Capítulo 30

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Capítulo 30

– ¿Cereal con leche o Waffles? –preguntó Edward concentrado en la caja de cada alimento frente a él. A mí me daba igual y deje que fuera él quien decidiera pero se estaba tomando su tiempo viendo los pros y los contras de ambos desayunos.

–Es la tercera vez que dices lo mismo. Elige algo rápido –rezongué con cansancio.

–El desayuno es la comida más importante del día.

–Cierra los ojos y deja que tus instintos te guíen –recomendé dulcemente.

–Debo admitir que es una buena idea –respondió con una sonrisa. Puso ambos empaques sobre la mesa y cerró sus ojos como le había indicado, estiró la mano y tomó la primera caja que sus manos tocaron, abrió los ojos para descubrir su elección–. No sé hacer Waffles –dijo frunciéndole el ceño a la caja–, será cereal.

– ¡Por fin! –exclamé. Edward me puso los ojos en blanco, se puso de pie y fue hasta la nevera.

–No hay leche –dijo con decepción.

– ¿En serio? –pregunté sorprendida–. Creo que era de esperarse. Mi vida es muy agitada, siempre como cualquier cosa en la calle. Y Alice casi no está aquí así que nadie ha hecho las compras en semanas.

–Mi hermana y tu son una desastre juntas –dice negando con la cabeza.

–Sólo un poco –respondo leyendo las instrucciones de la caja de Waffles. No tengo ganas de cocinar pero muero de hambre.

–De acuerdo. Ve a vestirte, saldremos a comer.

–Es domingo. Y el día es perfecto para quedarse en casa –gruño.

–No pienso dejarte morir de hambre –replica.

–Pues yo no me pienso mover de aquí –digo cruzándome de brazos y frunciendo el ceño. Edward me lanza una sonrisa maliciosa, eso no es bueno.

***

–Aún no puedo entender cómo lo haces –le digo enojada a Edward. Estaba sentada frente a él esperando nuestra comida, en menos de diez minutos me tenía más que dispuesta a salir de casa.

–Eres bastante débil, Bella –responde.

–Bien, ya estamos fuera. ¿Cuál es el plan? –pregunto apoyando los codos sobre la mesa. Edward se queda pensativo mirando a la nada.

– ¿Qué te parece si rentamos algunas películas, compramos palomitas, y nos ponemos cómodos en casa como cualquier persona normal en un fin de semana?

– ¿Quieres que pasemos la tarde viendo películas? –le pregunté incrédula. Edward no parecía el tipo de hombre que podía encerrarse en una casa a mirar televisión, y a mí tampoco me gustaba mucho esa actividad pero haría cualquier cosa si era a su lado. Él me miró divertido, obviamente tenía otra idea en mente pero no sabía cuál era.

–En realidad, estaba pensando en fingir ver una película contigo.

–No te entiendo –admití con desconcierto. ¿Qué caso tenía rentar una película, reproducirla y aparentar que la estás viendo cuando en realidad no es así?

–Te lo explico luego –se limitó a decir Edward cuando la mesera se acercó con nuestra comida.

***

Los labios de Edward se mueven contra los míos con ferviente pasión, enredo mis dedos en su suave cabello inspirándolo a continuar. Después de comer habíamos llevado a cabo su plan; fuimos a un videoclub y rentamos películas, luego volvimos al departamento y nos instalamos en la habitación de Alice pues era el único lugar en el que había un televisor. Ahora entendía a la perfección qué había querido decir Edward con eso de fingir ver la película; en cuanto le puso Play al reproductor de DVD se acercó a mí y comenzó a besarme.

Rosalie me había contado una vez que la mayoría de las parejas que van al cine en su primera cita no iban exactamente con la intención de ver la película. Tampoco había comprendido muy bien esa vez lo que eso significaba, pero era obvio que Rose sí y me lo decía por propia experiencia.

