Capítulo 30

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Llegué a casa cansada, pero contenta, el viaje de regreso había sido tranquilo y lleno de risas. Apenas había dejado mis cosas cuando mi teléfono sonó, un mensaje de Sam iluminó la pantalla.

"¿Te gustaría venir a una pijamada en mi casa? Traeré a un amigo", decía el mensaje. Sonreí, respondiendo rápidamente que sí. Me encantaba pasar tiempo con Sam, siempre era divertido y el ambiente siempre estaba lleno de risas.

Me cambié rápidamente, eligiendo un conjunto cómodo para la noche. Mientras me preparaba, decidí llamar a Demian para saludarlo.

—¡Hola, Seri!—respondió Demian, su voz llena de alegría—. ¿Cómo estás?

—Bien, gracias—respondí, sonriendo a pesar de que él no podía verme—. Acabo de llegar a casa del viaje.

—Me alegro tanto—dijo Demian, su voz llena de entusiasmo—. ¿Cómo estuvo?

Le conté sobre el viaje, riendo mientras recordaba las bromas y las risas. Luego, le conté sobre la pijamada con Sam.

Hubo una pausa antes de que Demian respondiera.

—Cuidado con Sam—dijo finalmente, su voz llena de preocupación—. A veces puede actuar extraño

Reí, prometiendo tener cuidado, después de todo Sam es como mi hermano y sé que no sería capaz de hacerme algo. Después de despedirnos, colgué, emocionada por la noche que me esperaba.

Con el teléfono en la mano y una sonrisa en el rostro, me dirigí a mi habitación para prepararme para la noche. Elegí un conjunto cómodo, una camiseta suave y unos pantalones de pijama, y me recogí el cabello en una coleta alta.

Mientras me preparaba, no pude evitar pensar en las palabras de Demian. Aunque sabía que estaba bromeando, también sabía qué había un poco de verdad en sus palabras. Sam podía ser impredecible a veces, pero eso era parte de su encanto. Y a pesar de sus rarezas, sabía que podía confiar en él.

Llegué al lugar de trabajo de Sam justo a tiempo para verlo salir, acompañado por un amigo. Sam me saludó con una sonrisa amplia, presentándome a su amigo.

—Vamos a comprar algo de alcohol para la noche—anunció Sam, su voz llena de emoción. Asentí, siguiéndolos mientras se dirigían a la tienda más cercana.

En el camino, me detuve en una tienda para comprar un paquete de cigarrillos. No era una costumbre que practicara a menudo, pero de vez en cuando, me gustaba disfrutar de uno, especialmente durante las noches de diversión con amigos.

Una vez en la botillería, cada uno de nosotros eligió algo. Yo opté por una botella de tequila, mi bebida favorita para las noches de fiesta. El amigo de Sam compró limones, un complemento perfecto para el tequila. Y Sam, siempre el amante del whisky, eligió una botella de su marca favorita.

Nos subimos al auto de Sam, listos para dirigirnos a su casa. Mientras me acomodaba en el asiento trasero, noté que mi dinero para el viaje de regreso a casa se había caído de mi bolsillo. Miré el billete en el suelo del auto, pero decidí no decir nada. No quería arruinar el ambiente alegre con mis preocupaciones.

Al llegar a la casa de Sam, los chicos llevaron las botellas a la sala y las dejaron sobre la mesa. Mientras tanto, me dirigí a la cocina, donde la madre de Sam estaba preparando algo de comer.

—¡Hola, señora Philippe!—, la saludé, sonriendo. Ella me devolvió la sonrisa, claramente contenta de verme.

Pasamos un rato charlando en la cocina, hablando de todo y de nada.

Mientras estaba en la cocina con la madre de Sam, no pude evitar notar cómo miraba las botellas que habíamos traído.

—¿Te gustaría unirte a nosotros, señora Philippe?—, le pregunté, sonriendo.

—Oh, me encantaría, Emma— Ella rió, sacudiendo la cabeza—. Pero me acabo de hacer una liposucción, así que no puedo beber alcohol

Le di una mirada comprensiva, asintiendo.

—Entiendo—dije, sonriendo—. Pero siempre puede unirse a nosotros para charlar

—Eso suena maravilloso—dijo, su voz llena de calidez.

Con eso, dejé la cocina y me uní a los chicos en la sala, lista para comenzar la noche.

Sam comenzó a preparar los vasos, llenándolos con whisky y refresco. La conversación fluyó fácilmente, llena de risas y bromas. Aunque había pasado una hora y ya había tomado un vaso de whisky con refresco, no me sentía ebria. Solo estaba relajada y disfrutando de la compañía de mis amigos.

Fue entonces cuando Sam sugirió hacer karaoke. Todos estuvimos de acuerdo, emocionados por la idea. Comenzamos a cantar juntos, nuestras voces llenando la sala. Incluso la madre de Sam se unió, su risa resonando en la habitación.

A medida que pasaba el tiempo, comencé a sentirme un poco mareada. Saqué mi teléfono y le envié un video a Demian de todos nosotros cantando. Su respuesta llegó rápidamente

"Me dan vergüenza jajajja".

Reí, respondiendo

"A mí también nos damos vergüenza".

Luego, volví a unirme al karaoke, cantando a todo pulmón con los demás.

Después de un rato, decidí servirme otro vaso. Pero antes de beber, me levanté y fui al baño para mojarme un poco la cara. Sabía que tenía que tener cuidado, no quería terminar la noche demasiado ebria para disfrutarla. Pero por ahora, solo estaba disfrutando de la diversión y la risa con mis amigos. Y eso era todo lo que importaba.

Salí del baño y me senté en el sofá, sosteniendo mi vaso entre mis manos. El ambiente estaba lleno de risas y música, y me dejé llevar por la energía contagiosa de la noche. Bebí un sorbo de mi vaso, sintiendo el cálido líquido deslizarse por mi garganta.

A medida que la noche avanzaba, las risas se volvieron más fuertes y las canciones más desafinadas. Todos estábamos disfrutando de la compañía del otro, dejando de lado nuestras preocupaciones y simplemente divirtiéndonos.

Pero a medida que pasaba el tiempo, comencé a notar que mis movimientos se volvían un poco torpes. Mis palabras se enredaban y mis risas se volvían más estridentes. Era evidente que el alcohol estaba empezando a hacer efecto en mí.

Así que bésame por última vezWhere stories live. Discover now