3

12 0 0
                                    

Corrieron a través de la pradera y luego se arrojaron al declive oscuro y frondoso de una barranca. La nave que los perseguía siguió de largo, pasando ruidosamente por encima de ellos.

Se habían salvado.

- Somos como moscas para ellos- protestó Bill- . No entiendo por qué no nos aniquilan. Tal vez nos preservan con vida para estudiarnos. No entiendo cómo una forma de vida dotada de dos cerebros no puede alcanzar un objetivo tan simple. Aunque no sabemos qué porcentaje de esos cerebros utilizan.

- Tal vez los alternan- dijo el hombre que lo acompañaba- . Tal vez utilizan uno de ellos durante cierta parte del día, y el otro durante el resto del día.

Bill permaneció callado, mirando hacia el horizonte en el cual se había disipado la nave, cubierto, al igual que su compañero, por la vegetación, a pesar de que un vehículo como ése, que ostentaba una tecnología tan sofisticada, debería localizar fácilmente a los dos prófugos a través del modesto camuflaje en el que se habían refugiado.

- Quizá no sean tan inteligentes- continuó diciendo el otro-. Algunas entidades alienígenas utilizan un órgano hasta cierto límite, para dejarlo luego descansar y utilizar un segundo órgano similar al primero mientras éste recupera su lozanía. Supongo, quizá, tal vez ellos no utilicen sus cerebros al mismo tiempo, como todos creen. Porque, además, si pretendían capturarnos...

- Puede ser- interrumpió Bill-. Fue demasiado fácil escapar de ellos. Quizá sea como dices, o quizá nos hayan preparado una trampa mayor, un destino que nuestra pobre inteligencia no logra ni siquiera sospechar.

El devorador de planetas y otras historiasWhere stories live. Discover now