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JungKook regresó a la carpa con la mitad del algodón en mano al igual que su sombrero de copa, era mucha azúcar que procesar así que se lo terminaría durante el siguiente acto, ya no se iba a entrometer en la zona musical por ahora así que solamente aparecería ya hasta el final con el acto del cierre, no mantuvo una conciencia clara sobre el tiempo por lo que se había sentado justo comenzando la actuación.

Pagaría millones por ver bailar todos los días a su Jimin.

—no sabes cómo ansio acabar con tu vida... Ver a mi precioso ángel bañado con tus malditas entrañas se me hará la imagen más perfecta del universo

Era divertido pensar que estaba observando tan tranquilamente un acto cómico mientras la cuerda se afinaba más, muy pronto, un cuerpo inválido caería sin cabeza una vez diera la orden. ¿Qué pensaría su madre si lo viera sonreír por la mera casualidad de acabar con la vida de alguien que le hizo cada segundo miserable?

te ves bien mi señor.

Aquella seductora voz era el caramelo para un perfecto colapso diabético. Volteando un poco el rostro, a su lado pudo admirar tal obra de arte que le pertenecía. Su precioso Jimin...

me gusta cuando dices éso, 'mi señor'...

—supongo que debo decirlo cada vez que me encuentre cerca de tí —se encontraba un escalón más abajo de donde estaba jungkook, se le acercó sin prestar atención a si pisaba a alguien, no le interesaba ni tampoco convenía en un lugar como este— mi amor...

precioso, está todo listo para el final?

—así es, está todo como lo pediste —no se imaginó sentado en aquél escalón, por lo que pasó de largo esa idea y fue directo al regazo del ahora maestro—

estoy aburrido, deberíamos empezar con el final del show. ¿Me acompañas?

Jimin asintió lentamente dándose a entender con facilidad, se levantó tras recibir una palmada suave en la parte baja de su espalda que le indicó levantarse para dejar que jungkook se pudiera poner de pie, una vez jungkook estubo de pie, acomodó un poco su traje al notarlo arrugado, le producía cierta molestia notar eso en su ropa, una vez lo hizo hasta llenar su barra del gusto personal, tomó el bastón con su derecha para así estar ofreciéndole la izquierda a su acompañante, con las manos entrelazadas, bajaron de las gradas directo a tras bambalinas, caminaron entre bailarines y acróbatas para dirigirse a una escalera de mano que los subiría a las vigas que mantenían el techo en su lugar, una vez allí, tenían que caminar con sumo cuidado hasta llegar al candelabro.

mira éso, mi amor... Es tan perfecto

El hombre que lo implantó en la semilla de la vida se encontraba amarrado con fuerza al candelabro, cada aperlada gota de sangre que recorría su piel era sumamente preciosa de admirar, aquél líquido rojo se mezclaba con el sudor, provocado por la infinidad de velas alrededor de ese cuerpo, golpeado y cortado como animal en matadero.

Aquella mirada de terror que se formó cuando esos ojos enfocaron al ahora maestro, llegó a ser espléndida...

—te ves de la mierda —la situación en la que tenía a su padre, solamente le podía causar risa—

Jimin no se sentía en sus cabales para decir algo, ahora que lo podía distinguir... JungKook estaba felíz, que debía hacer por él ahora que se sentía bien como estaba?

—ves a mis títeres allá abajo? Decidieron quedarse conmigo, cosa que tú no lograste difundir en ellos, no seré yo quien al final les quitó su felicidad, están esperando ansiosos por verte colgado del glorioso cielo de mi circo

¿Cómo te sientes diablo andante? No quieres agua para pasar la amargura?

Irónico, Jimin quería vengarse.

Eso le agradaba a jungkook...

—ves a todos esos seres indefensos allá abajo? Cada uno de ellos encendió una vela a tu lado, por lo menos mostrando algo de luto por tu esperada muerte.

Las ganas que jungkook tenía de agarrar la soga que tenía el único soporte entre la vida y la muerte de su amado padre, eran insaciables...

—¿Que pasaría si decido matarte ahora? Según tú innecesaria opinión...

—¡Estas loco Ceasear! Agradece que tu madre está muerta, hubiera aborrecido e incluso hasta retorcido sus entrañas de verte así! Eres un maldito mounstro.

Eso es, justo allí...

Cada vez estás más cerca de morir antes del final.

—Toda tu mera existencia es una desgracia para mí apellido, una mancha imborrable de mi testamento de vida! Todo los males que me han pasado, tienen tu nombre escrito!

Jungkook no podía evitar sentir una punzada en su subconsciente que le pedía a gritos que cortará lo único que lo mantenía aferrado a ese mal vividor, pero haría algo mucho mejor que éso, se arrodilló con cuidado de no perder el equilibrio y una vez estando a la misma altura del rostro de su padre, tomó la soga que mantenía el candelabro en su lugar, el rostro de su muy amado padre fue de ensueño...

no te confundas conmigo... No te atrevas a pronunciar el apellido de mi madre, el único ser en el mundo que merece que su legado esté en una persona como yo ¿Pero tú? —una diminuta risa abandonó sus labios— ¿Creés que pertenezco a Rusia? Me crees uno más de los tuyos? No soy ni jamás seré un maldito Leviere.

—El apellido de tu madre fué nuestra desgracia!

Tomando fuerte de la soga, la jaló hacia su cuerpo de un sólo tirón, provocando que el candelabro subiera un poco abruptamente, pero lo suficiente para asustar a su padre.

—para tí lo fue, malnacido... Los Leviere pueden irse todos al demonio, fueron mi ruina, todos ellos me trajeron aquí, todo fue tu culpa...

jungkook... —internamente, Jimin sentía que debía intervenir—

—El nombre de Ceasear Leviere jamás existió para mí, no soy un puto Ruso decidido a partirse el lomo por su país, tampoco aquél que le dará honoríficos a las familias de personas muertas que ni conozco, no soy ni seré aquél niño codicioso que esperabas que fuera, el nombre que me impuso mi madre será el único que recordarás una vez el candelabro se suelte, porque ella siempre va a seguir siendo la estrella mas grande de mi cielo, de tí, ella será tu desgracia...

Ella en tu lecho de muerte será quien arroje flores a tu tumba, deberías considerar todos tus actos y fechorías antes de morir, considerándote como el malnacido que eres...

𝖂𝖎𝖓𝖙𝖊𝖗𝖈𝖎𝖗𝖈𝖚𝖘Where stories live. Discover now