Capítulo 5

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Capítulo 5

Habían pasado tres días desde el incendio accidental y ahora todo iba de maravilla, sin ningún otro incidente. Cuando volví al departamento revisé mi teléfono y encontré más de cinco llamadas perdidas, todas ellas de Jacob; cuando le devolví la llamada me di cuenta de su preocupación, claro, yo estaría igual si la situación hubiera sido a la inversa. Le conté que no había sido nada grave e inventé una tonta excusa de por qué no había contestado sus llamadas, no podía decirle que estuve hospitalizada.

Faltaban ya tan pocos días para entrar a la Universidad por lo que decidí no entretenerme hablando por horas con Rose, había muchísimas cosas que preparar y muy poco tiempo. Alice había salido a comprar no sé qué así que disponía del cuarto de baño para mi sola, no sabía cuánto tardaría pero lo que sí sabía era que hacía tiempo que necesitaba un rato libre para relajarme y no existía nada mejor que una buena ducha caliente.

Tomé una toalla que estaba dentro del guardarropa y mi neceser que estaba encima de este. Abrí la puerta y caminé algunos pasos hasta llegar al cuarto de baño. Si creíste que sería como cualquier baño entonces déjame iluminarte.

Comenzaré diciendo que era más grande que el que compartía con Charlie en Washington pero no era más grande que mi habitación actual, aunque si se acercaba. El piso estaba cubierto por un azulejo color lila, cada diminuto cuadro tenía miles de florecillas que parecían hacer sido talladas a mano y con mucha delicadeza; generalmente la mayoría de las habitaciones tienen cuatro paredes pero esta parecía ser una excepción pues aunque suene imposible estaba rodeada por seis paredes pero no era un hexágono perfecto; tal vez no sean tan extraño ver un baño con ducha y bañera al mismo tiempo, ambos mobiliarios eran sencillos pero tenían un aspecto refinado y elegante, parecían hechos de porcelana o algún material carísimo.

Cada vez que entraba sentía la necesidad de quedarme unos minutos admirando cada detalle. Solté un suspiro y lentamente camine hacia la bañera para abrir el grifo, deje mis cosas en una mesa que estaba cerca de allí. Cuando la bañera estuvo llena de agua le puse un poco de jabón líquido relajante y me sumergí en ella, el agua estaba muy caliente pero eso ayudo a relajar mis músculos, la superficie está cubierta por una fina capa de espuma que desprendía un aroma floral.

Nunca había usado la bañera, siempre me duchaba en la regadera. Me acomode para que mi cabeza quedara recargada al borde de la bañera de manera que el agua me llegaba hasta el cuello rozándome la mandíbula, cerré los ojos y comencé a relajarme dejándome llevar por el aroma del jabón. No era usual en mí escuchar música pero recordaba que Rosalie había introducido algunas canciones a mi teléfono celular, en ese momento estaba claro que necesitaba escuchar lo que sea que Rose haya descargado; ella y yo no compartíamos los mismos gustos en lo que a música se refiere, de hecho no teníamos casi nada en común. No tenía ganas de salir e ir por el teléfono pero definitivamente lo necesitaba para desconectar mi cabeza por completo y disfrutar el momento.

Abrí los ojos de nuevo y con un suspiro de exasperación salí del agua caliente, me envolví en la toalla, caminé con mucho cuidado pues se había derramado un poco de agua. Llegué a mi habitación y en seguida me puse a buscar el estúpido celular, no recordaba dónde lo había dejado. Lo encontré en la cama, escondido entre el revoltijo hecho de sabanas; siempre me movía mucho por las noches cuando estaba dormida incluso llegaba a dar algunas patadas y por las mañanas amanecía congelada pues las cobijas terminaban en el piso. Antes, cuando vivía con Renée, mi madre, no pasaba eso, bueno, sí me movía inquieta entre sueños pero ella siempre se pasaba por mi dormitorio a altas horas de la madrugada solo para comprobar que estuviera bien y era ella quién volvía a taparme, también se quedaba conmigo cuando tenía un mal sueño. Cuando ella se casó todo cambio repentinamente, fue entonces que me fui a vivir con Charlie y aunque sea mi padre y lo quiera mucho la verdad es que él nunca llegará a ser tan atento como Renée.

