Capítulo 43: ABISMO

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Aurora

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Aurora.

El sonido incesante de lo que parecen ser máquinas, no dejan de pitar en mis oídos, lo que ocasiona que mis ojos se abran con lentitud y un horrible dolor de cabeza me invada cuando una luz blanca me llena las pupilas, logrando que cierre los ojos de nuevo y con rapidez.

Pequeñas pulsaciones golpean mi sien y el dolor me hace soltar un pequeño quejido.

—¿Aurora? —su voz golpea mi sistema. Su voz llena mi alrededor y por un momento puedo sentir como mi cuerpo se tensa ante aquella voz, voz que creí no volvería a escuchar.

Abro los ojos con lentitud, la luz blanca que antes me iluminaba ahora es cubierta con una enorme sombra, su silueta.

Un par de ojos marrones coinciden con los míos y mi corazón comienza a latir con desespero, escucho como las máquinas a mi alrededor comienzan a alterarse. ¿Ese es el sonido que hace mi corazón por él?

—¿Aren? —pregunto en un susurro débil. Mi garganta duele, siento mis labios resecos y cada letra de su nombre rasga mi voz.

Una sonrisa se pinta en sus labios, se inclina y siento como estos impactan en mi frente, deja un beso dulce y protector.

—¿Cómo te sientes? —pregunta una vez que se recompone. Miro a mi alrededor, identificando casi al instante que se trata de una habitación de hospital, llevo encima ropa de hospital, me cubre una ligera manta y hay una intravenosa en mi brazo.

—Mal —respondo sin mentir y sin dejar de analizar a mi alrededor hasta que vuelvo la mirada a él.

Mi voz es rasposa y odio la sensación que ocasiona en mi garganta.

—¿Qué pasó? —pregunto, hago una mueca ante las lagunas mentales que tengo en la cabeza y que no me ayudan a responder las preguntas que se han ocasionado.

—¿Recuerdas algo sobre las últimas horas? —pregunta el magnate, pasando una mano por mi brazo y acariciando lentamente. Me gusta sentirlo, eso me hace saber que no se trata de una alucinación que mi cabeza ha creado de él ante su ausencia.

Niego con la cabeza. Traga saliva lentamente y asiente.

—No te preocupes —responde, pasando ahora su tacto a una de mis mejillas en donde acaricia de manera tierna y dulce—. Todo está bien.

La puerta de la habitación se abre y llevo la mirada hasta esta cuando una doctora se adentra a la habitación.

—¿Cómo se siente, señorita Bellerose? —pregunta la mujer, acercándose con una sonrisa que no me hace sentir mejor.

—Fatal —respondo en un susurro. Cada palabra que sale de mi boca es real. Me siento mal, me siento fatal.

Me siento débil, sin fuerzas y sin ganas de absolutamente nada.

Termina de acercarse y después de darle mi permiso, comienza a hacer su revisión de rutina. Todo lo hace mientras me informa que sufrí un desmayo y que este se produjo por la falta de alimentos y líquidos en los últimos días.

Falsamente tuyaWhere stories live. Discover now