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Mark llegó a su casa demasiado frustrado, ¿quién demonios era ese hombre rubio? Porqueestaba seguro que la espalda ancha y bientrabajada era imposible que fuese de unamujer, o tal vez sí podía serlo, pero ese no era elcaso

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Mark llegó a su casa demasiado frustrado, ¿quién demonios era ese hombre rubio? Porque
estaba seguro que la espalda ancha y bien
trabajada era imposible que fuese de una
mujer, o tal vez sí podía serlo, pero ese no era el
caso.

Soltó un gruñido exasperado mientras bebía un
vaso de whisky con hielos.

— ¿Estás enojado? — preguntó Minho tallando sus ojitos, pasaba de las 10 de la noche. Sostenía fuertemente su osito de peluche que su padre le había regalado.

— No, amor. No estoy enojado — dejó el
vacío en la mesa del centro.

Minho podía ser un niño ingenuo pero no
estúpido, así que claramente no le creyó.

El pequeño tomó asiento al lado de su padre y recargó su cabeza en el costado de Mark.

— ¿Es pol el maeto Donghyucd? — miró a los ojos a su progenitor.

— ¿Por qué dices eso?

— No te he escuchado hablal de él en estos días — se encogió de hombros — Además le pegunté
directamente a él.

Mark se recompuso en su lugar para ver a su
hijo.

— ¿Qué fue lo que te dijo? — claro que le
importaba saber que le había dicho a su hijo.

— Mi palabra tiene un pecio — sonrió
malicioso.

— Zorro astuto — rió sin ganas — ¿Qué es lo
que quieres?

— ¿Decuedas ese bonito y pecioso piano nego
que vimos en la tienda de instumentos?

— Absolutamente no, ya tenemos uno.

— Exacto, "tenemos". Lo compates conmigo pero es tuyo y yo quiero uno para mi.

Tal vez estaba pidiendo demasiado pero está
sería la única oportunidad de pedir un piano
para si mismo.

— Bien, de acuerdo. Lo compraré y será tuyo.

Minho aplaudió con sus manitas, bien
siempre conseguía lo que quería.

— Espera aquí — se bajó del sofá y
rápidamente buscó un boligrafo y papel — Tengo que aseguralme que cumplirás con tu
palaba.

Tenía que estar por firmado que tendría su
plano.

Escribió varias cosas en el papel y se lo tendió a Mark.

El mayor quería reírse de lo absurdo que era la situación pero Minho ni estaba jugando.

— Yo, Mark Lee me comprometo a comprarle un piano de cola a mi hijo, Lee Minho — leyó en voz alta la hoja — Esto es ridículo — tomó el bolígrafo y rápidamente puso su firma — No puedo creer que soy cediendo a un capricho de un niño de cuatro años.

Minho sonrió con sorna y guardó la hoja dentro de su pantalón de pijama. Nadie le quitaría esa hoja.

— Bueno te diré todo lo que he vivido con el
maeto Donghyucd estos días.

Kindergarten  ➛ MarkhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora