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| CAPÍTULO SIETE. |

Golpeó su cabeza contra la pared, mares de lágrimas salían de sus ojos. Arrepintiéndose de no haber ido a despedir y desearle suerte a su querida hermana Thrud en la quinta ronda del Ragnarok.

¡Dahlia! —La voz de Nikola la sacó de sus melancólicos pensamientos.

Parpadeo un par de veces confundida, solo pudo sentir como el inventor la tomaba del brazo y la jalaba hacia él alejándola de la pared donde se estaba golpeando. Lo miro a los ojos, él era un poco más alto que ella, teniendo que levantar la cabeza para mirarlo a los ojos.

¿Pero qué demonios estabas haciendo? —Agrego molesto, regañándola. Su ceño fruncido ante el enojo oculto la preocupación que sentía al ver la frente herida de la hermosa valquiria.

Dahlia no dio lugar a lo que escucho salir de la boca de Tesla. ¿Un regaño de él? ¿Si quiera pudo imaginar eso alguna vez?
Estaba segura de que no, segura de que él jamás se preocuparía por ella. La pelirroja contuvo sus lágrimas, manteniendo su mirada verdosa en el rostro del inventor.

Ella ya no está... —Soltó entre sollozos, abrazando al castaño buscando en él consuelo.

Nikola se alarmó al sentir los brazos de la valquiria alrededor de su cuerpo, y su rostro enterrado en su pecho. Pudo sentir como esa zona se mojaba poco a poco por la cantidad de lágrimas derramadas.
Suspiro intentando calmar sus nervios, devolviendo el abrazo, envolvió sus brazos alrededor de la pelirroja, acaricio con suavidad su espalda para brindarle apoyo.

Los sollozos de Dahlia comenzaron a hacerse cada vez más inexistentes hasta que logro calmarse por la falta de lágrimas, separándose de los brazos del castaño. Respiro hondo, limpiando los restos de la humedad en sus mejillas.

Yo... Lo siento, es que... —Dijo entrecortada la pelirroja mientras miraba el traje de Nikola. Ella lo había arruinado con sus lágrimas.

Está bien, no te preocupes por esto. Es solo ropa. Tranquila... —Respondió el castaño restándole importancia mientras acariciaba con gentileza el cabello lacio y rojizo, brindándole una sonrisa.

Gracias, señor Tesla...

Puedes decirme Nikola. Deja de lado las formalidades, nos conocemos desde ya más de un mes. —Mantuvo su sonrisa gentil, aun cuando su corazón iba más rápido de lo que debería y sus manos temblaban ligeramente.

Ambos se miraron a los ojos, perdiéndose en la mirada del otro. Lo segundos, minutos, el tiempo mismo parecía detenerse ante ellos, captando ese preciosos momento en el que sus rostros de acercaban con inquietante lentitud.
Sus labios a milímetros de tocarse, sus cuerpos juntos ante el pasado abrazo de consuelo que Tesla le había brindado a la joven valquiria.

Veo que llegamos en un mal momento... —La voz de cierto investigador se escuchó a unos escasos metros de distancia.

Ambos se separaron rápidamente, volteando a ver a los demás científicos parados enfrente de ellos, observándolos con incredulidad en sus rostros. Un rojo intenso se apoderó de las mejillas de ambos, ante la vergüenza de ser descubiertos antes de poder besarse. Un gesto que ambos querían con el corazón.

Eres más que inoportuno, mi querido compañero Einstein. —Respondió el inventor de ondulado cabello castaño, manteniendo una calma impresionante.

El nombrado rió ante aquellas palabras dichas por su colega, manteniéndose divertido por aquella vergonzosa situación.

Ya veo... ¿No quieren que nos salgamos para que puedan terminar lo que comenzaron? —Respondió burlonamente Newton.

Unos pasos fuertes y pesados se escucharon acercándose con rapidez hacia ellos, aquella aura de infinito enfado, Dahlia la conocía muy bien. Sabía que se trataba de Brunhilde.

¡Dahlia! —Grito la primera valquiria, siendo seguida por la pequeña Göll quien se veía asustada. —¿¡Cómo te atreves?! ¡Sabes que está sumamente prohibido convivir con los guerreros del Ragnarok! —Agrego acercándose hasta la pelirroja y tomándola con fuerza del brazo.

¿Qué? Eso ni siquiera lo sabía. ¿Cómo demonios iba a saberlo si tú nunca lo mencionaste? —Reclamo la menor con profunda confusión.

Ven conmigo, serás la siguiente en participar, lo quieras o no harás el Völundr y ganarás la maldita batalla del Ragnarok. —La furia se veía mezclada en los ojos oscurecidos de Brunhilde.

No puedes obligarla a hacer algo que no quiere. —Dijo Nikola sintiendo como una punzada atravesaba su corazón con la sola idea de perderla.

Con todo respeto, señor Tesla. Es mi hermana, yo soy responsable de ella, y hará lo que yo diga.

Si la lástima...

Está bien, Nikola. No te preocupes, Brunhilde puede tener un muy mal humor, pero nunca ha sido capaz de lastimarnos. Tengo que irme, me disculpo por todos los inconvenientes que les haya causado. —Interrumpió tranquilamente la pelirroja, inclinando suavemente su cabeza ante los investigadores presentes.

Ante el silencio reinando en la habitación, las tres valquirias salieron del lugar, dejando a los científicos solos.

Dahlia respiro hondo intentando inútilmente mantener la calma ante los regaños de su hermana mayor.

Brunhilde, detente, estás siendo demasiado dura con Dahlia. —Interrumpió la suave voz de Hrist, un semblante sereno se depositó en las delicadas facciones de la segunda valquiria.

La mayor de todas suspiro, pasando su mano por su enmarañado cabello negro.

Está bien, tienes razón Hrist. —Acepto mirando a la quinta valquiria frente a ella. —No participaras en la siguiente ronda del Ragnarok, pero no quiero que vuelvas con el señor Tesla. Él tiene una investigación que seguir, y no puedes ir a interrumpirlo. Es lo único que te pido Dahlia.

Bien. —Respondió la pelirroja de mala gana, sintiendo como su corazón podría partirse en dos ante la sola idea de no volverlo a ver.

Complacida Brunhilde salió de la habitación, y poco a poco, las demás valquirias lo hicieron. Dejando solamente a Dahlia y Hlökk juntas.

Si lo amas, ¿no deberías por lo menos asegurar que podrás volver a verlo? —Dijo la menor recargando sus manos en su cintura y mirando a la pelirroja con un ligero ceño fruncido.

No tiene caso hacerlo. Brunhilde no me escuchará. —Respondió la mayor desviando su mirada cristalizada ante las lágrimas acumuladas en sus ojos.

Los ojos de la rubia miraron con atención como las inquietas manos de Dahlia acariciaban una cadena de oro que colgaba de su cuello, representando todo lo que ella era. Y su sencillez lo mostraba, ella era la naturaleza misma, sus habilidades siempre fueron así.

Bien, si yo estuviera en tu lugar al menos lo intentaría. —Alzo los hombros cerrando los ojos e hizo una mueca, deseando que no le importase. —A menos que quieras ver cómo se une a otra de nuestras hermanas...


❝Valquiria❞ |𝙉𝙄𝙆𝙊𝙇𝘼 𝙏𝙀𝙎𝙇𝘼| [ʳᵉᶜᵒʳᵈ ᵒᶠ ʳᵃᵍⁿᵃʳᵒᵏ] ✔︎حيث تعيش القصص. اكتشف الآن