Una vez más, Masaru había mandado a su hijo algunas ligas. Sabía que a sus amigas les gustaba usarlas, al igual que Katsuki.
Este último las utilizaba más bien para molestar a Shoto, a veces hacia solo una colita, otras veces dos y muy rara vez usaba tantas como el cabello de su novio le permitía.
—¿Listo?— insistió, por tercera vez.
—Aún no, y si te sigues moviendo menos vamos a terminar.
—Pero yo también quiero hacerlo, y te estás terminando las ligas.
—Si sigues hablando te pondré una en la trompa— señaló, mostrando la liga.
Shoto pareció comprender, entonces Katsuki se permitió respirar tranquilo, creyendo que finalmente estaría en paz. O eso creyó.
—Si me pones la liga, ¿No me veré como un pato?.
—¡Sho!
—¡Está bien!. Me callo— cubrió su boca con ambas manos. En venganza a esto, Katsuki jalo rápido un pequeño mechón, riendo ante la expresión que hizo Shoto. Se relajo un poco.
— — — —
A este punto, Shoto levantaba la mirada en repetidas ocasiones, con la esperanza de que se apiaden de él. Pero no funcionaba, claro.
—Oye... No hagas esa cara, ni siquiera te lo he dicho aún— arrugó las cejas— Te decía, si fuera un pato, ¿Me seguirías amando?.
Katsuki suspiro, cansado.
—Sí, Shoto, sí. Te seguiría amando aunque seas un perro, un cheeto, una piedra, una hoja y un pato. ¿Contento?.
—Sonó muy forzado. No me amas en serio.
—Imbécil. Si no te amará no te chuparía el pito ni mucho menos dejaría que me cojas, así que sí. Te amo bastante, maldito idiota.
De haber sabido la expresión que pondría tras decir esas palabras, le hubiera seguido la corriente desde un inicio.
—Silencio. No digas una sola palabra— quisiera regresar el tiempo a su yo de hace algunos segundos atrás y golpearlo por decir tal cosa.
—No he dicho nada— respondió sin borrar aquella sonrisa de su rostro.
Katsuki lo observó, notando que si seguía hablando, la situación sería peor.
—No puedo con esto— se levantó de las piernas de Shoto, bajando de la cama y se dirigió a la puerta— Me largo.
Por otro lado, Shoto espero a que se diera cuenta de algo. Y en tres... Dos... Uno.
—Es mi habitación, así que vete tú.
Una vez que Shoto saco ambas piernas de la habitación, el portazo tras su espalda no se hizo esperar.
— — — —
Han pasado dos horas desde aquella situación, y ninguno se había dirigido la palabra o había mandado algún mensaje. Así que pensó que era momento de ir y decir que estaba todo bien, pero tal parece que se adelantaron en "disculparse".
—¿Puedes quitarme esto?. Ashido ya posteo una fotografía mía en su Instagram.
O quizá no.
Había olvidado que lo saco de su habitación pareciendo un erizo.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
