Capítulo 9

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Capítulo 9

Alice había aprovechado bien cada minuto de las siguientes cinco horas para hacerme parecer bonita aunque no creía que eso fuera posible. Nunca me había visto a mí de esa manera, no creía que yo fuera bonita y mucho menos sexy pero Alice confiaba en que lo lograría.

Cuando ella hubo terminado de maquillarme y pintarme las uñas me pidió que cerrara los ojos. Como era de esperarse me negué rotundamente pero luego ella me explicó que me ayudaría a ponerme el vestido y no quería que me viera en el espejo hasta que haya terminado completamente de transformarme. Fue entonces que acepte.

Cuando ella me guió hasta su cuarto y me situó frente al espejo de cuerpo completo que estaba en una esquina fui capaz de creer en lo que Alice me había dicho. La mujer reflejada en el espejo no se parecía en nada a mí. El vestido era un sencillo modelo de color purpura sin mangas pero con tirantes con piedrecillas plateadas incrustadas y estaba demasiado corto para mi gusto, como diez centímetros por encima de la rodilla; también se pegaba demasiado a mi cuerpo resaltando mis caderas, adhiriéndose a mi cintura y levantando mi busto. Mi rostro tiene una ligera capa de maquillaje pero Alice hizo que se viera natural, no muy exagerado.

Miré mis pies, estaba descalza. Enseguida mis pensamientos se fueron en dirección a los zapatos que llevaría y ahora estaba segura de que Alice no me dejaría salir de allí sino era con un tacón de cinco centímetros por lo menos.

-No te preocupes por eso, Bella. Tengo más de cincuenta pares en mi armario -al parecer se dio cuenta.

-No creo que sea buena idea. No me gustaría torcerme el tobillo nuevamente. Al parecer tengo tendencia a lastimarme demasiado.

-Creo que tengo unos con correa -dijo después de unos minutos -. Así al menos podrías caerte con estilo.

Puse los ojos en blanco y me recargue en la pared mientras Alice buscaba en su armario. Miré en el reloj que descansaba en su mesita de noche, faltaban unos minutos para que el reloj marcara las siete. Solté un suspiro de exasperación y fui a sentarme al borde de la cama de Alice.

Nunca había entrado a su habitación pero siempre había creído que sería como entrar a un mundo encantado con muchos colores y estantes llenos de todo lo que te puedas imaginar. Me detuve a examinar todo, no era como imaginaba, la habitación era pequeña y sólo tenía una ventana pero se mantenía oculta por una cortina azul, la cama era más chica que la mía pero seguramente Alice la consideraba cómoda, también había unas cuantas repisas pegadas en la pared y encima de ellas había muchos volúmenes de revistas de moda más de los que pudiera contar.

Cuando mi vista se fijó en el armario de Alice me quede boquiabierta. Era más grande que cualquiera que haya visto y no es que sea experta en eso. Esa bien podría ser otra habitación pero estaba ocupada por percheros llenos de ropa y otras cosas, y cajas de zapatos que casi llegaban al techo como si Alice se hubiera tomado un tiempo para ordenarlos.

-Espero que compartamos el mismo número, Bella -dijo ella poniéndose de pie con una caja negra en sus manos.

-Yo sólo espero regresar viva al departamento.

-No seas ridícula, Bella. Oye, no importa que no tengamos el mismo número. Hare que te entren.

Puse los ojos en blanco nuevamente y abrí la caja que Alice me dio. Justo como pensaba, las zapatillas se veían mortales. Tenían el mismo color del vestido, al parecer habían sido hechas a juego. Las deslice por mis pies y abroche las correas demasiado ajustadas. Me puse de pie y me examine en el espejo. No me veía tan mal después de todo.

-¿Lo ves, Bella? Te ves increíble. Mucho mejor que eso, te ves envidiable -dijo Alice tomándome de los hombros -. Ahora sigue el cabello. No tardare mucho.

Ella tenía razón. Tardo menos en peinarme que en maquillarme y vestirme. Arreglo mi cabello en una simple trenza de espiga aunque parecía combinar con todo el atuendo. Cuando yo estuve lista Alice se fue a su habitación pues según ella aún no estaba preparada aunque para mí sí lo estaba.

Me acercó a la enorme ventana que me muestra la ciudad. Hay una gran cantidad de luces iluminando la noche, como si las estrellas no fueran suficientes. Inclino la cabeza para mirar el piso y descubro que el vidrio esta sobre rieles que no había visto antes, pongo las palmas de mis manos sobre el frio cristal y con un poco de fuerza lo deslizo hacia la izquierda.

El viento golpea mi cara provocando que un estremecimiento recorra mi cuerpo. Al contrario de la alfombra del resto de la habitación, hay una serie de azulejos en una tonalidad azul. Con mucho cuidado de no tropezar con mis mismos pies, doy un paso adelante y luego otro. No había notado que había una pequeña barandilla allí. Sigo caminando hasta llegar a ella y paso mis manos por el metal frio.

Cierro los ojos e inhalo hondo. Una sensación de libertad recorre mi cuerpo, roza mi piel y no se desprende. Abro los ojos y suelto el aire contenido con un suspiro de felicidad. Nunca me había sentido así de bien y no quiero que la sensación me abandone. Miro hacia abajo y veo a la gente transitar libremente por las calles y los autos pasan a toda velocidad, no había tanto movimiento en Washington. De repente la altura me marea y retrocedo rápidamente pues temo caerme. Es obvio que una caída desde esa altura puede ser mortal.

Un escalofrió desciende por mi espalda y vuelvo a la habitación. Descubro que Alice ya está allí. Justo como esperaba ella se ve deslumbrante; su vestido negro le llega a la rodilla y resalta con la palidez de su piel, sus zapatillas son plateadas al igual que el pequeño bolso que lleva en sus manos. Me sonríe y dice que es hora de irnos. Hecho un último vistazo a la ventana detrás de mí y la sigo...

***

Unos minutos más tarde me encuentro caminando entre toda la gente que mueve su cuerpo al compás de la música en el centro de la pista. Intento no perder de vista a Alice que me conduce al lugar más alejado y despejado del club. Sinceramente no esperaba que el club fuera tan grande, pero mi sorpresa aumento cuando Alice me condujo al segundo piso y al mismo tiempo descubrí que había otro piso más arriba o quizás era más de los que imaginaba.

Ambas nos sentamos en un sofá de cuero negro que esta alrededor de una mesa del mismo color. Luces de diferentes colores se mueven por todas partes. Alice se va a conseguir algunas bebidas mientras espero sentada. Observo a la gente bailar iluminados solo por las coloridas luces que cuelgan del techo, sigo con la mirada los lugares que la luz azul toca. Pasa por una esquina y me detengo allí; hay una chica de cabello negro azabache con la espalda pegada a la pared, sus manos están alrededor del cuello de un chico quien la besa apasionadamente mientras sus manos vagan por el cuerpo de ella. Me doy cuenta de que nadie más los observa y me hace sentir incomoda.

Minutos más tarde el chico se aleja unos centímetros pero aún mantiene su mano agarrada. La guía a través del montón de gente en dirección a las escaleras y justo cuando está lo suficientemente cerca puedo advertir que es... Edward.

Bajo el Mismo TechoWhere stories live. Discover now