Venganza

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Esa noche, me encontré dando vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño. Mis pensamientos estaban completamente enfocados en Olivia, anhelando desesperadamente sentir sus labios junto a los míos

Tenía un año de no besar a nadie... y prácticamente una vida entera de no haber tenido relaciones con nadie.

Antes de la isla, no me había surgido la oportunidad perfecta o la necesidad para haber tenido esa experiencia. Pero desde que había conocido a Olivia en el instituto, sentía todo el tiempo ese insoportable impulso de hacer de todo con ella.

Me ponía mal pensar en todas las cosas que podría experimentar a su lado, y que por el momento, no podrían ser saciadas pronto.

Por lo que tomé la decisión de tomar una ducha para intentar calmar la tensión que sentía en mi cuerpo, pero cada gota de agua que caía sobre mí solo avivaba mis pensamientos sobre la belleza de Olivia y lo injusto que era que estuviera tan lejos de mí.

Y cuando la mañana finalmente llegó, me encontré lamentando no haber dormido lo suficiente. El cansancio se hacía evidente en cada músculo de mi cuerpo mientras me dirigía al comedor para el entrenamiento, donde las mesas habían sido retiradas a los bordes de las paredes.

Formé parejas y les puse la tarea de imitar el movimiento que elegí para ese día.

Era un movimiento básico de boxeo llamado uppercut. Que consistía en un golpe de corta o media distancia que invadía la guardia del contrincante desde abajo hasta conectar al mentón

Lucas, mi voluntario inicial, fue el primero en experimentar el efecto del movimiento. El golpe lo sorprendió, y el sonido del impacto resonó en la sala, seguido de un quejido de dolor que escapó de sus labios mientras se llevaba la mano al rostro.

—¡Me tomaste por sorpresa! —se defendió.

—Bien, inténtalo ahora tú, por favor. —Sonreí mientras Lucas me miraba sorprendido.

—¿Estás segura? Puede doler bastante... —comenzó a decir, pero lo interrumpí animándolo a que lo intentara.

Levantó su brazo con el mismo movimiento que yo había hecho, pero lo esquivé posicionando con fuerza mi muñeca entre su brazo y mi mentón.

—Y el resto tratará de esquivarlo de esta manera, ¿de acuerdo? —me dirigí a todos en la sala.

Todos reaccionaron sin muchos ánimos y se posicionaron uno frente al otro.

—Ahora, defiéndete, amigo. Esta clase también va para ti. — exclamé, posicionando mis brazos en guardia nuevamente frente a Lucas.

No era la manera que esperaba de volver a boxear, pero sea cual fuera la situación del momento, sentía bien volver a practicar con alguien que no fuera la almohada de mi celda en el faro.

El conocido sonido de gritos y jadeos de un gimnasio llenaron el lugar en segundos. Y tuve que evitar que varios terminaran a golpes en varias ocasiones, tomándose demasiado personal los golpes recibidos del oponente.

Entre ellos, mi pobre amigo Lucas, quien parecía mirarme con enojo. Ya que por tercera vez en la clase, se vio obligado a retirarse, con su respiración entrecortada y su cuerpo tembloroso, luchando por recuperar la compostura mientras se apoyaba contra la pared.

Finalmente terminó la tortuosa clase, y todos nos reorganizamos alrededor de las mesas con ánimos para disfrutar de lo preparado por los cocineros.

Lucas parecía dispuesto a ser enviado a la cocina si no se le asignaba una tarea pronto, lo cual desencadenó una fuerte reacción por su parte al enterarse de aquella posibilidad.

ARABELLA II: Puños de sangreWhere stories live. Discover now