Capítulo 12

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Cuando crucé el umbral, todas las miradas se clavaron en mí como si hubiera entrado en el mismísimo coliseo. La incomodidad se coló sin pedir permiso, pero decidí hacerme la valiente y dar un paso al frente. Mientras subía las escaleras, la voz de Hugo retumbó como trueno.

—Emma, cuando bajes necesitamos hablar—su tono era tranquilo, pero tenía ese toque de autoridad que hasta los valientes harían una pausa.

Si las miradas pudieran matar, ahora estaría bajo tierra, seguro a tres metros de profundidad. Inés me fulminaba con una rabia que ni siquiera intentaba disimular, pero yo la ignoré y simplemente asentí ante la petición de Hugo.

—Te echo una mano con las maletas... —Marina intentó ofrecer su ayuda, pero su voz fue abruptamente silenciada.

—Ella puede sola —Inés habló cortante, como si la ira no le permitiera modular sus palabras.

Me mordí el labio nerviosa, presintiendo la tormenta de palabras que se avecinaba. Tomé mis maletas y empecé a bajarlas por las escaleras, sintiendo cómo mis manos se volvían cada vez más húmedas con cada escalón descendido.

Cuando agarré mi mochila, noté una foto con un papel pegado a su lado. Fruncí el entrecejo y la tomé en mis manos. Mi cuerpo se tensó y un escalofrío me recorrió de pies a cabeza.

Ahí estaba, la razón de los susurros y las miradas acusadoras. Una foto que Sam me había tomado con Demian mientras dormíamos, y sobre ella, una notita que decía:

"Todos en el pueblo tiene razón, eres una maldita puta"

La verdad me golpeó como una ola, pero no podía permitir que me vieran débil. Escondí la foto en mi mochila con manos temblorosas y seguí bajando las escaleras, preparándome para la tormenta que me esperaba abajo.

Al llegar al pie de las escaleras, me encontré con las miradas expectantes de Hugo, Inés y Marina. La atmósfera estaba cargada, y el aire estaba saturado con el peso de las palabras no dichas. Hugo rompió el silencio con suavidad, pero con una determinación inquebrantable.

—Emma, necesitamos hablar.

Mis pensamientos se arremolinaron mientras asentía, consciente de que este encuentro cambiaría todo. Inés seguía con su mirada incisiva, Marina con preocupación en los ojos, y Hugo con una expresión que mezclaba decepción y preocupación.

—Tenemos asuntos pendientes, Emma —añadió Hugo. Su mirada, buscando respuestas en las líneas de mi rostro—. Necesitamos entender qué está pasando. Las apariencias no son buenas, y esa foto...

Tragué saliva antes de responder, tratando de explicar lo inexplicable.

—Hugo, es un malentendido. Demian y yo somos solo amigos. La foto fue tomada fuera de contexto, te lo aseguro.

La tensión en la habitación era palpable, pero antes de que pudiera profundizar en mi explicación, Inés atacó con saña.

—¿Amigos? ¡Por favor, Emma! ¿Crees que somos idiotas? Esa foto dice más de lo que tus palabras podrían ocultar. Siempre supe que no eras de fiar.

—Mamá, no saquemos conclusiones apresuradas. Quizás haya una explicación razonable.—Marina intentó intervenir, buscando calmar las aguas agitadas.

Inés la fulminó con la mirada, sin perder la oportunidad de continuar su ataque.

—No me sorprendería que estuvieras involucrada en esto también, Marina. Siempre has sido la confidente de esta... esta...

—¡Inés, basta! —interrumpió Hugo, su tono elevándose. Luego, volvió su atención hacia mí—. Emma, necesitamos saber la verdad. No queremos juzgarte sin entender completamente la situación.

Así que bésame por última vezWhere stories live. Discover now