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Esa noche, Jennie y Rosé decidieron dormir separadas, aunque ambas realmente no querían hacerlo. Seojoon probablemente volvería en algún momento, y sería arriesgado dormir juntas. Después de estar un rato a solas la rubia, Jennie salió de la habitación de Rosé y se acostó sola.

Alrededor de las seis de la mañana, Jennie se despertó sobresaltada al sentir un peso que caía sobre la cama justo a su lado. Se obligó a abrir los ojos y, en la penumbra de la habitación, logró distinguir la silueta de su marido. Seojoon había caído sobre la cama, boca abajo, aún vestido con su traje, corbata y zapatos de cuero. Cuando Jennie estuvo más alerta, se dio cuenta de que Seojoon apestaba a alcohol. Probablemente había vuelto de una de sus fiestas después del trabajo.

Jennie miró la hora y decidió levantarse. Miró a Seojoon.

— Cariño... —, dijo Jennie en la oscuridad. Seojoon gruñó en respuesta. Al menos seguía parcialmente despierto. — Deberías cambiarte esa ropa.

— Bebí —, Seojoon balbuceó,  obviamente poco dispuesto a escuchar a Jennie.

Jennie suspiró. — ¿Por lo menos podrías saludar a Rosie? Ya debería estar despertándose para ir a la escuela. Te echa de menos...

Seojoon no dijo nada durante un rato. Finalmente, respondió: — Lo haré más tarde. Déjame dormir.

Jennie se rindió. Se compadecía del  estado de Seojoon, sabiendo lo estresado que estaba en el trabajo y lo mucho que su trabajo significaba para él. Ser director general también le imponía mucha presión y expectativas injustificadas. Pero Seojoon hacía muchas cosas innecesarias, como pasar tiempo extra en el trabajo a expensas de su familia. Jennie podía entender mejor la dinámica entre él y Rosé, y por qué parecían como dos conocidos de un trabajo, saludándose cordialmente si es que se veían.

Rosé había carecido de una figura paterna desde que su madre biológica se marchó, y la importancia de Jennie en la vida de Rosé era más evidente que nunca. Tenía miedo, pero estaba decidida. Quería estar ahí para Rosé pasara lo que pasara. Pero eso no cambiaba el hecho de que Jennie seguía sintiéndose impotente respecto a cómo mejorar la relación de Rosé con su padre.

Jennie se levantó de la cama y se lavó. Bajó las escaleras, pero Rosé seguía sin aparecer a pesar de que ya era hora de que se levantara para ir al colegio. Al no verla por ahí, subió denuevo a despertarla.

Jennie abrió la puerta de la habitación de Rosé y descubrió el espectáculo más adorable que jamás había visto. Rosé estaba hecha un revoltijo profundamente dormida, aferrada a un suave peluche de dinosaurio. Jennie resistió el impulso de hacer una foto y, en su lugar, guardó mentalmente la imagen de Rosé dormida en su cabeza. No se atrevía a despertarla. Pero acabo haciéndolo , sabiendo que Rosé llegaría tarde al colegio si no lo hacía.

Jennie se acercó a la cama de la rubia y se agachó. — Rosie... Rosie, despierta... —, Jennie la persuadió con voz suave, sacudiendo suavemente a Rosé para que se despertara.

Al cabo de un momento, la rubia se movió y hizo un bonito ruido al despertarse. La castaña sonrió divertida, apunto de chillar por sentir como su corazón latía con fuerza ante tal escena, pero se contuvo. Rosé abrió lentamente sus ojos somnolientos y vio a Jennie frente a ella.

— ¿Jen?...

Jennie sonrió. — Buenos días, Rosie. ¿Olvidaste poner el despertador?

Los ojos de Rosé se abrieron inmediatamente y Jennie soltó una risita. — Todavía no llegas tarde, no te preocupes. Lávate y te prepararé el desayuno.

— Dios. . . —, dijo Rosé, obviamente aliviada. — Gracias.

Jennie sonrió riéndose suavemente. Estaba a punto de salir de la habitación cuando de repente, la rubia la jalo del brazo y se inclinó hacia delante plasmandole un pequeño beso en la mejilla. La cara de Jennie se calentó, cerró los ojos ante el contacto y sonrió nerviosamente con su corazón latiendo a mil por hora. La rubia se apartó y sonrió.

𝐒𝐈𝐍𝐅𝐔𝐋 𝐏𝐀𝐒𝐒𝐈𝐎𝐍 | ᴄʜᴀᴇɴɴɪᴇ ɢ!ᴘWhere stories live. Discover now