20. DIRECTO AL INFIERNO

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Ariana

«Quién con monstruos lucha cuide de no convertirse a su vez en un mounstro. Cuando miras largo tiempo a un abismo, también este mira dentro de ti»

Cerre el libro de Nietzsche que había cogido de la biblioteca de mis padres. Pero esas palabras, por muy estúpido que suene, quedaron resonando en mi cabeza. No creía en los monstruos, era más de la que pensaba en la metáfora del lobo y la oveja. ¿A qué deberías de tener miedo? ¿Al lobo, que se supone es más peligroso que la oveja?, pero entonces piensas ¿Que pasa cuando te encuentras con un lobo que aparenta ser oveja?. Es difícil detectar a un lobo, pero es aún más difícil cuando está disfrazado, porque cuando aparenta ser alguien más, créeme, no hay escapatoria.

Mi mente no paraba de pensar estos días. ¿Había una remota posibilidad de que alguien supiera dónde estaba Amelia? Desde el día en que Miller me presento a mi madre todo parecío de un color brillante y de un momento a otro se torno gris.

Pasaron alrededor de dos semanas, ya casi se acercaba halloween. Miller y yo no logramos conseguir ninguna pista sobre el paradero de Amelia. Ni siquiera la nota que dejaron en mi cuarto ayudo en algo.

Seguí asistiendo regularmente a clases, pude levantar en algo mis notas, pero a penas me daban para solo graduarme. Era algo que casi olvidaba, estuve tan sumergida en mis problemas que no caí en cuenta que era mi último año escolar.

Me encontraba en una clase sobre finanzas que solo tomaba con Camille.

-Alumnos de Royal Van.- Se escuchó una voz en toda el aula por parte de los parlantes que habían en casa salón de clase.- Dirijanse todos al auditorio. Hoy nos visitaran dos de los candidatos a la alcaldía de Vaneshvill que más apoyo reciben, Alan Winston y Benedictt Black.

-No puede ser.- Se lamento la rubia a mi lado. Lo cual me hizo bastante gracia.

-¿Sabías que el mejor hombre del pueblo vendría hoy?- Trate de molestarla.

-No tenía ni idea. Prefiero pegarme un tiro que escuchar a mi padre hablar estupideces frente a personas que conozco.

-Ya escucharon, todos al auditorio.- Nos dijo la maestra, señalando la puerta para que todos saliéramos.

Llegamos al auditorio que estaba en su mayoría lleno. En el escenario se encontraban los tres puestos del debate, cada uno con sus respectivos micrófono. Decidimos sentarnos en las sillas del medio. Miller estaba en la tarima arreglando todo lo que tenía que ver con el sonido de su padre.

-No lo entiendo, ¿Por qué le ayuda?.- Señale a Miller.

-Sin la aprobación de mamá solo le queda la de ese idiota. Supongo que lo apoyara en todo.

-Ire un momento.- Me dirigí hasta el escenario, dónde se encontraba.

-Ari, ¿Todo bien? ¿Encontraste alguna pista de Amelia?- Dijo mientras seguía arreglando el micrófono.

-Hablando de malas figuras parentales, ¿Que haces ayudando a Benedictt? Estás siempre con el cuando se trata de su campaña.- Dejo el micrófono quieto mirándome.

-Es mi padre, y si lo que necesita es mi ayuda se la daré.- No pude evitar reír.

-Claro, le darás tu ayuda tal como lo hiciste cuando te pidió que te acercaras a mi.- Volvió a poner su atención en el micrófono.

-Haria lo mismo por ti, también eres mi familia.- A veces me irritaba que fuera tan altruista.

-Esa es la puta diferencia Miller, soy como tú familia, pero nunca te pediría que hicieras algo asqueroso por mi.

Si las mentiras fueran personas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora