CAPITULO FINAL

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Antonio Nieto no parecía un hombre condenado a un par de décadas de prisión. De hecho, mientras Mew se encontraba a las puertas de la sala dentro del indescriptible, aunque altamente seguro edificio del centro de Los Ángeles, tuvo que admitir que el hombre parecía muy relajado.

Vestido con ropa normal y no con un mono de prisión, Antonio se sentó en la silla, con la cabeza inclinada hacia atrás y hacia un lado, mientras miraba por la ventana a su derecha. El pelo oscuro le colgaba más largo por delante que por detrás, y las cuentas del rosario le colgaban del cuello, encajadas en el suave azul de la camisa.

No parecía representar una amenaza.

Mew tardó tres días en llegar aquí, y durante ese tiempo vaciló entre lo que haría. Qué podía hacer. Su primer instinto siempre sería devolver el golpe. Pero este era diferente.

Él no era el que había sido traicionado. No era su decisión, por mucho que deseara lo contrario. Maldita sea, deseaba lo contrario.

—Antonio Nieto. —Entró en la habitación como un hombre con una misión. Porque lo era. Y se deleitó en la flagrante sorpresa que ensanchó los ojos de Antonio y dejó caer su mandíbula. —Veo que sabes quién soy.

— ¿Qué diablos estás haciendo aquí, Konstantinou? Antonio miró más allá de él hacia el pasillo. Su rostro todavía estaba magullado por su reciente golpiza.

— De paso. Supongo que no esperabas verme. —Mew se sentó frente a él y cruzó las piernas, con el tobillo apoyado sobre la rodilla.

—Mi hermano debería haberte matado después de lo que le hiciste.

—Sí. —Mew asintió. —Debería haberlo hecho.

Los ojos de Antonio se agrandaron. — ¿Qué quieres? Soy un hombre ocupado.

—Puedo ver eso. —Mew se echó hacia atrás, un dedo acariciando distraídamente su barbilla mientras decía: —Un hombre al que amo murió en mis brazos recientemente. Un hombre al que amo está inconsciente en una cama de hospital hoy, y tengo preguntas.

El hijo de puta se rió entre dientes. — ¿Crees que me preocupo por ti o tus hábitos maricones?—Se inclinó hacia la puerta. —Guardia. Guardia, sácame de aquí.

—No. Puedes quedarte. No me has preguntado la identidad del hombre que amo. — Se puso en pie y dio la vuelta, situándose detrás de la silla de Antonio. Y Mew se desabrochó el cinturón.

— ¡Guardia! ¡Guardia!

—Las cámaras están apagadas. Los guardias se han ido. —Enroscó el cinturón alrededor del cuello de Antonio, envolvió ambos extremos en su puño y tiró. —Pregúntame el nombre del hombre que amo.

Antonio luchó contra él, incluso con las manos esposadas frente a él, luchó. Luchó. Pateando la mesa y arqueándose. Pero Mew sostuvo a ese hijo de puta con el cinturón en la garganta mientras tiraba, apretándolo.

Ahogándolo mientras jadeaba por aire. Hasta que su rostro se puso púrpura y sus movimientos cesaron. Entonces aflojó.

—Pregúntame, —gruñó Mew. Lo agarró por el pelo y tiró de él hacia atrás. —Pregúntame su nombre.

—Qu-qui...

—Gulf Nieto. —Mew lo susurró contra la frente de Antonio. —El nombre del hombre que amo. Gulf Nieto. —Empujó a un Antonio rígido y se volvió a poner el cinturón antes de volver a sentarse.

—Eres un mentiroso. —Antonio levantó las manos atadas para agarrarse la garganta, aún jadeando.

—Le diste un puto golpe. —Joder, necesitaba un cigarrillo de la peor manera. ¿Por qué había dejado esa mierda? —Quiero saber por qué.

1-BELLAMENTE CRUEL- VERSATIL(SAGA STANIEL)Where stories live. Discover now