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- Te aprovechaste de que perdió la memoria –gruño con coraje, mirando con fríamente al ojiazabache.

Shōto abrió los ojos algo confundido he incrédulo por lo que acababa de escuchar. ¿Perder la memoria? Debía ser una broma para que Dabi dijera algo como eso.

- ¿Qué? Eso no es verdad –aún así, Shōto noto cierto nerviosismo en el ojiazabache, quien metió las manos dentro de sus bolsillos algo incómodo.

- ¿Eso es verdad, Shindōu? –preguntó, provocando cierta sorpresa y coraje en el azabache ojiturquesa, quien inevitablemente frunció el ceño.

¿Acaso no le creía? ¿Prefería más la opinión de ese imbécil?

- Esto es algo incómodo para mi, mejor nos vemos luego Shōto –hizo un ademán con la mano, sin decir nada más.

Cuando al fin estuvieron solos, Shōto volteo a mirar al mayor un poco confundido y ciertamente molesto por lo que sus oídos acababan de escuchar, captando la atención del ojiturquesa.

- ¿Qué?

- ¿Qué clase de broma de mal gusto es esa? –atacó con coraje, apretando las correas de su mochila.

- ¿Por qué piensas que es una broma, eh? –Dabi miró fijamente los ojos del adolescente, sin una pizca de mentira en sus palabras.

- Es ridículo lo que dices, Dabi. -Frunció el ceño un poco más, antes de apretar los dientes levemente–. No vuelvas a jugar con algo como eso.

- No lo hago –vociferó–, pero si quieres o no creerme es tu problema –sin más se aparto del carro levemente, dándole la vuelta para subir en el asiento del conductor, esperando a que el menor subiera.

Shōto resopló frustrado. Aquello que Dabi había dicho lo hizo confundir y dudar un poco, no sabiendo por dónde empezar a preguntar o siquiera decirle cómo es que lo sabe.

Un par de minutos bastaron para que al final de decidiera por subirse al auto, en el asiento del copiloto. Cruzo sus brazos sobre su pecho y miro por la ventana, no teniendo intenciones de ver al otro.

El silencio perduró durante unos minutos, incómodo y molesto. Shōto se sentía algo culpable y molesto por la celosa actitud del otro. ¡Simplemente actuaba como un adolescente!

- ¿Por qué dices que perdí la memoria? –preguntó en un tono bajo, sin despegar su mirada de la acera.

No recibió una respuesta, más solo una pequeña exhalación que le indicaba que el otro no hablaría.

- Dabi –llamó al otro con serenidad.

- No quiero hablar, Shōto –fue la cortante respuesta que recibió de parte del otro.

- Podías decirlo y no simplemente dejarme con las palabras en la boca –susurró molesto, apartando la mirada sin decir más.

Camino a casa, ni uno más tocó hablo ni dijo palabra alguna. Un molesto silencio reinaba, incomodando a Shōto y molestando a Dabi. No le agradaba permanecer tanto tiempo callado sin dirigirle ni una palabra a el menor, pero en esos momentos no deseaba hacerlo porque sabía eh intuía que diría alguna estupidez que podría herir al menor de ambos.

Tras varios minutos de conducir, por fin llegaron a la residencia del ojiturquesa. Las puertas de la mansión se abrieron de par en par cuando el auto de Dabi estuvo al frente, dejándoles el paso libre a la casa.

Apenas el auto freno, Dabi miro como Shōto bajaba del auto con rapidez, apenas susurrando un suave –gracias– antes de cerrar la puerta y encaminarse hasta la entrada de la mansión.

The perfect daddy;   DabiTodoWhere stories live. Discover now