Capítulo 39: FELIZ CUMPLEAÑOS, FRESITA

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17 de julio

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17 de julio.

Aurora.

Mis ojos se abren cuando el sonido del timbre no se detiene y es insistente. Taladra mis oídos y me obliga a recomponerme lentamente en la cama.

Siento como Copito se remueve de la misma manera a mi lado, en el lado libre de la cama. Ronronea estirándose sobre las sábanas blancas.

Me recompongo lentamente, aún adormilada y mirando mis pantuflas rosas en el piso. El sonido del timbre vuelve a romper el silencio, y cierro los ojos con fuerza, poniéndome de pie, colocándome mis pantuflas y tomando mi bata de seda para cubrirme. Ato esta por la cintura mientras camino para salir de la habitación.

El sonido del timbre se vuelve aún más intenso y comienzo a maldecir mentalmente.

Llego a la puerta, tomo el pomo y comienzo a girar este, en cuanto abro la puerta me veo obligada a hacerme a un lado cuando un grupo de gente se adentra a mi nuevo departamento.

—¡Feliz cumpleaños, Aurora Bellerose! —miro a mis amigas quienes lideran esto.

Selene, Faith, Leigh, Lottie, Roxanne, Maeve y Sharon están aquí, con un montón de globos, flores y un pastel.

Aunque me siento aún adormilada no puedo evitar sonreír.

—Chicas —susurro sorprendida y feliz—. Muchas gracias.

Me acerco a abrazar a cada una, quienes abren sus brazos para mí y me abrazan de la misma manera. Agradezco a cada una y se adentran por completo, no dudan en saludar a Copito también, quien las mira desde uno de los sofás, luciendo tan imponente y elegante mientras parece presumir su collar de diamantes.

Cierro la puerta y las miro acomodar todo en la sala de estar, llenando la mesa central y algunas laterales con los enormes arreglos florales así como otras dejan los globos cerca de los sofás y llevan también el pastel a la barra de la cocina.

—Felices veinticinco años —Lottie sonríe en mi dirección y no puedo evitar abrazarla de nuevo.

—¿Sientes algún cambio? —pregunta su gemela a un lado, ambas me miran, con las cejas pelirrojas arriba.

—Me siento completamente igual —respondo yo con una sonrisa.

—¿Segura? —pregunta Sharon ahora desde la barra mientras acomoda el pastel—. ¿No sientes que te truenan las rodillas o algo así?

Todas ríen y hago lo mismo.

Intento ir hasta uno de los sofás pero el timbre sonando de nuevo me obliga a regresar a la puerta. Abro esta y miro al portero del edificio, con un montón de paquetes en manos, detrás de él vienen dos de los guardias con las manos llenas también.

—Buenos días, señorita Bellerose —saluda el portero—. Todo esto es para usted.

Miro asombrada todo, me hago a un lado y los dejo pasar, mirando como se esfuerzan por acomodar todo lo que traen consigo.

Falsamente tuyaWhere stories live. Discover now