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@paredessluciana

- Bue ya te saliste?- Pregunto el mayor de los paredes

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- Bue ya te saliste?- Pregunto el mayor de los paredes.- Lo dejaste re morir a Enzo, pobrecito.- La rubia sonrió al escuchar el nombre y se envolvió en su toalla.

Ahí estuvieron hasta tarde, casi que hasta la noche. Cuando ya se puso bastante fresco volvieron al hotel. Hoy era noche de truco.

- Al final viene Rodri con Martu.- Dijo Leandro pasando su brazo izquierdo por los hombros de su hermana.- no vas a estar tan aburrida.- La rubia sonrió y asintió mientras se intentaba sacar el arena de sus pies.

- Tengo una re lija.- Dijo Enzo rompiendo todo tipo de silencio.- que vamos a comer?

- Que se yo, estaría para comprar y hacer un asado bien piola.- Sugirió Lautaro.

- Eu no es mala, pero quien va a comprar?- La rubia negó rotundamente junto con Enzo.- Bueno, ustedes dos no van pero tiene que poner para la carne igual.

- Yo pongo gato, tranqui.- Enzo saco su billetera y le entrego un billete de cien dólares. Leandro le agradeció.

Mientras que Enzo y Luciana cargaban todas las cosas de los demas -todos se habían ido a comprar- como podían, se dirigían al hotel sin decir una palabra.

- Cuando decís que tarden?- Pregunto Enzo, a lo que, la rubia alzó los hombros.

- Ni idea, Lean me dijo que capaz se iban a tomar un helado también.- El morocho asintió y saco las llaves para abrir su habitación.

- Deja que yo llevo las cosas a las piezas, vos bañate tranqui.- Dijo Enzo.

- Gracias.- la rubia agarró sus cosas y se fue para su pieza. Saco la tarjeta y desbloqueo la puerta para seguido cerrarla y tirarse en la cama.

Después de quince minutos tirada; se levantó pars de una vez por todas bañarse.
Agarró un vestido gris pegado al cuerpo y unas zapatillas negras. Básico.

Se sumergió en la tibia agua, disfrutando la paz, y la música de Ysy A que sonaba desde la televisión.
Cerro sus ojos hundiéndose un poco más.
De la nada su cabeza se empezó a llenar de obscenos pensamientos. Todos ellos sobre Enzo, desde que lo vio en el estado cubierto de agua no se lo podía sacar de la cabeza. Por más que lo intentaba, no podía dejar de pensar en el morocho de 1.78. En ese morocho alto que tenía la cabeza para cualquier lado.
Lo que ella no sabía es que a Enzo le estaba pasando exactamente lo mismo.

El chico se adentro en la ducha dejando caer toda el agua para que el arena que estaba pegada a su cuerpo se fuera. Y, como Luciana, los pensamientos de tenerla en cuatro gritando a los cuatro vientos no pasaron desapercibidos, el chico suspiraba de tan solo pensar a la menor en todas las posiciones habidas y por haber en el mundo. Esos ojos que transmitían inocencia, que en cambio, los del chico transmitían superioridad en todo momento, se podía comer el mundo con tan solo una sonrisa y una mirada si eso quisiera.
Soñaba despierto, soñaba en tener a la Paredes solamente para el. Los dos acostados y en total tranquilidad, simplemente disfrutando uno del otro. Pero eso para el parecía imposible. La rubia siempre fue inalcanzable para cualquiera que se quisiera acercar, y eso intimidaba a Enzo. Nunca se había sentido intimidado o nervioso si de una chica se tratara. Con tan solo hablarle ya tenía a la que quisiese a sus pies y rogándole que se vayan a algún lugar más privado.
En este caso todo era diferente. El solo pensaba en rogarle a ella por una noche los dos en cualquier parte pero pasándolo mejor que en un boliche o en otra parte.

DILES         | Enzo FernándezWhere stories live. Discover now