19.

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El sol acababa de salir en el horizonte cuando Saray llegó a casa de Axel. A pesar de pasar la noche en vela, estaba decidida a seguir cumpliendo su tratamiento. Anoche, en la cena, la exnovia de Axel había aparecido de la nada y había insinuado que los dos habían tenido algo más que una simple relación de amistad, cuando Saray ya lo había conocido. Saray estaba furiosa y decepcionada, pero decidió aparcar sus sentimientos por el momento, ya que tenía que hacer su trabajo como fisioterapeuta.

Aquella mañana no fue Adelia quien abrió la puerta a Saray. Fue él, directamente. Cuando se miraron a la cara, la tensión entre ellos era palpable.

—Buenos días —dijo ella con voz fría mientras entraba en la casa de Axel.

—Buenos días —respondió él intentando disimular su nerviosismo—. ¿Cómo has dormido?

—Como he podido —respondió Saray con desgana mientras esperaba a que él le diera las directrices para pasar a otra instancia.

Axel tragó saliva, desesperado. Iba a preguntarle si quería comer, como hacía siempre, pero decidió callarse. Se notaba que estaba muy enfadada. Y él no sabía cómo entablar conversación con ella. Haberse presentado ya era un logro para él, ahora no podía joderla en absoluto. Le hizo un gesto para que bajaran al gimnasio y empezasen el tratamiento. Aquella mañana Axel no había nadado en la piscina, como lo hacía a diario, sólo se había dado una larga ducha después de trasnochar.

El silencio entre los dos era cortante. Saray puso la bolsa con su equipo sobre un banco y empezó a organizar todas las cosas, de espaldas a él. Cuando por fin se dio la vuelta, Axel sintió que se le había roto el corazón, tenía la cara desencajada y los ojos muy hinchados, estaba claro que llevaba mucho tiempo llorando. Sintió que se le comprimía el pecho, en un impulso casi instintivo de abrazarla y consolarla, pero se quedó tan quieto como una estatua de hierro. Temía que cualquier cosa que hiciera sólo empeoraría su estado de ánimo.

—¿Empezamos? —dijo Saray con un tono súper seco.

Axel asintió y se sentó en la camilla mientras Saray empezaba a hacerle los ejercicios correspondientes. Durante los primeros minutos, apenas se dirigieron la palabra, sólo el sonido de los ejercicios y la música de fondo se escuchaba. Axel tenía altavoces por todo el gimnasio y siempre tenía puesta alguna lista de reproducción. Esta mañana había puesto una cualquiera.

La tensión entre Saray y Axel seguía en el aire, pero ahora había una nueva dimensión que se había añadido a la ya acostumbrada tensión nerviosa: la tensión sexual. Mientras ella le hacía el tratamiento, no podía evitar notar la tonificación de los músculos de Axel bajo sus manos y el aroma masculino que emanaba de su cuerpo.

A pesar de su enfado, Saray se sentía atraída por Axel. Era un hombre atractivo, con una sonrisa encantadora y un cuerpo bien cuidado. Pero ahora no era el momento adecuado para dejarse llevar por sus deseos. Tenía que concentrarse en su trabajo y dejar sus emociones a un lado. Saray volvía a tener los mismos pensamientos que la noche anterior. No se sentía igual a un hombre así. Un dios griego que salía y follaba con mujeres que eran cánones de belleza. Mujeres lindas y exuberantes, con las que no podía competir.

Por su parte, Axel también estaba experimentando una fuerte atracción hacia Saray. Sentía su piel suave y cálida bajo sus manos y notaba como su cuerpo respondía a su cercanía. Quería besarla, abrazarla, hacerle el amor allí mismo. Pero sabía que no era el momento adecuado. Había cometido un error al contestar y dejar hablar a su ex en la cena, y tenía que hacer las paces con Saray antes de poder pensar en otra cosa.

A pesar de todo, la tensión sexual entre ellos era evidente. Cada vez que Saray tocaba una parte de su cuerpo, Axel sentía una oleada de calor que lo recorría. Cada vez que se acercaba a él, Saray notaba su respiración acelerada y su corazón latiendo con fuerza. Pero ambos sabían que tenían que controlarse y no dejarse llevar por la pasión en ese momento.

Combate de Amor | Terminada y completaWhere stories live. Discover now