, pues resultó ser la misma que había abatido a su hermano.
El monstruo atacó. Quinn le lanzó una docena de flechas, pero ninguna lograba acertar. Entonces, supo que había llegado su hora. De pronto, una majestuosa ave descendió en picado. Era un águila de azurita, una raza que se creía extinta hace mucho. El pájaro se lanzó una y otra vez, clavando sus garras y su pico hasta hacerle heridas sangrantes al colmívoro en la cara; pero la criatura no cedía, y sus cuernos rasgaban las alas del ave.