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Cassidy jadeo al sentir el fuerte golpe en su abdomen, sintió el aire desaparecer por minutos y apretó sus ojos llenos de lágrimas, ¿Si los abría seguiría en aquel lugar o estaría en su cama revelando así que solo había sido un sueño de muchos? Exhalo escuchando de fondo como su madre llamaba a desayunar, abrió despacio sus ojos ya desbordados de lágrimas encontrando la hora en su mesa de noche, diez de la mañana de un veinticinco de diciembre.

— ¡Cassidy baja!— grito su padre desde la planta baja.

Con impulso se incorporó notando el vestido, estaba igual que en aquel baile, sollozo tapando su rostro completamente rojo y avergonzado, entonces, ¿Todo había sido real? ¿Él era real? Observo a su alrededor buscándolo con la mirada, las almohadas pararon en el suelo y las cobijas le siguieron, libros, ropa e incluso algunos objetos de la repisa, pero el cascanueces no estaba. Tomo la caja sorbiendo de la nariz, estaba vacía, solo el grabado viejo estaba en la tapa.

— ¿Por qué demonios estas vestida así?— volteo, su hermano estaba en la puerta mirándola como si estuviese loca—, ¿Te escapaste anoche o pensabas hacer un show de princesas?

—Cierra la boca y lárgate de mi habitación— gruño, las lágrimas resbalaban como cascada haciendo la figura de su hermano borrosa, este sorprendido se enderezo para reclamarle pero salió despavorido en cuanto le grito— ¡Te dije que te largaras!— sintiendo los espasmos de su cuerpo por los sollozos tiro la caja con fuerza sobre el suelo, no entendía que había sido eso, por un momento estaba todo bien y al segundo descubrió que tal vez ese ser llamado cascanueces estaba jugando con ella.

Tomo algunas prendas y entro a su baño para darse una ducha, iría directo a la tienda de su tío y si no se encontraba buscaría la dirección de su nueva casa. Escucho como estaban en su habitación, seguro su madre la esperaría sentada en la cama para pedirle una explicación del porqué trato a su hermano así. No le importaba.

— ¿Se puede saber porque le gritas a tu hermano de esa manera? Hasta abajo se escuchó el grito, Ku Cassidy, no sé qué demonios te pasa desde anoche, pero pido respeto a esta casa y a tu hermano.

— ¿Y cuándo le pedirás respeto hacia mí?— la encaro terminando de echar sus cabellos mojados hacia atrás— ¿Cuándo le vas a decir que soy la mayor y debe tenerme respeto? Porque estoy cansada de repetírselo y tú, en vez de ayudarme solo le aplaudes cualquier cosa que quiera o diga, estoy cansada de todo el tiempo ser insultada y degradada, no solo por él, sino por ti y por mi padre. ¿Que no encuentro que hacer? ¿Qué importa eso? No me gusta estudiar, no veo nada interesante que llame mi atención, me siento fuera de lugar en esta casa y fuera, en el mundo real, no pertenezco aquí y cada día de mi vida es difícil, porque todos me restriegan que lograron algo, que estudiaron, que a mi edad hicieron esto y aquello, ¿Y? yo no soy ustedes, no soy los de afuera, soy completamente distinta y me niego a seguir un patrón solo para conformar a los demás, es mi felicidad y si en un futuro solo quiero criar plantas así será. — Cassidy dejo a su madre con la boca abierta y tomo el bolso junto a la caja, el vestido había quedado tirado en el suelo junto a la tiara de plata.

La tienda de su tío era un poco más lejana, las calles estaban repletas de nieve y se arrepintió de salir con el cabello mojado, su rostro estaba rosado y ya sentía un malestar en la cabeza. Poco había visto a transeúntes, dos o tres autos y un perro solitario fuera de una tienda de convivencia. Se detuvo en un semáforo y noto la gran tienda de su tío, paredes y techos de color oscuro, ventanales con alguna decoración navideña sin perder la esencia de las antigüedades que estaban dentro. Cruzo la calle y tomo el pomo en cuanto estuvo frente, exhalo e inhalo un par de veces antes de empujar y escuchar la campanilla. Todo estaba en silencio, no había nadie en el mostrador, seguro su tío estaba en el depósito.

— ¿Tío Arthur?— llamo, pero aun así no obtuvo respuesta. Sus ojos pasearon por las estanterías recién limpiadas, pues no había nada de polvo. Noto varios muñecos, máscaras y figuras de porcelana, libros y alguno que otro joyero.

— ¿Qué haces aquí cariño? — salto asustada llevando las manos a su pecho, su corazón estaba acelerado— oh, lo siento tanto, no quería asustarte de esa manera.

—No te preocupes, estaba absorta y no escuche cuando bajaste, ¿Dónde está el tío?— pregunto acercándose hasta la registradora, su tía se detuvo mirándola con el ceño fruncido.

— ¿Qué tío cariño? Aun no me decido después de la cita de hace unos meses, el chico es un amor, pero no comprende mis gustos.

Cassi parpadeo, aquella broma no le gustaba, — tía, ¿Es una broma cierto? ¿Dónde está el tío Arthur necesito hacerle un par de preguntas?

—Cielo, ¿Estas enferma? — Toco su frente— puede que engripes por salir así, y no sé de qué Arthur hablas, sabes que no tengo pareja y tu madre se encarga de recordármelo siempre.

Cassi se alejó en estado de shock, aquello era imposible, ¿Cierto? No podía ser. Pasó de su tía y abrió la puerta que daba a su oficina, recordaba haber visto un cuadro de su tía y tío en la boda hace años, pero este no estaba, no había nada.

— ¿Cassidy, que es lo que pasa?— pregunto Sara detrás de ella, estaba preocupada al verla tan pálida.

— ¿Arthur... no es el dueño de esta tienda?

— ¿Qué? No, cariño. La compre hace poco, ¿olvidas que perdimos el camión de mudanza tres veces?, me tienes que decir que sucede, y quien es ese Arthur del que tanto hablas, ¿Estas bien hija? — entonces recordó lo que su tío le había dicho la noche anterior antes de cerrar la puerta, "Cassi, ¿Fui un buen tío para ti?" — ¿Cassidy que tienes? ¡Cassidy!

La oscuridad llego después, pues su mente colapso al no encontrar respuestas. 

 

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El Cascanueces©Where stories live. Discover now