Capítulo 33

1.2K 103 8
                                    

Capítulo 33

"Página: 1 de 1" "Palabras: 3" Mis dedos oscilaban por encima de las teclas con desgana, mi cabeza palpitaba cada vez que hacía un mínimo esfuerzo de pensar. Fije la vista en la esquina inferior derecha de la pantalla, los diminutos números me presionaban avisando que eran las 3:05 p.m. Solté un suspiro de frustración, tome la computadora portátil quitándola de mis piernas y luego la puse a mi lado.

Llevaba una bendita hora tratando de hacer mi tarea, un ensayo que el profesor de literatura decidió dejarme solo a mí ya que estaba distraída y no lo escuché cuando me hizo una pregunta. Hasta ahora no iba muy bien, solo tenía tres palabras y era mi nombre. ¡Ya sé! Deslicé mis dedos por las teclas una vez más, sonreí cuando se sumaron cuatro palabras más. ¿Por qué no pensé en poner la fecha desde antes? ¡Muy bien! Ya sólo faltan 1993 palabras y mi trabajo quedará terminado.

Edward había salido con la excusa de no querer ser un distractor. Estaba bastante segura de que todo mi trabajo sería más fácil si él se hubiera quedado allí sirviéndome de inspiración, aunque por otro lado temía equivocarme y ponerme a escribir sobre la mitología griega (ya que Edward parece todo un Dios griego) en lugar de divagar sobre las teorías filosóficas de Aristóteles.

Cerré el portátil en el momento exacto en el que escuché la puerta principal abrirse con estrepito. Era más que obvio que Edward había vuelto, mi cuerpo reaccionó al instante provocando que mi corazón se acelerara, mi respiración se entrecorto en cuanto vi a mi novio entrando a mi cuarto. ¿Acaso nunca me cansaría de verlo? Un minuto... ¿Lo había llamado "mi novio"? Nunca había usado esa palabra pues lo nuestro no era un noviazgo común, vivíamos juntos (temporalmente), no salíamos en citas (al menos no en citas oficiales); prácticamente vivíamos como una pareja formal pero sin estar casados. Definitivamente teníamos una relación extraña, pero nos amábamos y es lo único que importa.

– ¡Edward! –exclame seguido de un suspiro. Él me regalo una sonrisa torcida que casi hacía que me desmayara.

–Veo que has terminado tu trabajo –observó con entusiasmo, mi sonrisa vaciló por un momento pero fue suficiente para que Edward supiera que en realidad no había hecho nada.

–Está casi listo –mentí por si acaso.

–Por supuesto –dijo sin convicción, se sentó al borde de la cama muy cerca de mí.

–Te lo aseguro. Sólo me faltan 1993 palabras y una buena calificación estará asegurada.

–Me decepciona saber que mis grandes esfuerzos por ayudarte no sirvieron de nada –responde con un suspiro melancólico.

– ¿Ayudarme? –Pregunté incrédula–. Lo único que hiciste fue irte y dejarme a mi suerte –le recriminé.

–Fue muy difícil para mí, Bella –dijo con aflicción fingida. Se acercó más a mí y coloco su mano derecha en mi mejilla con delicadeza–. ¿Sabes lo complicado que fue para mí irme? Aun sabiendo que podría quedarme y hacer esto...

Eliminó la poca distancia entre nosotros y besó mis labios con ternura, después de unos segundos el beso se fue intensificando.

–O esto... –dijo separándose de mí para hablar y luego posando sus suaves labios sobre mi mandíbula recorriéndola de un lado a otro con frustrante lentitud. Eché la cabeza hacia atrás y cerré los ojos para disfrutar de las sensaciones que me llenaban por completo.

–...O esto –esta vez sus labios bajaron hasta posicionarse a un costado de mi cuello. Mi piel ardía ante su toque volviendo mi respiración dificultosa.

Edward soltó una risita contra mi cuello y se retiró de golpe dejándome desconcertada. Lo mire con una ceja levantada, él se limitó a seguir riendo dulcemente. Le fascinaba ver cómo me volvía loca, y yo adoraba servirle de entretenimiento con tal de perderme en su toque y sus besos.

Bajo el Mismo TechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora