PRÓLOGO

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Ardientes llamas sumen el pétalo de tu ofrenda,

porque tu osadía no ha valido lo suficiente para quitar mi venda.

¿Esperarás a que libere mi fiereza y te encienda?

Olvidaba que de fuertes ilusiones se espera que aprendas.


¡No hagas que llore, no me pidas dolor!

Podría refutar mis palabras, si de mí tuviese el control.

¡Libérame antes de que el escándalo sea mayor!

¡Desátame de tu carmesí cada vez más desgarrador!


Haces que su vida de un hilo penda,

condenas a su gente para que su rey suspenda

sus intenciones de cuidar y darle a mi caos enmienda,

pero gracias a ti, nada evitará que surja mi leyenda.
















LA LEYENDA DEL FÉNIX DE ASHWETH
















EL SUSURRO DE LOS MUERTOS

No me gusta hablar de esto. El solo hecho de rememorar sus alas anchas y ardientes agitándose impávidas en el cielo, es signo de un mal sentimiento, pero para que perdure su historia, deberé hacer una excepción contigo. De mí no te apiades, humano aficionado a las lecturas inventivas; al contrario, hazme de ti la víctima privilegiada; que de los cientos que fueron calcinados, fui quien tuvo la muerte más leve.

     Apareció de la nada en medio del firmamento nocturno, con la altura de quien puede agazaparse a las nubes. Se tornó incandescente el cielo y lo iluminó sin dejar ápice de oscuridad. Ni siquiera un minuto pasó para firmar sentencia o decretar el estado de pánico, solo con el estruendoso agitar de sus alas se asumió que nada había que lograse salvarse de la amenazante figura. Cubría las calles con sus plumas llameantes y rompía los tejados, no cedía a las lágrimas ajenas, ni siquiera al clamor inocente de los niños desesperados. La legendaria criatura que llegó con la promesa de destruirlo todo no faltó a su palabra: en cuanto no hubo alma que se levantara de la ciudad de Ashweth, profirió su último rugido con terror, y su amo, viendo su mítica figura a kilómetros de distancia, liberó el hechizo que atrapaba al ser noble. Este observó sus patas llameantes al ser librado del trance, los yacimientos creados recubiertos de sangre y cuerpos desamparados y los bosques abandonados de humedad. Su pico creció entre las nubes, su cuerpo se encogió ante la tristeza de haber sido controlado para cometer un crimen que quiso evitar.

La Leyenda del Fénix de AshwethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora