Capítulo 3

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"Lo que más duele de una traición

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"Lo que más duele de una traición. Es que llega de quien menos te lo esperas."

Alejandro Ordóñez.


En un segundo, la vida me arrebató a mi padre, provocando que mi mundo se desmoronara al ver la sangre fluir de su cuerpo. Grité cuando cayó de rodillas al suelo, y con una mirada, le dio el último adiós a mi madre, quien subió al auto y arrancó.

—¡Papá! Mamita, mi papá —observé cómo poco a poco nos alejábamos de nuestra casa. No quería irme sin mi papá, quería que mamá se detuviera y abrazar a mi papá para no soltarlo nunca.

—Te encontraré, Stefania, te buscaré y te mataré junto a tus malditos mocosos —amenazó Eleonora disparando a los costados del auto.

—Quiero a mi papá, regresa, por favor, mamá —le rogué entre lágrimas.

—Lo siento, no podemos, mi vida. Tu papá… ya no está… —se secó las lágrimas con su brazo.

Continué insistiendo sin cesar de llorar. Hasta que me sumí en un sueño profundo, sin dejar de escuchar esas últimas palabras de Eleonora que resonaban en eco por mi mente.

Buenos Aires - Argentina

11 años después...

—No puedes evitarlo, Valery —una voz áspera no cesa de repetir esas palabras.

Me levanto de la cama y piso un líquido espeso de color rojo.

—No… —murmuro y comienzo a limpiar la sangre con las sábanas de la cama. No puedo permitir que se esparza por toda la habitación. La preocupación me invade hasta los huesos.

—Ya está muerto —la brisa fría me hace girar hacia la ventana. El miedo me paraliza al ver a mi padre de rodillas, la sangre escurriendo de su frente. Miro a los ojos a Eleonora, quien está decidida a disparar.

—Por favor… —uplico con la voz entrecortada—. No lo hagas, por favor, no me quites a mi papá —ella se carcajea, ignorando mi súplica.

—¡No, papá! —corro hacia ellos y desaparecen. La habitación se tiñe de rojo y de las paredes brota un líquido rojo, inundando el lugar. Me dirijo a la puerta. Al ver que todo está bloqueado, pido ayuda.

—Que alguien me ayude, por favor —el hedor me está asfixiando y la sangre espesa llega a mi clavícula. Solo faltan unos minutos para que mis pulmones se queden sin oxígeno. Trago sangre. Es demasiado espesa para nadar. No quiero morir.

—¡No! —abro los ojos, levantándome de un salto de la cama. El sudor pega mis cabellos castaños a mi frente y siento que el corazón se me sale del pecho.

Mi madre entra a la habitación, me rodea con sus brazos y acaricia mi frente.

—Tranquila hija, solo fue una pesadilla, todo está bien.

Oscuro Anhelo Where stories live. Discover now