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-Sarah.

Me desperté con los ronquidos de Maggie, me di la vuelta y le tiré un cojín que dio justo en su cara. Ella se quejó un poco y me sacó el dedo corazón.

Me puse en pie y fui a mi armario, me preparé unos pantalones con una camisa negros.

Hoy voy a ir a ver a mi abuela. 

Ella ha vivido aquí desde que era pequeña, pero cuando yo nací, se fue a Londres. Igualmente, mis padres la enterraron aquí.

Entré al baño y vi que en el suelo estaba la chaqueta de James otra vez en el suelo. La recogí y la puse con mi ropa. 

Ayudaba que la chaqueta fuera negra con un número en la espalda, concretamente el diecinueve, porque pegaba.

Cuando salí de la ducha, me puse la ropa y me marqué la línea de agua junto con las pestañas y el delineador.

— Maggie, me voy —comuniqué mientras salía del baño.

Ella se levantó de la cama y me miró.

— ¿Por qué vas entera de negro y con la chaqueta de James?

— Voy a ver a mi abuela. Está enterrada aquí, y la chaqueta otra vez me la llevé ayer sin querer.

— Con que sin querer, ¿eh?

— ¿Qué insinúas, Maggie?

— Insinúo que sabías perfectamente que la llevabas puesta, pero como te gusta James, te la quedaste.

— ¡¿QUÉ?! Jem es mi amigo, solo eso, Maggie.

— Como acabas de llamarlo, Sarah —dijo entre risas.

Me puse roja al instante. Joder, no puedo ser más torpe; siempre me pasa algo igual.

— Ya, Maggie, puedes dejar de reírte, en serio —le dije con el ceño fruncido.

— Vale, vale, tranquila —me dijo mientras me tiraba un cojín que esquivé.

— Ya en serio, Sarah, sabes que si te gusta me lo puedes comentar.

— Maggie, ya te he dicho que él es solo mi amigo. Ya déjate de historias. Me voy ya que si no, no llego para coger el autobús —le dije mientras abría la puerta de la habitación.

— Vale, lo siento. Hasta luego o si te distraes, hasta luego la noche.

Salí de la habitación todavía con las mejillas rojas por la vergüenza. Mientras esperaba el autobús en la parada, yo leía y escuchaba música a la vez. 

Estaba tan desconectada del mundo que no me di cuenta cuando llegó el autobús. 

Me subí y llegué; fue tan rápido que no me di cuenta de que me había ido a las nueve de la mañana, y cuando llegué al cementerio eran las doce del mediodía.

Mientras caminaba hacia la tumba de mi abuela, escuché cómo una rama se partió cuando alguien la pisó, pero no le di mucha importancia. 

Me senté en la fría piedra de su tumba y comencé a hablarle.

— Hola, abuela. Ya sé que hace tiempo que no vengo, en realidad, hace ocho años, pero con los estudios y todo lo liada que he estado, no he podido venir. 

No pude retener las lágrimas, y tampoco quería hacerlo, así que las dejé fluir.

— Te he echado muchísimo de menos, abuela. Tus consejos, tus buenos días, tus comidas, tus canciones por las noches antes de irme a dormir, tus besos, tus abrazos, tus consejos cuando me enamoré por primera vez.— me limpie las lagrimas. —Siempre has sido tan comprensiva conmigo, nunca me has puesto una mano encima por algo que haya hecho mal —seguí mientras mis lágrimas caían y caían.—Mamá está muy bien en casa, al igual que mis hermanos.

Mientras seguía hablando, el sonido de mi móvil me obligó a parar. 

Saqué el móvil del bolso y vi que me llamaba un número que no tenía guardado en mi agenda.

Respondí y escuché esa voz, esa voz que tanto he odiado y tanto odio.

— ¿Quién es?

— ¿Sarah, eres tú?

— Sí, soy yo. ¿Qué quieres, Iván?

Iván es mi exnovio, el que me engañó con mi mejor amiga Abbie, es ese desgraciado.

— Hola, mi amor. ¿Cómo estás?

— ¿QUÉ?

— Que cómo estás, amor.

Me quedé tan paralizada que no pude responder. ¿Por qué me llama así si él y yo no somos nada?

— No me llames así porque tú y yo no somos nada, ¿me entiendes? —le respondí enfadada.

— Como que no somos nada, Sarah. Te he dado unos meses para ver si me llamabas, pero como no lo has hecho, te he llamado yo.

— Sabes qué, no puedo y no quiero hablar más contigo. Adiós.

— Espera, Sarah, am...

Colgué enfadada y me despedí de mi abuela. Mientras caminaba hacia la parada de autobús, vi que un coche pasaba por allí.

— Qué raro, nunca pasan por aquí coches —pensé.

Cuando se acercó más, me entró un poco de miedo, pero enseguida se me fue al ver que era James.

— ¡Joder, James, me has asustado! ¿Por qué no me has llamado?

— Buenas tardes para ti también, princesa. Lo siento por asustarte, pero sí te he llamado y tú me has colgado —respondió él con una sonrisa.

Cada vez que escucho que me llama princesa, una sonrisa me sale en los labios por más que me esfuerce.

— Lo siento por colgarte, pensé que eras...

— ¿Quién? —me preguntó mientras me subía al coche.

— Nadie, alguien que ya había llamado varias veces.—le evadí.

Durante el camino, él puso varias canciones que me gustaban mucho, para que las cantara. Hasta que paró en un puesto de comida y me compró un hot dog.

— Gracias, no tenías por qué venir a por mí, Jem —le dije mientras devoraba mi hot dog.

— No hay porque darlas —terminó él arrancando el coche y volviendo a coger camino en la carretera.

Después de unas dos horas, eran las nueve de la noche cuando llegamos al hotel.

Maggie, Manuel y Anny estuvieron llamándome por el día. A todos les decía lo mismo, que estaba bien, que no se preocuparan, cosas así.

— Cuando estábamos en la puerta, me despedí de James y otra vez le di las gracias. Él se fue, y yo subí a la habitación de hotel. 

Me sorprendí mucho al ver que mis chaquetas, mis llaves, mis cosas no estaban en la habitación.

— MAGGIE, ¿DÓNDE ESTÁN TODAS LAS COSAS? —dije en voz demasiado alta.

— Ah, hola, Sarah. Es que he pensado en remodelar la habitación y saqué todas nuestras cosas —me dijo con cara de ternura.

— Vale, Maggie, pero ya me podrías haber avisado, pero ya qué.

— Has llamado tú a James, ¿verdad? —le pregunté poniéndola nerviosa.

— Bueno, se puede decir que... sí —me dijo ella poniendo cara de miedo.

— ¡Lo sabía! ¿Qué le has dicho exactamente, Maggie?

— Bue...no...le...he...dicho...que...pues, eh, que estás...bastante triste y que habías ido al cementerio...

— No te mato ahora, Maggie, porque tengo mucho sueño. Si no, te juro que te mataría.

— Vale, gracias —murmuró ella.

Me desmaquille, me cambié y saqué fuera la chaqueta de James para que se secara un poco después de haberla lavado, y me fui a dormir.

— Buenas noches, Maggie.

— Buenas noches, Sarah.

Los Secretos Del Pasado. (COMPLETA✔️) (En revisión)Onde histórias criam vida. Descubra agora