El matrimonio de mis padres fue casi inexistente, siendo sincera jamás de los jamases lo había visto juntos y no los recuerdo como si fueran una pareja, tampoco había presenciado un beso entre ellos así como ni un simple abrazo y muy apenas se sonreían. Ambos vivieron en el error de casarse demasiado pronto y ¡zas!, en la luna de miel fui concebida, para que al llegar a casa comenzaran los problemas, después nací y ese fue el momento en el que se dieron cuenta... no podían vivir juntos. Renée siempre me decía que no había sido culpa mía sino de ellos que eran demasiado jóvenes y se lanzaron a aquella aventura creyendo que estaban completamente enamorados el uno del otro, Charlie decía lo mismo. Y de ahí viene la teoría sobre el amor temporal, ese que hace que hagas tonterías y después ya es tarde para arrepentirse.

Le di Play a la primera canción de la lista de reproducción. Era una canción que había estado de moda hace ya varios años, algo con ritmo de Pop. Volví a sumergirme en el agua, para mi sorpresa tenía la misma temperatura. El agua cálida me recordó a Jacob, él siempre estaba a unos grados por encima de la temperatura habitual, me gustaba estar cerca de él y sentir ese calor que desprendía todo el tiempo.

Una oleada de nostalgia me recorrió el cuerpo y por mi cabeza pasaron los recuerdos de varios momentos increíbles que había pasado en compañía de Jake. Estaba aquella vez en la que nos conocimos, fue en mi primer fin de semana en Washington cuando me mude con Charlie; mi padre tuvo la sensacional idea de ver la final de un partido de beisbol en casa de Billy Black, él se negó a dejarme sola en casa así que no sé cómo me convenció de ir, allí vi a Jacob por primera vez, yo tenía como siete años y el cinco.

Ambos éramos tímidos pero cuando pasaron varios minutos Billy nos animó a jugar, Jacob me llevó a su habitación y empezamos a buscar algo con lo cual entretenernos. Después de recorrer toda la casa en busca de algo divertido a Jake se le ocurrió llevarme al garaje y fue ahí donde encontramos una especie de carrito, el pequeño vehículo estaba hecho por una caja de madera y de alguna manera tenía puestas unas rueditas que al parecer pertenecieron antes a las de un triciclo. Tal era nuestro aburrimiento que después de dar algunas vueltas por la calle le pedí a Jacob que me empujara con todas sus fuerzas, él obedeció y yo me fui por la calle inclinada hasta abajo. Llegué a casa llena de tierra y chorreando sangre de las múltiples heridas que había ganado. Nadie culpo a Jake desde luego, pero a partir de ese momento nació una gran amistad.

Sólo hasta ese momento pude darme cuenta de lo mucho que lo extrañaba. Cuando pude concentrarme en el cuarto de baño logre sentir que ahora el agua estaba tibia, saqué una de mis manos para quitarme la humedad del rostro pues algunas gotas me hacían cosquillas. También noté que mis dedos estaban llenos de finas arrugas, parecían pasas. Aunque la música estaba encendida y a un volumen más o menos alto alcance a escuchar la puerta de la entrada al abrirse, debía ser Alice. Decidí esperar a que el agua estuviera más fría para salir.

Escuche como sus pasos iban por el pasillo. Vi como la perilla giraba y la puerta se abría con un chirrido estridente que me ponía los pelos de punta. Esperaba ver el sonriente rostro de Alice tan perfecto como siempre; me encontré con una hermosa cara, solo que no era de quien yo creía... Hasta ese momento fui consciente del tiempo que estuve allí pues fije la vista en el agua que estaba libre de burbujas y dejaba al descubierto mi cuerpo.

Edward me miraba con sorpresa desde el umbral de la puerta, solté un grito ahogado.

Bajo el Mismo TechoWhere stories live. Discover now