Escuchaba las voces de la película de manera amortiguada, ni siquiera sabía qué clase de películas había comprado Edward y la verdad me daba igual pues lo único que ocupaba mi mente en aquel momento era la forma en que el cuerpo de Edward se amoldaba al mío; encajaban perfectamente como dos piezas en un rompecabezas, me hacía sentir completa y feliz. Mis manos no tardaron en vagar de manera independiente por el pecho de Edward, nuestras lenguas se unieron en una batalla erótica, mi pecho dolía gracias al impetuoso latir de mi corazón. Sin separarnos empuje a Edward sobre la cama, me situé arriba de él enredando mis piernas con las suyas, mis manos fueron directo al dobladillo de su camisa y con movimientos lentos fui subiéndola hasta que Edward me ayudo a despojarlo de ella; interrumpí el beso solo para poder apreciar sus bien marcados músculos, miré con detenimiento cada detalle de su cuerpo, era simplemente perfecto.

Mis ojos se cruzaron con los de Edward, pero él no me miraba con lujuria ni deseo, no, su mirada irradiaba amor y ternura. Sabía que cualquier cosa que estuviéramos a punto de hacer allí no sería solo sexo, al menos no para él y tampoco lo sería para mí. Edward me sonrió con timidez y coloco sus manos en mi cintura, yo por mi parte comencé a quitarme la playera con determinación hasta quedar solo en sostén, él me miro sorprendido. Me acerqué y continué besándolo antes de que él se arrepintiera, el correspondió a mi beso con ganas, me rodeo con sus brazos y rodo sobre la cama haciendo que quedara debajo de él.

Nuestra ropa continúo desapareciendo hasta que ambos quedamos solo en ropa interior. No sabía cómo Edward se había permitido llegar tan lejos, seguramente yo le transmitía la confianza necesaria pues de alguna manera no sentía miedo, estaba decidida. Habría seguido así de no ser porque un gemido de mujer, que no había salido de mi boca, interrumpió mis pensamientos y el momento de efusión que estaba viviendo con Edward; me separo de él y le doy una mirada extrañada pero al parecer él tampoco comprende nada. Dirijo mi atención al televisor y todo cobra sentido, la película había seguido su curso y ahora se veía una escena algo intima entre dos personajes. No puedo evitarlo, suelto una carcajada que resuena por toda la habitación olvidando que hace solo unos segundos estaba a punto de hacer el amor con Edward.

–Tomé las películas al azar, ya sabes, el plan era no verlas –explicó Edward con diversión.

–Tienes razón. Lo mejor será que sigamos todos los pasos del plan –respondo entre risas.

Edward asiente pero se pone de pie, camina hasta la televisión y la apaga. Duda un momento antes de reunirse conmigo en la cama, pongo mis manos a ambos lados de su cara y junto nuestros labios de nuevo. No pasaron ni cinco minutos cuando escucho que alguien llama a la puerta principal. Perfecto. ¿Quién demonios interrumpe ahora? Decido ignorarlo pero los golpes son tan insistentes que con un suspiro de frustración salgo de la cama, voy al armario de Alice y saco una bata de seda, no le molestara si la uso una vez, le digo a Edward que volveré pronto y salgo al pasillo.

Más le vale a la persona que está llamando que sea un asunto importante. Me aliso el cabello un poco antes de abrir la puerta.

– ¡Bella!

Mis ojos se abren como platos. ¡Oh, no! ¡No puede ser posible! ¿Cómo llegó y qué hace aquí? Ella me mira con entusiasmo pero no dejo de mirarla en estado de shock. Le cierro la puerta en la cara sin importarme lo que piense y corro de regreso a la habitación, cierro la puerta del cuarto detrás de mí y Edward me mira como si estuviera loca, no quiero saber que expresión tengo aunque me imagino como me he de ver.

– ¿Qué sucede? –me pregunta preocupado.

–Mi madre. Esta aquí –respondo.

Bajo el Mismo TechoWhere stories live. Discover now