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—Can

Rusia recibió una silla voladora como bienvenida. Gruñó. Lidiar con eso no era su asunto, pero debía hacerlo

—Quiero hablar
—Piérdete
—Tu enojo es casi infantil
—Tengo derecho a estar enojado! Maldita sea! Largo!

Canadá volvió a arrojarle otra cosa de esa maldita sala de reuniones.

—Tus malditas feromonas se apoderaron de este piso. Debes calmarte
—Mi hermano tenía razón. Solo eres un desperdicio de tiempo
—Tan frustrado estás?
—Sí... —Canadá lo miró con rabia—. He pasado mi celo solo una vez más... Y tú estabas en el límite de seguridad
—Cómo lo sabes?
—Tengo acceso a los vídeos... No moviste ni un maldito músculo. No intentaste entrar y ayudarme. Te quedaste mirando la entrada sin hacer nada.
—Quiero hacer las cosas bien, Can
—Y yo quiero un maldito alfa que tenga el valor de llegar hasta mí! ... Incluso México lo intentó! Finlandia lo intentó! Ucrania lo intentó

Rusia gruñó.

—Ya no te esperaré, Rusia... No vales la pena

Culpa grupalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora