14. Influencias

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Taeyong movió una silla hacia atrás para que su pareja se sentara. Luego, con apoyo de Jaehyun, hizo lo mismo.

—Tan caballeroso mi hijo. Esos modales impecables se los enseñé yo —comentó la Omega.

—¿Por qué tardaste tanto, Taeyong? Tus hermanos terminaron de comer.

—Xiaojun sigue acá —indicó contradictorio.

—Ese no es el punto. Supongo que tiene que ver con esa muleta que utilizas cuando te es conveniente.

—Es una consecuencia de mi buena voluntad, padre.

—Amor, explícale a tu padre cómo salvaste a Jaehyun.

—¿Qué hiciste?

—Es verdad, Alfa. Taeyong me salvó —agregó tímido.

El pelinegro se giró a verlo preocupado. Temía que su padre lo considerara impertinente. Tomó su mano por debajo de la mesa.

—¿Ah, sí? Deleitame con tu relato, Jaehyun.

—¿Yo?

—¿Él? —consultó Xiaojun.

—Así es. Quien mejor para contarlo que la victima. Además, su narración será menos distorsionada que la de Taeyong.

El mencionado frunció su ceño irritado. Jeong posó sus manos entrelezadas sobre su regazo. Lee relajó su expresión a consecuencia. El menor verdaderamente era su morfina.

—Bueno, como usted sabe, nuestras tierras son inmensas y por lo tanto, están pobladas de animales peligrosos. El Miércoles después de la cena, Taeyong y yo fuimos a caminar. Una criatura salvaje nos atrapó desprevenidos. Yo logré escapar gracias a que su hijo lo retuvo y luchó contra el. De no ser por eso, probablemente estaríamos muertos.

Taeyong llevó su vista al suelo. Mordió su labio. La culpa se lo comía. Fue él quien arrastró a Jaehyun a las lejanías de la mansión. Cuando el menor se sintió mal, lo abandonó y sólo volvió porque su lobo no le permitió escapar. Aún así, Jeong lo pintó como el héroe de la historia. No a Minho, ni a los otros. A él.

—Mi hijo. Todo un héroe.

—No lo creo —corrigió a su esposa—. ¿Por qué razón irresponsable saldrían a caminar tan lejos a esa hora?

—Queríamos respirar un poco de aire.

—¿Y tú Jaehyun, sabiendo de la existencia de esas criaturas, accediste a alejarte?

—Em, yo...

—De seguro fue idea de Taeyong ¿no?

—¿Y qué? —respondió ofendido el pelinegro—. Esas serán mis tierras también. Tengo derecho a explorarlas.

—Una vez más, cometes un error y lo haces parecer como si fuera un acto de bondad. Eres un egoísta.

—No le digas así. Salvó la vida del muchacho. Él mismo lo dijo —defendió la madre.

—Cambiemos de tema —ordenó. Todos callaron incómodos. El Alfa tenía un control inexplicable sobre los demás. —¿Te gusta la casa, Jaehyun?

Jeong le miró asustado. Asintió. El agarre de su mano fue reforzado por su prometido.

—Maravilloso, hijo. ¿Te gusta el cuarto de Taeyong? Podemos redecorarlo si gustas. Cuando tengan su primer hijo, podrán cambiarse a uno más grande —contestó la mujer.

—¿Está durmiendo con Taeyong?

—Sí, querido. Es lo que corresponde.

—Claro que no. Los Jeong fueron muy claros en cuanto a los cuidados que debíamos tener con Jaehyun y una de sus instrucciones fue que debía tener su propia habitación. No deben tener intimidad hasta después del enlace.

Road to heaven ࣪𓏲ּ ᥫ᭡ JaeyongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora