07

707 35 3
                                    

LUCIANA

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

LUCIANA

08:26 am

— Eu, Lu.— Me removió Paulo.— Ya nos tenemos que levantar, en un rato salimos para el aeropuerto.

Con todas las ganas del mundo —que se note el sarcasmo— me levanté, mirando con la peor de las caras a lo que se me cruzará.
Me dolía mucho la cabeza y tenía los ojos hinchadisimos, dios sabe cómo me iba a quitar la hinchazón.
Removí literalmente toda la valija en busca de algo para ponerme. Encontré un jogging marrón y una musculosa blanca, arriba obviamente me iba a poner la campera que viene a conjunto con el jogging.
Paulo se había ido a penas me levanté, según él se tenía que cambiar y preparar su valija, ya que la noche anterior no lo había hecho.

08:36 am

Cerré como pude la valija y agarre la mochila para salir de la pieza.
Cuando todo iba bien —hasta ahora— me cruzo con la persona que menos me quería cruzar en todo el día. Pero iba a pasar quiera o no.

— ¿Podemos hablar?— preguntó Enzo con su valija en la mano. Yo lo ignoré por completo y seguí mí camino. Las ganas de llorar se hicieron presentes al recordar las palabras que me había dicho el día anterior.— Dale, Luciana, déjame explicarte por qué lo dije.

— Deja de joder Enzo. Anda por otro lado no tengo ganas de verte.— dije sin filtro alguno.

— ¿Vos te pensas que yo tengo ganas de verte después de que me hayas dicho que te ibas a mover a Paulo? Estás equivocada. Pero lo hago para estar bien entre nosotros.— me di vuelta mirándolo a los ojos, los cuales estaban con sus pupilas casi tomando toda su iris.

— No me moví a Paulo, Enzo. Fue para no quedarme callada después de todo lo que me dijiste.

— Dale te creo y todo.— chisto y yo revoleé los ojos.

— No me importa si me crees o no. Total, si el que saca sus propias conclusiones sin siquiera preguntar y después se enoja y pide perdón sos vos.— seguí caminando sintiendo sus pasos detrás mío.

— Pero lo que vi en esa pieza no fue coincidencia o para que yo no saqué mis “conclusiones” como decís vos. La imagen se explicaba sola, Luciana. Si vos estuvieras en mí lugar te hubieras sentido igual o peor. Inclusive, ni siquiera perdón me estarías pidiendo como yo lo estoy haciendo ahora.— razón no le hacía falta. Soy muy orgullosa cuando me pinta.

— Y bueno Enzo, ¿Qué querés que haga? ¿Qué te aplauda por pedirme perdón?— me di vuelta nuevamente quedando cara a cara. Vi que sonrió a causa de mis palabras a lo que eleve una ceja.— ¿Qué? ¿De qué te reís?— pregunté retrocediendo, me estaba aprisionando.

— ¿Sabes que quiero que hagas en vez de aplaudir? ¿Querés que en serio te lo diga? ¿O me conoces tan bien que me pudiste leer los pensamientos?— susurro cerca de mí boca cuando choque mí espalda con la pared del hotel.

DILES         | Enzo FernándezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora