15. MALAS DECISIONES

36 7 0
                                    


Miller

¿Por qué lastimamos a quienes queremos?

Siempre me lo he preguntado, aún cuando soy un experto en el tema. Hago daño, ¿Lo peor de todo? No soy conciente cuando lo hago la mayoría de veces.

¿Soy una mala persona?

¿Mi adicción me nubla la cabeza?

¿Soy egoísta?

Tal vez la respuesta a todas estas preguntas sea que si. Pero si la vida me ha dado alguna mierda de enseñanza, es que aunque tengas el mundo a tus pies, perderlo es muy sencillo. Y cuando lo pierdes todo, tienes que velar por ti y por los que amas, aún cuando las decisiones que tomes los lastimen.

En el momento en que Ariana salió de mi habitación cogí las llaves de mi auto y fui hacia el primer piso. Pase por el gran salón, podía ver el baile y como ella estaba esperandome, tendría que fallarle una vez mas. Tal vez lo que estaba a punto de hacer fuera un error, pero no tenía otra opción más que hacer lo que se me pedía.

Toda mi vida fui un chico privilegiado, rodeado de lujos y personas de alta clase. Nunca me pare a pensar quien sería yo sin todo eso. Jamás pensé en como las personas de los barrios bajos podían vivir, como su vida podia estar condicionada por la pobreza, nunca pensé en todo eso hasta que me pasó a mi y a mí familia.

Hace seis meses los Black quebramos debido a malas inversiones por parte de mi madre en acciones fuera de Inglaterra, perdió la mitad de nuestra fortuna por culpa de su avaricia.

Mamá nunca trabajo directamente en ninguna empresa, ya que heredó gran parte de la fortuna de su familia, se dedicó a invertirlo y a su vez en beberse todo el dinero que teníamos. Al principio a mi padre le tocó vender sus negocios, que dieron para mantener el tipo de vida lujosa que llevábamos, y un día el dinero se acabó, así sin más, no quedaba ni una libra que contar.

Llegué al garage, me subí en el Jeep y los encendí. Mire mi teléfono y el mensaje que me había llegado.

<<Te veo en el bosque, llega en una hora.>>

Salí de la mansión dirigiendome hacia el bosque. No fueron más de veinte minutos los que me demoré en llegar. Salí por los barrios bajos, por lo que estaba casi a las afueras del pueblo. Deje estacionado el auto a un lado de la carretera y baje. Me introduje en el bosque y encendí la linterna de mi teléfono, tal vez hubiera sido una buena idea haber pensado en cambiarme el traje.

Le marque a la persona con quién me iba a encontrar, inmediatamente contesto.

-¿Dónde estás? Todo está muy oscuro. -Dije mientras caminaba más adentro del bosque.

-A tus espaldas. -Mire hacia atrás y pude notar con la linterna una cabellera azul.

-Me hubieras saludado como una persona normal.

-Ser normal es aburrido, pero ¿Quien en estos días está cuerdo?

-Al parecer no eres el caso Dante. -Una sonrisa se formó en su rostro, siempre que sonreía me inquietaba un poco.

-Touche Black. -Respondio y paso al lado mío.- Ven, sígueme.

Caminamos hasta llegar a la casa del bosque donde Dante casi me mata la última vez. Un miedo me invadió.

-Teniamos un trato, nada de entrar en esa casa.-Exclame con rabia. A lo que nego con la cabeza.

-El trato era no matarte.

Después de lo que pasó en el juego de las escondidas dure días con un miedo irracional de volver a encontrarmelo, pero cambio cuando me llamo. Necesitaba una persona que le hiciera un tipo de favores, me pagaba una gran suma de dinero y a su vez prometió que no atentaria contra mi vida.

Si las mentiras fueran personas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora