esteban kukuriczka

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Avanti morocha

Acababa de llegar de un viaje, estaba demasiado cansada, tuve varias horas de viaje más la escala, se me estaba haciendo eterno y para mi desgracia el vuelo que me llevaba a Buenos Aires se había atrasado el vuelo por cuestiones climáticas. Estaba en mis planes llegar a la madrugada y subirme al Uber que tenía reservado, pero tuve que cancelarlo al enterarme que llegaba después del mediodía. Cuando por fin aterricé en Ezeiza, almorcé lo primero que encontré y me busqué un taxi para la vuelta a mi casa.

-Señorita, ¿a donde me dirijo? -Preguntó el taxista.

-Hasta España 753. -Le expliqué el camino hacia mi casa y él lo tomó en cuenta.

Estábamos a quince cuadras de mi casa y el monto del viaje estaba por llegar a diez mil pesos, ¿quién tiene tanta plata después de volver de un viaje? y mucho más a Europa, quedé seca.

-Perdón, ¿me podrías dejar acá? -Le pregunté.

-¿Segura, señorita? Cada vez llueve peor. -Preguntó frenando el auto.

-Sí, quedese tranquilo, ¿cuanto sería? -Por suerte el avión aterrizó sin una tormenta, pero se fue la suerte al salir del aeropuerto, la nube había vuelto y estaba encima nuestro.

-Diez mil pesos, señorita. -Le entregué la plata y me ayudó a bajar mis dos valijas.

-Muchas gracias. -Me despedí y me alejé del auto.

El taxi se fue y yo empecé a caminar con las valijas y mi mochila, tendría cuarenta y cinco kilos facilmente. Había llevado demasiada ropa, llevaba ahorrando hace años para pasar mes y medio en Europa recorriendo una parte de cada país, España, ahí pase la mayor parte del tiempo, Grecia, mi sueño era visitarlo, Reino Unido, Países Bajos, Italia y por último Portugal, creo que fue de los mejores viajes que pude hacer en mi corta vida, veintinueve años.

Entre que caminaba y recordaba mi viaje ya me faltaban tres cuadras para llegar a mi casa, entre que empezaba a reconocer las casas de mis vecinos más llovía, desconcentrada me choqué con un vecino nuevo, lo crucé haciendo la mudanza cuando me tomaba un Uber al aeropuerto.

-Disculpa, ¿estas bien? -Pregunté al verlo. Esta vez pude observarlo mejor, llevaba un paraguas por encima de su pelo no tan largo, un bigote y una leve barba, parecía de una gran edad, pero a la vez no me llevaba muchos años.

-Quedate tranquila, estoy bien, ¿vos estas bien? -Preguntó levantando mi valija antes caida.

-Si, ponele, llevo mojandome hace doce cuadras. -Bromeé y él rió.

-¿Queres qué te acompañe? Estoy libre. -Se ofreció y yo dudé.

-¿Seguro? ¿No ibas a ningún lado? Te vas a mojar.

-Tranquila, tampoco llueve tanto. -Agarró mi valija y llevó el paraguas por encima nuestro, no era tan grande, pero lo suficiente para cubrirnos a los dos de la lluvia torrencial.

-En realidad por esta lluvia me atrasaron el vuelo.

-No muere nadie, no tires la toalla. -Utilizó un dicho como si estuviera hablando con mi papá.

-Bueno, lo intento. Soy Jazmin, no llegué a presentarme el otro día. -Hablé mientras caminábamos.

-Soy Esteban, un gusto. -Le respondí "igualmente" y él preguntó. -¿Se puede saber por qué estabas tan apurada el otro día?

-Tenía que ir al aeropuerto, hoy recién volví. -Faltaban una cuadra para llegar a mi casa, hablábamos lento, pero íbamos a paso apresurado.

-Ah, metiste viajecito largo. -Rió y yo lo imité.

-Si, me costó, pero pude.

No pudimos hablar mucho más que ya estabamos frente a mi casa.

-¿Queres pasar? -Pregunté entrando las valijas, pero quedandome afuera.

-No quiero ser molestia.

-No lo sos, además me acompañaste tres cuadras hasta acá, no me jode que pases.

-Bueno, esta bien, tanto que insistís. -Sonrió y entró delante mío.

-Lo único que tengo es yerba y agua caliente, no me pidas mucho.

-No te pido nada, con eso estamos bien. -Con su respuesta puse a hervir agua y a preparar el mate.

-Espero que no lo tomes con la montañita ni nada de eso. -Bromeé y él rió.

-Quedate tranquila, solo tomo mates con mis amigos, así que no pido mucho.

-No pedís nada. -Volví a bromear y terminé de preparar el mate para esperar que termine de hervir.

-Y bueno, soy un adulto, me conformo con todo.

-¿Adulto? ¿Tan grande sos? -Pregunté haciendome la boluda.

-Gracias por el halago, pero tengo más de treinta. -Bromeó él.

-Perdón pero lo supuse, reconozco a los míos. -Terminó de hervir el agua y llené el termo para preparar el primer mate.

-¿Cuáles tuyos? No sabía que entraba en el grupo de antes de los veinticinco. -Habló para tomar el mate

-¿Qué veinticinco? Estoy para los treinta.

-Imposible, no pareces.

-Este año cumplo treinta, posta. -Afirmé. -¿Cuántos más tenes?

-Tres más, treinta y tres.

-No es tan terrible.

-Te vas a dar cuenta cuando llegues a los treinta. -Hablamos mientras cebaba y tomábamos mates. Le conté de mi viaje y él me contó el porqué se mudó a este barrio. Lo noté más suelto al enterarse que nos llevabamos cuatro años, se liberó más y aunque no sentí que me haya tirado onda, lo sentí diferente, nos tratabamos como si fueramos amigos de siempre.

-Che, creo que ya paró de llover y se está haciendo tarde. -Habló él al terminar el segundo termo de agua.

-Como quieras, si queres dejarme sola, hacelo. -Bromeé. -Na, tranqui, anda a tu casa, mañana hay que levantarse temprano.

-Claro, los adultos somos responsables. -Bromeó y lo acompañé a la puerta.

-Avisame cuando llegues a tu casa, nos vemos. -Me despedí.

-Nos vemos morocha, hasta la próxima. -Se despidió y cuando empezó a caminar cerré la puerta.

——

por fin actualicé, volví a la rutina y probablemente actualice cada muerte de obispo

perdón si hay faltas de ortografía, es la primera vez que actualizo desde la compu y no entiendo un choto

alguien me pidió uno de esteban y este es para ella

nos vemos

One shots [La sociedad de la nieve]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora