Charles Leclerc, el Golden Boy de Ferrari, vive atrapado en una relación sin amor y atormentado con un secreto que podría arruinar no solo su carrera, sino su vida entera. Sigue sonriéndole a las cámaras, sin saber que su mundo, aparentemente perfec...
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'I once believed love would be black and white, but it's golden'
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Las lágrimas ya no corrían por mis mejillas con tanta intensidad. Por fin me había calmado.
Aún sigo en el auto. El aire acondicionado ha estado prendido todo este tiempo, enfriándome el rostro.
Me siento mucho más liviana, como si me hubieran quitado una carga muy pesada de los hombros. De alguna u otra manera, los rumores me han ayudado a desligarme de ese sentimiento de falsa pertenencia social que había creado en esta ciudad. Ahora me siento como un libro abierto, o como si me hubieran abierto con un bisturí y todos pudieran ver lo que llevo dentro. Sin embargo, de cierto modo es liberador.
Estos minutos que llevo dentro del auto, llorando aferrada al volante, me han ayudado reflexionar, a ordenar mi mente. Creo que hasta que una no se rompe del todo, no es consciente de lo qué tiene dentro. Es como si mi cabeza fuera un estante con millones de objetos desordenados. Algunos rotos, otros sucios, otros que definitivamente pertenecen a la basura y otros que tengo que arreglar con urgencia. Y en este instante, soy como una archivera, ordenando cada pensamiento con cuidado.
Una de las cosas más importantes que codifiqué en mi analogía mental, es la de enmendar mis errores con personas las cuales se han llevado gran parte de mi inestabilidad. Es por eso que he hecho una lista intangible, guardada en mi cabeza, para llevar un orden y saber por dónde empezar.
1. Lance, a pesar de haber actuado muy mal conmigo esa noche, no merecía mis sentimientos confundidos, mucho menos una paliza.
2. Camille, la única que ha estado para mí siempre, y a la cual no le he agradecido ni demostrado lo mucho que eso significa para mí.
Y por último, pero no menos importante.
3. Charles, el causante de mi felicidad caprichosa y enredada. A quién le debo una gran disculpa y una gran respuesta.
Parpadeé un par de veces, agitando mis pestañas aún húmedas por las lagrimas y volví a encender el auto, segura de mi destino y dispuesta a no perder el rumbo.
Es muy fácil perder la dirección, caer en un lugar al cual no perteneces y no hacer absolutamente nada para salir de ahí. No hay muchas cosas seguras en la vida, de eso sé mucho, pero siempre está la oportunidad de apechugar, de no caer más abajo. Hay que salir adelante como sea y eso es lo que planeo hacer.
Al llegar al apartamento de Lance, toqué el timbre y me alejé de la puerta mientras esperaba a que alguien abriera.
Vine hasta aquí con una total incertidumbre. Desconozco si Lance ya salió del hospital, lo más probable es que sí, ya han pasado cuatro días. Sin embargo, esa no es mi mayor preocupación. No sé cual sea su reacción al saber de mi, después de todo, la paliza que le dieron tiene todo que ver conmigo. Además, gracias a mí, su nombre a acaparado varios titulares de noticias y no por algo específicamente bueno.
