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Si a alguien le gustas, lo más probable es que no llegue un día cualquiera y te confiese que está loco por ti, pensaba Saray mientras se acababa de vestir. Las palabras de Axel seguían retumbando en su cabeza. En el lenguaje amoroso, o al menos en el flirteo cotidiano, a veces importaban más los silencios, las miradas o los dobles sentidos que las palabras. Habían pasado por eso todo el mes que estuvieron juntos en el tratamiento, a diario. Las grandes confesiones nunca se producían así de la nada; la mayoría de las veces se daban en un momento de sinceridad y atrevimiento en un espacio íntimo. Por lo general, se trataba de esperar a que llegara el momento oportuno, y tal vez fuera un juego de miradas lo que daría paso a un beso apasionado que resolvía la situación y ponía las cartas sobre la mesa. Pero hasta que llegara ese momento propicio, en realidad todo se basaba en una sucesión de detalles a simple vista normales, de gestos en el día a día que no querían decir nada, pero en el fondo lo estaban diciendo todo. Eso fue exactamente lo que pasó cuando Axel la vino a buscar.

Saray entró en el coche y lo saludó.

—Hola, ¿qué tal? —Nerviosa, sin saber cómo actuar, empezó a apretarse el cinturón, con cierta torpeza, y a mirar en todas direcciones menos en la de él.

Por su vez en la cabeza de Axel circulaban otros pensamientos: una sonrisa en la recepción de ella, darle la mano, mencionarle por su nombre, mirarle con atención... Convertir estos gestos en un hábito, ése era el reto de volver a estar en una relación. Algo que él tenía totalmente desaprendido. Y, de la misma forma, sin saber que hacer, se veía forzado a reencuadrar el encuentro, y el esfuerzo emocional de hacerlo le haría más cordial y empático. ¡Otro reto que superar!, pensó. Otra cosa que no recordaba haber hecho nunca con otras chicas, pero que realmente quería hacer con ella, le apetecía mucho.

Entonces, mientras Saray terminaba de abrocharse el cinturón y miraba al frente, él volvió a quitarse su cinturón y luego el de ella. Al escuchar el clic, la pilló por sorpresa y no tuvo más remedio que girar el cuello hacia Axel para mirarlo.

Lo encontró mirándola con una sonrisa boba y ella se ruborizó ligeramente. Parecía una tontería. De hecho, parecían dos niños enamorados por primera vez, que no sabían qué hacer.

La explicación de este "flirteo velado", como lo podríamos llamar, es que cuando Axel la miró entrar en el coche fue inevitable que se notara su deseo hacia ella, ya que su inconsciente actuaba a pesar de que su parte razonal intentara rebajar la atracción. Aunque había señales que eran muy obvias y se cazaban al vuelo, otras no lo eran tanto para Saray, inexperta en estos temas.

—Estás muy guapa —dijo él, iluminando los ojos.

Saray tenía días en los que se levantaba y se veía ideal, pero también había otros días más negros en los que no podía dejar de observar todos sus defectos... ¡incluso los inexistentes! Por eso, decidió vestir un vestido negro entallado con un corte hasta las rodillas y se puso un poco de maquillaje, para verse más bonita. No la llevaba en la vida cotidiana, así que resaltar su rostro con color hacía más evidentes sus mejores rasgos.

—Gracias —y al colorete que ya había aplicado se juntó su tan natural tono rojizo.

Axel le acarició la mejilla y le dio un gentil beso que duró unos segundos a lo que él añadió un mordisquito suave y lento en su labio inferior. Un minúsculo movimiento que envió un escalofrío por la columna de Saray.

—¿Vámonos?

Ella asintió con la cabeza, incapaz de decir palabra.

Entre silencios y un par de frases banales, ellos llegaron al restaurante. Un ambiente elegante y sofisticado que no pasó desapercebido a los ojos de Saray. Poco acostumbrada a esos lugares, perdió la vista en la decoración por algunos instantes. Cuando entró al edificio, las miradas se volcaron hacia ella. Ser la acompañante de Axel siempre era un peligro, especialmente para los paparazzi, y estar en una habitación llena de modelos, gente de alto nivel y multimillonarios famosos era algo que la dejaba bastante incomoda.

Combate de Amor | Terminada y completaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora