Hilo rojo | Eimiko

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--Yae no quiero entrar.

--Ayaka no te preocupes, no nos morderan. La joven le sonrió a su amiga peli-celeste, para luego solo palmear su espalda para animarla a entrar.

Ambas chicas estaban nerviosas de estar en un país que no habían pisado hace años, sus padres eran grandes amigos y ambos llegaron a un acuerdo de volver a Japón, habían estado viviendo en Estados Unidos casi 8 años y era algo extraño para ellas.

--¿Crees que me recuerde?

--No lo sé Ayaka, éramos muy pequeñas. Respondió con duda la peli-rosa aunque si ellas las recordaban ¿significaba que ellas igual? la joven solo nego con su cabeza, aquello era imposible.

Las chicas entraron en aquel instituto recibiendo varias miradas sobre ellas, Ayaka paso su mano por el brazo de su mayor aferrándose a ella por el nerviosismo que le causaban las miradas de los demás, la peli-rosa solo le sonrió mientras se dirigía a las oficinas del director.

--¿Por qué se nos quedaron viendo?

--Querida, somos lindas y creo que piensan que no somos de aquí. Yae vio a su amiga pero un fuerte choque hizo que mirara hacia al frente, tenía una chica bastante alta frente a ella.

--Lo lamento.

--Fijate por dónde vas rosita ¿Acaso cuando caminas no ves al frente? Yae hizo una mueca a la agresividad de aquella rubia iba a reprochar pero una joven se interpuso.

--Signora deja a las nuevas, solo fue un accidente. La chica estaba recostada en la puerta de la cafeteria, al voltear a ver a la de ojirosa vio aquel hilo rojo, ambas pudieron verlo en el meñique de su contraria.

Yae inmediatamente reconoció aquella chica, aquel hilo rojo aún no se había roto y seguía con la joven que se adueñaba de sus pensamientos desde pequeña.

--Tsk.. está bien Raiden, solo por esta vez.

--Disculpenla no suele estar de mal humor, siempre es amable.. Lumine apareció detrás de la peli-morada sacando del trance a ambas chicas, la joven estiró su mano hacia las nuevas para darles un saludo cordial y presentarse
--Me llamo Lumine, un gusto. Ayaka y ella estrecharon la mano, Ei se puso al frente de ambas ahora mirando unos cuantos segundos a las dos, Lumine solo la miro con seriedad.

--Claro, claro... Me llamo Ei. La joven estiró su mano con nerviosismo hacia la peli-rosa mirando aún aquel hilo que conectaba con los dedos de ambas, al estrechar sus manos ambas sintieron un escalofrío en su espalda.

Las almas gemelas cuando se encontraban o se tocaban siempre había un choque eléctrico en el cuerpo de ambas personas eso significaba que era su alma gemela predestinada a estar juntas toda la vida, Raiden lo sabía perfectamente con miedo alejo rápidamente su mano evitando a toda costa mirarla.

Esto no podía estar pasando, odiaba el maldito destino y sus planes... Ella no quería encontrar a su alma gemela ahora.