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Frank Sinatra sonaba por los altavoces estratégicamente escondidos en las esquinas del café Gourmet, un pequeño lugar rustico con luces colgantes y amarillas y, con una cálida tranquilidad. El olor a café y chocolate estaba siendo opacado por el fuerte desinfectante de cerezas para lustrar el piso, las mesas totalmente limpias y recogidas junto a las sillas de madera rustica apiladas encima de estas.

Ku Cassidy o Cassi, como su familia la llamaba, estaba terminando de trapear el lugar, la hora en el gran reloj detrás de la registradora mostraba las diez de la noche de una navidad. El café estaba cerrado y la paz del jazz la tenía deleitada, pero eso acabaría en cuanto pisara su hogar. Nuevamente evaluó con su mirada el lugar, estaba limpio, recogido, ordenado y no había excusa para llegar después de que todos fuesen a la cama.

Exhalo exhausta colocando todo en su lugar, tomo su bolso del pequeño locker y salió apagando las luces y cerrando el lugar con sus llaves, al día siguiente el gerente tomaría su lugar para ella descansar, ojala pudiera descansar.

Para Ku Cassidy no era difícil llegar y salir del trabajo, pues vivía a dos cuadras, una casa pequeña de dos plantas que era imposible no distinguir de tantos adornos navideños, su padre, madre y hermano adoraban la navidad, pero ella no encontraba esa pequeña emoción desde hace algunos años.

— ¡Cassi llego! —Cerro los ojos al escuchar la voz de su hermano menor, estaba cansada y el dolor de cabeza apenas empezaba —, que bueno que llegas, casi hago una huelga porque la tía Sara no quería cenar sin ti.

— ¿La tía Sara está aquí? —Pregunto a su hermano, este asintió levantándose del sillón de la sala para caminar hasta la cocina —subiré a cambiarme, diles que no tardo.

—Puedes decirle tu misma, llegas tarde y tengo hambre.

Cassidy solo bufo quitando el gorro de lana menta de su cabeza, sus pies sonaron con fuerza sobre las escaleras de madera y luego el portazo se escuchó, seguro sus padres suspirarían abajo y su tía solo sonreiría para calmar las aguas del lugar, como siempre.

—Mi estrellita ha llegado, no sabes cuánto te extrañe —sonrió al sentir los cálidos brazos de su tía a su alrededor, la cocina olía exquisito y seguro gran parte de la cena de esa noche la había cocinada ella —pensé que llegarías después de navidad, casi te busco o llamo al gerente por tenerte tanto tiempo ahí.

—No seas exagerada tía, a mí también me encanta verte y te extrañe.

— Por lo menos, oh, el timbre, ese debe ser Arthur.

Sonrió viendo como su tía Sara corría hacia la puerta muy apresurada. Amaba a esa mujer cariñosa toda vestida de colores pasteles, lo opuesto a Arthur, su esposo. Arthur era un excelente hombre, callado y reservado quien se había casado con su tía en Estados Unidos hacia poco, vestía siempre de negro y trabajaba en una tienda a su nombre de antigüedades. A sus padres no les agrado, pero a ella sí, ambos se hicieron amigos silenciosos quienes mantenían su faceta de solo mirar y comer lo que se les servía.

—Arthur bienvenido nuevamente —le sonrió desde una esquina cuando noto a su madre saludarlo en la entrada, este le regalo la misma sonrisa notando la incomodidad —pasa, toma asiento, ya estamos por sacar algunas cosas, Cassi trae las copas que están en la repisa.

La cena en la casa de los Ku siempre había sido amena desde que ella tenía uso de razón, solo cuando estaba su tía alegre, cuando estaban sus padres era incomodo, pues su hermano prefería comer en el sillón con la televisión a todo volumen y ella sentada tratando de respetar la tradición, tal vez por eso le aburría tanto las fechas de noche buena.

—Conseguí una nueva casa cerca de la tienda de Arthur, es muy linda con grandes ventanas y veo los arboles— comento su tía risueña llevando parte de su copa a sus labios bien pintados de rojo, Arthur a su lado cortaba parte de su pollo— quisiera que Cassi me acompañe el fin de semana a desempacar, ¿Te gustaría cielo?

—Bueno... creo que abriré el café temprano, pero puedo pedir salir un poco antes para ayudarte.

— ¿No tenías que estudiar?— pregunto su madre, sus ojos fijos en ella mientras los cubiertos se detenían en la mesa— queremos que el próximo año entre a la universidad, es el tercer examen que fallas y ya tienes veintiséis, Cassidy.

—No creo que haya ningún problema— contesto su tía, la mueca en su rostro por interrumpir el buen ambiente—. Solo será ese día y luego vuelve a sus estudios, además; estamos en navidad, ¿Quién estudia en esta época?

—Creo que Cassi, ella es la única torpe que reprueba tantas veces para la universidad. — contesto su hermano con gesto burlón.

Cassi dejó caer de golpe los cubiertos y se levantó abruptamente de la mesa llamando la atención de todos.

—Se me quito el hambre, felices fiestas familia.

Su tía intentando apaciguar nuevamente el ambiente tomo su mano regalándole un apretón cálido y reconfortante, su mirada rogaba que no se fuera de ahí, pero ganas no le faltaban.

— ¿Por qué mejor no abrimos los regalos?— pregunto Arthur, todas las miradas en el— sería bueno abrir los regalos que están debajo del árbol, ¿No?

— ¡Fabuloso!— Sara arrastro a Cassi con una sonrisa enorme— ¡Vayamos abrir regalos!

— ¡Fabuloso!— Sara arrastro a Cassi con una sonrisa enorme— ¡Vayamos abrir regalos!

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El Cascanueces©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora